El líder desesperado y una historia que alimenta la fe

Talleres de Córdoba está intentando alcanzar aquello que se le escurrió entre los dedos en el ya lejano 1977

El conjunto que entrena Alexander Medina encadena nueve partidos sin perder, de los cuales ha ganado siete, y es primero en Argentina

Talleres de Córdoba vive días de vino y rosas

Talleres de Córdoba vive días de vino y rosas / EFE

Vero Brunati

Vero Brunati

Con medio torneo transcurrido, la tabla de posiciones de la liga argentina muestra un ocupante inesperado: Talleres de Córdoba, que se adueñó del primer puesto hace cinco jornadas y encadena 9 partidos sin perder, de los cuales ganó 7, una actualidad que no debería considerarse del todo sorprendente. El conjunto que entrena Alexander Medina ya quedó a un punto de disputar la final de la Copa Diego Maradona 2020. En el primer semestre de este año solo cayó en cuartos de final por penaltis ante Colón de Santa Fe, que acabaría ganando el título. Pero además, lo avala su historia.

La particular organización del fútbol argentino mantiene desde sus orígenes una grieta profunda entre los clubes de Buenos Aires, sus alrededores, Rosario y Santa Fe, y los del resto del país. Los primeros, los más grandes y conocidos, son los directamente afiliados a la Asociación del Fútbol Argentino; todos los demás lo están de un modo indirecto y durante décadas participaron en sus ligas provinciales. Talleres, por ejemplo, lo hacía en la Liga Cordobesa.

En 1967, la creación del Campeonato Nacional, un segundo torneo anual, abrió una ventana al fútbol “del Interior”, y por ese hueco fue colándose ‘La T’. El primer aviso fue en 1974, cuando el equipo del mítico Ángel Labruna logró meterse en el octogonal final, donde fue cuarto.

El segundo llegaría en 1977. Con un plantel de enormes futbolistas -entre ellos Luis Galván, Miguel Oviedo y José Daniel Valencia, campeones del mundo en 1978- , Talleres alcanzó la final, un hito inigualable. El rival era Independiente y la ida había sido empate 1-1 en Avellaneda. La revancha, jugada en el Barrio Jardín, figura en la historia del fútbol argentino. Arrancó ganando el Rojo, empató Talleres de penalti, y a 15 minutos del final llegaría el 2-1. El problema fue que Ángel Bocanelli marcó con un claro puñetazo. Los de Independiente protestaron e incluso amagaron con retirarse. El árbitro expulsó a tres de ellos. Quedaron 11 contra 8. Todo parecía sentenciado, pero un agónico gol de Ricardo Bochini estableció el 2-2 y el valor doble de los goles visitantes le dio la victoria al Rojo.

La derrota generó un trauma que a Talleres le costaría tiempo superar. ‘La T’ logró mantenerse en el fútbol grande, pero comenzó un vaivén de ascensos y descensos que si bien conoció la alegría de levantar la Copa Conmebol en 1999 (también en este sentido los albiazules fueron pioneros en el fútbol de provincias), tendría su punto culminante con la caída en 2009 al torneo Argentino, la tercera categoría para los clubes indirectamente afiliados.

El calvario se prolongó hasta 2015. Llegó Andrés Fassi, un cordobés que era hombre fuerte del Grupo Pachuca, de México. Elegido presidente en noviembre de 2014, Fassi lideró la progresión de Talleres a partir de un modelo de administración muy resistido en Argentina, donde los clubes son sociedades sin fines de lucro y no están permitidas las sociedades anónimas.

Fassi se ha adaptado a las reglas, pero en la práctica dirige la institución de un modo mucho más parecido a una empresa privada que a una entidad social, y es visto con desconfianza por sus pares de los otros clubes.

Si para cualquier equipo ‘del Interior’ ganar un título local ha sido hasta ahora misión imposible, hacerlo con un modelo que se opone al status quo argentino multiplica las dificultades. Pero en eso está Talleres, intentando alcanzar aquello que se le escurrió entre los dedos en 1977.