Entrevista SPORT
Entrevista | Pedro J. Ramírez Periodista
"Florentino Pérez representa la tercera España"
El fundador de 'El Español' publica nuevo libro, en el que detalla su destitución como director de 'El Mundo': director de periódicos desde 1980, presume de independencia frente al poder. "En 1989 me echó un gobierno de izquierdas y en 2013, uno de derechas"

Pedro J. Ramírez en Barcelona/ V.Enrich / SPORT/Javier Giraldo
Le echaron del periódico que había fundado por culpa de tres palabras. 'Luis, sé fuerte'. Las palabras que resumen la conexión entre Rajoy y Bárcenas y que desnudaban la corrupción en el seno del PP, activaron una maquinaria política y económica que expulsó a Pedro J. Ramírez de la dirección de ‘El Mundo’.
Ocurrió en 2014. Lejos de resignarse o de plantearse la jubilación, Pedro J. (Logroño, 1952) plantó cara. Intentó continuar en 'su' periódico. No pudo. Emprendió entonces una nueva aventura periodística, 'El Español'.
Ahora cuenta todo lo sucedido en esa época en 'Por decir la verdad. El precio de un periodismo insobornable' (Planeta), una crónica detallada de las relaciones –nunca fáciles- entre el periodismo y el poder. No en vano Pedro J. lleva 45 años dirigiendo periódicos de alcance nacional: nadie mejor que él para diseccionar y adivinar qué le está pasando al periodismo. Con sus icónicos tirantes bajo un traje de impecable corte, recibe a SPORT en un céntrico hotel de Barcelona.
En el libro, usted explica que el gobierno del PP, la Casa del Rey y varios grandes empresarios se movilizaron para destituirlo como director de ‘El Mundo’.
Algo parecido me había sucedido años atrás, cuando se conspiró para que saliera de la dirección de ‘Diario 16’. En aquel momento, curiosamente, también intervino el rey Juan Carlos, lo que se llamaba la ‘beautiful people’, los Albertos, etc. O sea que, ‘mutatis mutandis’, la única diferencia es que en 1989 fue un gobierno de izquierdas y en 2013, uno de derechas.
El subtítulo del libro es ese, el precio de un periodismo insobornable.
Es el precio que hay que pagar por enfrentarse al poder con todas las consecuencias, ¿no? No todo el mundo lo hace. Yo entiendo que el periodismo no es tanto un derecho como un deber. Y que cuando tú tienes una información que es relevante y veraz, no tienes más remedio que publicarla. Estás condenado a publicarla, tanto si te viene bien como si te viene mal, si va a ocasionarte problemas como si no, si favorece a tus amigos o les perjudica, si va a hacer que alguien te retire el saludo… son gajes del oficio.
Usted había fundado ‘El Mundo’. ¿Se arrepiente de haber publicado aquel primer encuentro con Bárcenas? Fue el desencadenante de toda la tormenta que desembocó en su destitución.
No, porque yo ya sabía que eso me iba a traer problemas. Vivíamos una doble crisis, la financiera general y la pérdida de lectores a costa de Internet. En aquel momento dije, coño, maldita mi suerte. Pero como suelo decir a veces, cuando la flecha está en el arco, tiene que partir.
"El gobierno quería quitarme de en medio, la Casa Real quería quitarme de en medio... y encontraron a los que pusieran el dinero para hacerlo"
Luego ha descubierto que hubo tres empresarios con tantas ganas de echarlo de ‘El Mundo’ que incluso pusieron el dinero para pagar su indemnización. Tres millones de euros cada uno, un total de nueve. Uno de esos empresarios ha dicho que fue César Alierta, de Telefónica, ya fallecido. ¿Y los otros dos?
Esa información es una información de referencia. En el libro yo explico el papel coordinador que tuvo César Alierta desde el llamado Consejo de la Competitividad, tristemente llamado así porque mientras existió, España perdió competitividad y no la ganó. El papel de Alierta en mi destitución está reflejado en el libro. El detalle de los nueve millones me lo contó un editor español, después de que el libro estuviera ya en imprenta, y me explicó que Alierta se lo había contado con detalle antes de morir. Y yo le doy verosimilitud, creo que ocurrió así, porque es que es la única manera que permite explicar que a mí me dieran 11 millones al salir de ‘El Mundo’, aunque luego la mitad se los quedara Montoro. Es decir, Hacienda. Pero si ellos me podían haber despedido gratis año y medio después ¿por qué esa urgencia, por qué esa prisa? Si me habían aguantado 25 años, me podían aguantar 26. Bueno, pues evidentemente el gobierno quería quitarme de en medio, la Casa Real quería quitarme de en medio, y encontraron a los que pusieran el dinero. De los otros dos empresarios prefiero no decir nada de momento: no quisiera colgarle a nadie ese baldón sin tener pruebas directas.
Muchas páginas del libro se dedican a hablar de su relación, casi diría que cordial, con Zapatero, un presidente con el que no comulgaba.
Bueno, yo creo que el mérito sobre todo es de Zapatero. A mí me encantaría tener la misma relación con Pedro Sánchez, solo que él no se deja. Yo nunca dejé de criticar a Zapatero sobre la negociación con ETA, sobre el proceso que él puso en marcha en Catalunya con lo del estatuto, en política económica, etc. Y él me decía que leía, que le ponía a caldo, me decía, ‘creo que estás equivocado y eres injusto’, pero su talante era cordial. Yo creo que no ha habido otro igual en la Moncloa, porque yo tenía mucha relación con Aznar, pero si tú decías que tenía que desclasificar los papeles del CSI y él decía que no, pues el tío te ponía a la proa. No hacía nada para perjudicarte, pero sí reflejaba su antipatía y su malestar.
"Para el mundo de Sánchez soy un facha peligroso y para los de Vox, un socialista, un compañero de viaje del ‘sanchismo’
En el tema de ETA, Zapatero acabó teniendo razón.
En el libro lo digo: él tenía razón en un punto clave, él creía que ETA estaba dispuesta a dejar las armas. Y yo creía que no, entre otras cosas porque la Guardia Civil creía que no, el CNI creía que no…
De manera muy sutil, en el libro desliza su apuesta por una ‘tercera España’, una manera de evitar a la polarización de los tiempos actuales.
El otro día leí que había un 22% de españoles se definían en estos momentos como centristas moderados. Yo creo que son incluso más. Hay una tendencia a la polarización, a estar siempre con los tuyos, con la razón o sin ella, pero yo creo que también hay un sector, que por cierto resulta decisivo a la hora de las elecciones, que racionaliza, que valora cada asunto en sus propios términos, que es capaz de coincidir con unos o con otros, o contra unos y otros, según se plantean los debates. Yo me siento identificado con esa actitud, aunque yo sé que para el mundo de Sánchez soy un facha peligroso y para los de Vox, un socialista, un compañero de viaje del ‘sanchismo’.
Uno de los pasajes más emotivos del libro es cuando recuerda a Adolfo Suárez.
Es el único político del que me acuerdo sintiendo que yo le quiero, que yo quiero lo que era Adolfo. Y creo que a medida que pasa el tiempo su figura se engrandece, se agiganta, porque él venía de donde venía, del franquismo puro. Tuvo la humanidad de entender que la sociedad española quería otra cosa. Es el único político que ha devuelto poder del Estado a la sociedad, que ha distribuido el poder a la sociedad. Creo que ha sido el político español más importante del siglo XX.

Pedro J. Ramírez, durante la entrevista con SPORT / V. Enrich
En su día, usted fue muy crítico con el ‘procés’.
La meva mare era de Barcelona. Mis apellidos son Codina, Blanc, Comas. Toda la familia de mi madre es catalana. Mi madre nació en Calella de la Costa, la madre de mi madre venía de Girona, la hermana de la madre de mi madre tenía la farmacia más importante al lado de la catedral en Girona, la farmacia Simón, que no sé si existe ya. Y yo de pequeño pasé muchas temporadas en Catalunya. En casa de mi madre se hablaba catalán: mi abuelo era un viajante de comercio que puso una fábrica de jabón en Logroño, allí su hija conoció a mi padre. Mi abuelo hubiera sido hoy de Esquerra y hubiera sido independentista. Me acuerdo mucho de cómo él lo canalizaba todo a través del Barça, yo le he visto llorar de impotencia porque él consideraba que ‘Espanya ens roba’, con el el penalti de Guruceta y cosas así. Yo entiendo la sensibilidad y la identidad de Catalunya, pero creo que el ‘procés’ fue un mal negocio. Fue fruto del fanatismo y la sinvergonzonería de quienes encontraron en ello, en el independentismo, un ‘modus vivendi’. Y creo que Zapatero de alguna manera echó la cerilla que provocó el incendio. En lo de ETA, el tiempo le ha dado la razón a él. En lo de Catalunya, creo que más bien me la ha dado a mí. Ahora mis lazos familiares con Catalunya son más débiles, porque mi madre ya falleció, pero siento pena cuando veo a personas a las que aprecio dedicándose a algo tan banal como buscar la independencia, que es más un teatrillo que otra cosa. Además, la tendencia es que cada vez haya más cosas que dependan de la Unión Europea y menos del gobierno nacional.
"Guardiola me cayó muy simpático y luego le fui cogiendo antipatía, pero me da la impresión de que no soy el único al que le ha pasado eso"
Guardiola aparece en el libro: es casi un un cameo.
Sí, quién lo iba a decir.
Se lo encontró en un coche.
No, no me lo encontré. Lo llevé yo, porque él estaba haciendo un reportaje sobre Zapatero.
Dice que en ese momento le pareció “simpático y nada arrogante”, pero que luego se convirtió en un personaje “atildado y desafiante”.
Yo creo que esa impresión la tiene mucha gente, ¿no? Es verdad que luego ya no lo traté personalmente y a lo mejor se creó un estereotipo con eso de que meaba colonia y todo eso, y que era el gran triunfador y tal. También él tenía esa postura, yo creo que muy postiza y oportunista, en relación al ‘procés’. A mí me cayó muy simpático y luego le fui cogiendo antipatía, pero me da la impresión de que no soy el único al que le ha pasado.
Si hablamos de poder y prensa, la pregunta es obligada: Florentino Pérez.
Si a mí me hubiera interesado el poder, hubiera intentado ser presidente del gobierno o presidente de un gran club. Porque los grandes clubs son grandes focos de poder social. ¿Florentino? Yo me siento muy identificado en muchas cosas con Florentino, porque él también ha sido uno de los que permanentemente se ha sentido inscrito en esa tercera España. Fue concejal del ayuntamiento de Madrid por la UCD, era un joven alto cargo en el Ministerio de Transportes, me parece, y luego fue el secretario general de la operación reformista con Miquel Roca. Y todavía hoy, fíjate, y estoy hablando de una conversación de hace una semana, Florentino decía Miquel Roca es el mejor político que ha conocido, un personaje de una honradez e integridad totales. Sin lugar a dudas, muy por encima de Jordi Pujol.
¿Es cierto que Florentino controla desde la sombra el discurso de la prensa afín al Real Madrid?
Que yo sepa, no. Yo nunca he recibido una llamada suya para que escribamos tal o cual cosa, y mucho menos para que un periodista deje de cubrir la actualidad del Real Madrid. Florentino es un hombre con ideas claras que no se corta cuando se expresa, pero yo no le veo esa actitud dictatorial.
"Hace años, Piqué me dijo en Twitter ‘cómo se te ve la camiseta blanca’. Y le contesté enviándole una foto mía con una camiseta del Barça que me había regalado Joan Laporta"
¿Y Joan Laporta?
En el libro sale mencionada su aventura política, pero te cuento una anécdota: una vez vino a mi casa de Mallorca, un amigo común lo trajo a cenar. Me regaló una camiseta del Barça que ponía Pedro J. del Barça, y yo me hice fotos con él y con esa camiseta.
Curiosa foto.
Yo mismo la hice circular. Fue cuando Piqué, en su etapa de polemista en Twitter, habló de un penalti contra el Real Madrid. Yo le repliqué y él me contestó diciendo, ‘cómo se te ve la camiseta blanca’. Y entonces yo le mandé mi foto con la camiseta del Barça y le decía algo así como ‘mira, esto no va de camisetas, esto es que le has dado con la mano dentro del área’.
"Yo prefiero que gane el Madrid, pero no me llevo un disgusto si no gana. Y en cambio sí me llevé un disgusto hace pocos días cuando el Madrid perdió la Supercopa de básquet"
¿De qué equipo es Pedro J. Ramírez?
Yo soy del Real Madrid de baloncesto.
Hombre, hay que mojarse también en el fútbol…
Bueno, yo prefiero que gane el Madrid, pero no me llevo un disgusto si no gana. Y en cambio sí me llevé un disgusto hace pocos días cuando el Madrid perdió la Supercopa de básquet. Mi deporte es el baloncesto: me hubiera gustado ser un buen jugador de baloncesto. Siempre me sorprendió que poniendo tanto empeño, no lo consiguiera. Años después descubrí que tenía problemas en las caderas, una artrosis de origen genético. Y claro, eso era un hándicap a la hora de defender y de driblar. Aun así hice mis pinitos. Jugué en el equipo de la universidad en EEUU, una universidad de primer ciclo, un ‘college’. También jugué en Osasuna. Y en un equipo llamado Plumillas.
¿Plumillas?
Era un equipo que reunía a viejas glorias del baloncesto con periodistas notorios. Estaba ahí Pedro Macía, el de la tele. Estaba Manolo Salcedo, que fue el director de ‘Marca’, Luis de Benito, Fernando Baeta, etc. Y de los baloncestistas estaba Clifford Luyk, Brabender. Y Antonio Díaz Miguel, antes de morir, jugaba con nosotros.
O sea que no suele ir al Bernabéu pero sí a ver al Madrid de baloncesto.
Sí. En el pabellón hay un pequeño 'palquito' en el que caben 30 personas. Y siempre que podemos, Cruz [su pareja] y yo vamos al baloncesto, siempre que hay un partido bueno. Y ahí están el propio Luyk, viejas glorias y Florentino, por supuesto. Ahí sí que hay fluidez. ¡Y no hay ‘business’!

Pedro J. Ramírez, durante la entrevista / V. Enrich
Se cumplen diez años desde que inició su última aventura periodística, ‘El Español’. ¿Hacia dónde cree que va el periodismo? ¿La inteligencia artificial lo cambiará todo?
La inteligencia artificial es una amenaza, pero también es una oportunidad. ¿Va a haber pérdidas de empleo? Sí. ¿Se va a deteriorar el periodismo? No. Creo que lo que va a acabarse es el periodismo de carril. Y, en cambio, creo que la inteligencia artificial va a empoderar a los periodistas. Va a darnos más herramientas para que los buenos periodistas que intentan hacer cosas con valor añadido puedan mejorar sus contenidos. La sociedad va a ser más exigente a partir de ahora porque, entre otras cosas, el periodismo de carril (el resultado, la crónica del partido, el relato de la sesión parlamentaria, la rueda de prensa), eso ya te lo puede dar la IA.
¿El futuro es publicar menos, pero publicar mejor?
Sí. En cierto modo, yo creo que el futuro del periodismo se va a parecer más al pasado que al presente, en el sentido de que vamos a tener audiencias más reducidas, más grandes que las que tuvimos en el pasado, pero audiencias más cualificadas que las que tenemos ahora.
"Los medios vamos a tener audiencias más reducidas, pero más cualificadas que las que tenemos ahora"
Crear comunidades de contenido muy especializado.
Es importante crear comunidades específicas muy potentes. Poder convertirte en referencia dentro de ese mundo y adquirir autoridad para que quienes tengan ese interés común recurran a ti.
Ocurre que los periodistas estamos en manos de algoritmos muy volátiles.
Entiendo esa sensación. El propio Google –y tuvimos una cena de editores hace bien poco- está sufriendo también las mismas oscilaciones y las mismas incertidumbres que luego nos traslada a nosotros. Porque Google está compitiendo por la audiencia con la inteligencia artificial y aunque ha creado Gemini, que es su propia inteligencia artificial, tanto ChatGPT como Perplexity le han comido terreno. Creo que debemos fiarnos mucho más de lo que podamos conseguir en la relación directa con los lectores, aunque sea una comunidad más pequeña. Y conseguir que los anunciantes paguen más por esa audiencia más cualificada.
Un compañero de profesión dice: llevo 25 años escuchando que el papel se muere pero aún no he ido al funeral.
Bueno, en el mundo de los zombis no hay funerales. Hace tiempo, Jordi Juan [director de ‘La Vanguardia’] me dijo ‘el primero que deje de publicar en papel será el que habrá ganado la batalla’. El que demostrará que ha sido capaz de desarrollar un modelo empresarial lo suficientemente potente como para no tener que depender del lastre y la hipoteca del proceso industrial que supone imprimir. Las ediciones impresas alargan su agonía porque existe entre los grandes grupos de comunicación y las agendas de publicidad un mecanismo que en realidad no deja de ser una estafa a los anunciantes, que es decirles que el papel ofrece unas prestaciones que cualifican más a la audiencia. Eso podía ser verdad cuando los móviles eran una birria, o cuando no había tablets. Pero hoy no hay ninguna prestación que no te ofrezcan los dispositivos móviles.
Veo que no echa en falta la preparación diaria de la portada.
No, no, yo preparo la portada de ‘El Español’. Intervengo en los cambios de portada, y sigo planteando cómo tienen que ser los títulos. No echo de menos nada del periódico impreso. Era una manera de hacer llegar las noticias, pero la manera actual es mucho más eficiente.
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