Adriano, el gran comodín de cristal

Adriano entrenando con el Barça

Adriano entrenando con el Barça / Javi Ferrándiz

Albert Gracia

Nunca sabes cómo ni siquiera por qué, pero en la vida de los futbolistas hay pequeñas cosas, detalles insignificantes que pueden cambiar tu trayectoria por completo. Un poco de suerte, el partido de tu vida, un ojeador que se enamora de ti... Una lesión. Hablar de Adriano Correia es hablar de lesiones. Para bien y para mal. Una le permitió poder convertirse en doble campeón de la Champions y las otras le han birlado años de carrera al máximo nivel. 

Tal y como confesó en una entrevista, las malditas lesiones le han perseguido durante toda su vida: “Tenía 8 años y la pierna derecha, la buena, lesionada. Entonces, mi padre me dijo: Aprovecha ahora y practica con la izquierda. Si quieres ser futbolista, esto marcará la diferencia”.

Y vaya si tenía razón. Adriano, con el paso de los años y tras pasar por el Coritiba, se convirtió en uno de los grandes ‘ambidiestros’ de la última década, con el permiso de otros como Forlán. Su polivalencia para jugar tanto en la izquierda como en la derecha llamó la atención de Monchi, que no dudó en reclutarlo para su Sevilla.

“El Sevilla ficha al zurdo brasileño Adriano Correia”, titulaba EFE por aquel entonces. No era zurdo pero como si lo fuese. Su capacidad para pegarle con las dos piernas ya era tal que ni los medios eran capaces de dirimir su pierna “más buena”. 

Época dorada en Sevilla

Así, Adriano pasó cinco años maravillosos en el Sevilla, donde logró dos UEFAS, una Supercopa de Europa y una Copa del Rey. A su ya conocida habilidad para jugar por ambos costados le sumó la polivalencia para jugar también en los laterales. Adriano venía de ser un extremo y poco a poco se fue reconvirtiendo en lateral, lo que multiplicó sus opciones de sumar minutos. 

Su buen nivel en Sevilla captó el interés del Barça, que realizó una operación relámpago para que el defensa diera descanso a Abidal y Dani Alves en los laterales. Venía para ser el gran comodín de Guardiola y lo terminó siendo. El brasileño ofreció un buen rendimiento en las seis temporadas que vistió de azulgrana y dejó para el recuerdo golazos ‘made in Adriano’ por toda la escuadra como el que le endosó al Atlético en un lejano 16 de diciembre de 2012. Eran goles muy suyos y de bella factura. 

Aun así, las lesiones condenaron su carrera. Adriano se veía obligado a parar cada cuatro o cinco partidos, interrumpiendo su marcha y su regularidad en el equipo. Esas lesiones que en un principio de su carrera le habían permitido poder fortalecer su pierna menos buena les estaban llevando al oscuro ostracismo.

Su buen nivel cayó en picado y el Barça decidió ficharle un sustituto. Adriano se marchaba por la puerta de atrás. Ahora, tras dejar Turquía y el Besiktas, inicia una nueva aventura en su Brasil con 34 años. Larga vida a los comodines.