Platini, manchado otra vez por la corrupción

El abogado de Platini rehúsa hacer declaraciones

 Platini vuelve a tener la sombra de la corrupción asolando / Perform

Arnau Montserrat

La cloacas del mundo del fútbol bajan turbias una vez más. La detención de Michel Platini en el marco de la investigación por corrupción en la concesión del Mundial de fútbol de 2022 que se disputará en Catar es otro de los capítulos más negros de las eferas de poder que dominan el panorama futbolístico. 

Tras los amaños de partidos marcados por la Operación Oikos que han sacudido a España, le toca el turno a Francia en una investigación donde la Fiscalía de Finanzas del país galo busca más allá de la corrupción del expresidente de la UEFA. Maneja como posibles delitos la corrupción entre particulares o tráfico de influencias.

Lo que es una evidencia es que la imagen de Platini queda de nuevo manchada.  Suspendido por la FIFA y ahora investigado por la justicia. Su trayectoria ascendente, que le había situado a las puertas de la presidencia de la FIFA en 2015, se tornó en una caída en desgracia de la que por ahora no se atisba el final.

Cuatro años inhabilitado

Cuando Francia fue elegida sede del Mundial de 1998, el presidente, François Mitterrand, impuso su nombre como copresidente del Comité Organizador, una experiencia que le permitió codearse con las altas instancias del fútbol.

Un nuevo camino en el que proseguir su vida en el fútbol y su condición de líder. En 1997 se planteó presentarse a la presidencia de la FIFA en sustitución del longevo brasileño Joao Havelange, pero prefirió asociarse con el que era su mano derecha, Blatter. Juntos conquistaron el puesto y, durante años, dirigieron la organización. 

En 2007, el suizo le lanzó a la conquista de la UEFA, en contra de su histórico enemigo, el sueco  Johansson. Platini le batió por cuatro votos y se colocó al frente de la más poderosa asociación del fútbol.

Pero comenzaron a surgir informaciones sobre su pasado, secretos hasta entonces bien guardados que, para muchos, solo Blatter podía conocer. Uno de ellos, el pago de 1,8 millones de euros por la FIFA en 2011 por labores de asesoramiento que databan de más de diez años antes, acabaron por costarle en 2015 una inhabilitación de cuatro años que terminaron con su aventura para presidir la organización. La sanción terminaba este próximo octubre.