Boca-River a todo o nada

Lo mejor que le podía pasar a una triste Copa de la Liga es el Superclásico del domingo

Será por cuarta vez consecutiva en La Bombonera

Será la tercera vez que se vean las caras en 2021

Será la tercera vez que se vean las caras en 2021 / AFP

Vero Brunati

Vero Brunati

Nada podía caerle mejor a la alicaída Copa de la Liga Profesional del fútbol argentino que un Superclásico. Como un oasis en medio del desierto, el destino quiso que Boca acabase segundo y River tercero en cada una de las zonas en las que se dividió el breve torneo de trece jornadas, y de esa manera el enfrentamiento en cuartos de final quedó servido. Será el próximo fin de semana, por cuarta vez consecutiva en La Bombonera, y las circunstancias invitan a la cautela si alguien se tienta en hacer pronósticos.

El duelo no cae en buen momento para ninguno de los dos. Ambos están inmersos en plena fase de grupos de Copa Libertadores, una competición que este año causa estragos entre sus participantes. En esta primera instancia la Copa se disputa en seis semanas consecutivas, obligando a un esfuerzo máximo a los jugadores y a un permanente encaje de bolillos a entrenadores que ya no saben cómo hacer para que sus equipos sufran lo menos posible, entre bajas causadas por la Covid-19, lesiones musculares y el lógico agotamiento que produce la interminable sucesión de viajes y partidos. 

Por supuesto, nada de ello interesará demasiado a los fanáticos de uno y otro lado, para quienes eliminar al máximo rival en un duelo directo, sea el certamen que sea, siempre implica una satisfacción especial. Con o sin público en las tribunas, con o sin pandemia en las calles. 

El historial reciente marca que desde 2014, cuando Marcelo Gallardo se hizo cargo de la dirección técnica millonaria, River se alzó como ganador en los cinco duelos mantenidos con la modalidad de play off. Pero al mismo tiempo indica que Boca no perdió ningunó de los últimos tres encuentros (un triunfo y dos empates, estos en el transcurso de 2021). 

En el duelo particular entre técnicos, Miguel Ángel Russo nunca pudo derrotar al Muñeco en los 90 minutos. Se enfrentaron nueve veces, con uno siempre en el banquillo de River y el actual entrenador xeneize en cinco clubes diferentes (Rosario Central, Vélez, Millonarios de Colombia, Cerro Porteño de Paraguay y Boca). El balance da cuatro victorias para Gallardo y cinco empates, aunque en uno de ellos por la Copa Argentina el festejo final fue para Russo, en 2014 cuando dirigía al equipo rosarino.

En esta ocasión el panorama es más incierto que nunca. River se encuentra en pleno proceso de transición, luego de la marcha de dos pilares claves en su juego como el defensa central Martínez Quarta (hoy en la Fiorentina) y el volante Nacho Fernández (en el Atlético Mineiro). Las nuevas incorporaciones todavía no han cuajado y el conjunto de la banda roja muestra una marcha irregular, alternando buenas actuaciones con otras tan discretas que, de hecho, estuvieron a punto de dejarle fuera de combate antes de tiempo en esta Copa de la Liga.

El debate abarca a todas las líneas. Si una tarde la defensa exhibe puntos bajos, al partido siguiente es el mediocampo el que carece de creatividad o la delantera la que no es eficaz en la resolución de las ocasiones favorables. La pérdida de jerarquía individual se traslada al juego, más allá de que se mantengan los parámetros básicos. La capacidad de anticipación y corte de Martínez Quarta no ha encontrado reemplazo y algo semejante sucede con la dinámica, la visión panorámica y la llegada al área que brindaba Nacho Fernández.

Boca no está mucho mejor. La única ventaja, tal vez, sea la consolidación de una línea defensiva que otorga escasas oportunidades de gol a los rivales. Todo lo demás está en el aire. En los últimos encuentros, Russo decidió confiar en los jóvenes, entregándole el mediocampo a jugadores con buenas condiciones, como Medina, Varela y Almendra, pero escasamente fogueados en batallas como la que les espera el fin de semana. Arriba cuenta con la velocidad del colombiano Villa, pero si el rival cierra bien esa ruta al equipo solo le queda la imaginación del veterano Carlos Tevez para abrir las puertas del área, recurso que hasta ahora ha resultado casi siempre muy limitado.

Gallardo ya anunció que llevará mayoría de suplentes para el choque por Copa Libertadores ante el Junior, el miércoles en Barranquilla. Russo viaja a Brasil para enfrentar al Santos con un mix para elegir un once bien diverso. Los dos ocupan el segundo puesto en sus grupos, con tres puntos de ventaja sobre el tercero, y pueden permitirse incluso una caída porque tendrán todavía dos partidos por delante para remontarla.

El fin de semana, en cambio, no habrá revancha. Aunque el calendario marque un nuevo duelo directo por los octavos de final de la Copa Argentina en fecha próxima todavía a confirmar. Porque cada Boca-River es distinto, tiene su propia historia y deja una marca muy fuerte en el humor durante el futuro cercano. Por eso nunca es un partido más. Por eso, la poco apreciada Copa de la Liga Profesional agradece más que nadie que el destino le haya puesto una nueva edición del Superclásico en su camino.