El terror de las 'barras bravas'

La ineficacia policial y la falta de severidad judicial alimentan un fenómeno que cada temporada va a más

Como si se tratara de un tumor en franca expansión, la violencia en el fútbol argentino se ha recrudecido como consecuencia del desborde de las llamadas 'barras bravas'. En lo que va del segundo semestre del año, ya hubo tres partidos suspendidos, árbitros amenazados, un juez de línea noqueado por un mechero, peleas de ultras en trenes y calles, cientos de heridos y hasta pinchazos de neumáticos y acoso a plantillas profesionales de clubs de Primera División. ¿Ineficacia policial? ¿Falta de acción judicial? ¿Complicidad polìtica? La ausencia de resta de puntos, la educación del 'aguante' mal entendido y las penas descafeinadas son algunos de los argumentos que sostienen y fortalecen un fenómeno social que cada fin de semana causa terror en los estadios de fútbol.

El modo de operar de las barras bravas argentinas es casi siempre el mismo: 200 violentos inician el caos y la gran mayoría de los miles de espectadores que conviven en la misma tribuna popular, generalmente proveniente de los sectores más marginados de la sociedad, legitima y hasta adhiere. De acuerdo a una investigación de los organismos de seguridad que regulan los espectáculos deportivos, se han detectado datos suficientes como para confeccionar un ranking de ultras según su grado de violencia. Las barras de River, Boca, Newell's y Rosario Central son las más peligrosas, mientras que en un segundo escalón están las de Independiente, Estudiantes, Quilmes, San Lorenzo, Gimnasia de La Plata y Argentinos Juniors. Por contra, entre las más controladas figuran la de Racing, Vélez y Lanús.