Ciclismo

La dramática caída de Kruijswijk que cambió el Giro

El holandés Steven Kruisjwijk, líder del Giro de Italia, sufrió una caída al inicio del descenso del Puerto del Agnello, por encima de los 2.700 metros de altitud. La falta de visibilidad, el cansancio y los nervios de la persecución derrotaron al jefe de filas de Lotto NL, que perdió 4'53" 

Kruijswijk

Kruijswijk, parado en la carretera, tras sufrir la caída / AFP

A.Bernaus

En una carrera de tres semanas no siempre gana el más fuerte. El holandés Steven Kruijswijk, de 26 años, ha sido el ciclista más regular, capaz de responder a todos los ataques en la alta montaña con un equipo mínimo. Pero ayer, una caída le jugó una mala pasada y probablemente le ha cerrado el paso de la victoria en Turín. 

Las enfermedades, las caídas y las lesiones también forma parte de una gran prueba por etapas. Un Tour, una Vuelta o el Giro son carreras por eliminación en la que se busca a diario el progresivo desgaste físico de los corredores. Una caída es solo un error debido a la tensión o a la fatiga física.  En ese examen son asignaturas importantes la sangre fría, la visión global de la carrera, la forma física y, por supuesto, la suerte. Todos estos elementos contribuyen a minimizar los errores. Miguel Indurain, por ejemplo, no se caía nunca porque reunía todas estas características. Ayer, Kruijswijk vio como un ataque de Nibali secundado por Chaves le obligaba a perseguir en las primeras curvas del descenso crispando sus nervios.  

La visibilidad era mínima y a ambos lados de la carretera las paredes de hielo ofrecían un escenario fantasmagórico. Kruijswijk tomó mal una curva, a demasiada velocidad, con el suelo mojado y sufrió una aparatosa caída golpeándose contra las paredes de nieve. Se levantó rápido, pero tuvo que esperar la asistencia del coche neutro para reparar su bicicleta y posteriormente se paró de nuevo. 

Kruijswijk se olvidó de que la meta de Risoul estaba a 55 km. de meta y, con el codo ensangrentado, el costado magullado y un montón de nervios en el cuerpo se lanzó a una persecución perdedora durante los 40 Km. del descenso. Quemó todas sus energías en soledad, llegó al pie de la última ascensión, la de Risoul, con dos minutos perdidos.  Su trayecto hasta meta fue un calvario. 

La incógnita ahora, es saber si su capacidad de recuperación será mejor y más efectiva que las de sus rivales para defender un puesto en el podio o incluso contratacar en la última etapa de montaña