Un Barça gigante se gana el derecho a soñar ante el campeón de Europa

El Barça, con todas las opciones

El Barça, con todas las opciones / FC BARCELONA

Miki Soria

Miki Soria

Un bofetón insolente en  la cara del campeón. Eso es lo que le dio el Barça, el nuevo  aspirante, al todopoderoso Olympique de Lyon en el duelo de ida de los cuartos de final de la Champions. Un partido en el que las azulgranas mostraron su versión más seria de la temporada para avisar al resto del continente que su proyecto va en serio y que aunque la diferencia sigue siendo importante,  este equipo  es capaz de competir contra las mejores.

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Champions femenina

2
1
Alineaciones
Olympique Lyon
Bouhaddi, Bronze, Renard, M'Bock, Majri; Henry, Kumagai, Marozsan, Cascarino (Van de Sanden, 67'), Hegerberg y Le Sommer.
FC Barcelona
Paños; Fabiana, Torrejón, Mapi León, Melanie; Andressa Alves (Andonova, 62'), Vicky Losada (Aitana, 83'), Bussaglia, Patri Guijarro; Martens y Duggan (Alexia, 75')

El muro de Paños aguantó 44 minutos

No habían pasado ni 40 segundos y el Olympique de Lyon  ya le había explicado al Barça cómo iba a ser el partido: un  acoso constante a la portería de Sandra Paños.

Por mucho que el conjunto azulgrana saliera al campo motivado,  serio y consciente de que debía intentar defender al máximo con balón –algo que hizo muy bien-, la superioridad del equipo galo se hacía manifiesta cada vez que llegaba a tres cuartos de campo. El OL, vertical y buscando  paredes para llegar al área culé,  las tuvo de todos los colores hasta que Maroszan abrió el marcador justo al filo del descanso.

Empezó  Hegerberg probando a la portera azulgrana con un tiro al palo corto después  de ganarle la espalda a la defensa.  La propia noruega  lo volvió a probar con un disparo desviado, poco antes de que Renard obligara a Paños a sacar una mano milagrosa ante un remate de cabeza. Solo se llevaban 16 minutos y la cosa no hacía más que empezar.

Henry en el 25’, Renard con otro cabezazo envenenado que sacó Paños en el 27’, Maroszan un minuto después, Hegerberg topándose de nuevo con la heroína azulgrana en el 29’… Las ocasiones se sucedían, pero el Barça seguía  con ese tesoro que era el cero en su marcador, defendiéndose como gato panza arriba, pero aguantando, que era lo importante.

Sin embargo, la calidad de la plantilla del OL podía aparecer de mil maneras y así lo hizo en el 44’. Una internada de Bronze por dentro acabó en una asistencia magnífica que Maroszan convirtió en oro con un toque que entró por la escuadra de Paños. Gol merecido, sin duda, pero también psicológico. Tanto, que en la siguiente jugada la misma Maroszan  perdonó el 2-0 casi a portería vacía.

Un gol que vale oro

La segunda parte empezó con un Lyon igual de dominador, pero con un Barça recuperado anímicamente y más intenso en las marcas. Y eso que el OL volvió a tener la primera clara tras la reanudación en otro duelo entre Hegerberg que volvió a salvar Paños de manera milagrosa, pero las de Fran Sánchez parecieron perderle un poco el respeto a su rival conscientes de que no tenían nada que perder.

Llegó la primera –y gran- ocasión del Barça gracias a eso. Un centro de Fabiana envenenado lo remató a las nubes Duggan  con todo a favor de la inglesa para poner las tablas  en el marcador. La ocasión parecía condenada a quedarse en una mera anécdota, pero no fue así ni mucho menos. El Barça se lo creyó, el OL empezó a dudar y llegó lo inesperado. Un córner cerradísimo de Andonova le jugó una mala pasada a Bouhaddi, que salvó como pudo el tanto de la macedonia, pero no con el rechace que le cayó franco a Patri Guijarro para que la balear marcara a placer.

Éxtasis en las azulgranas y nervios en la parroquia local, pero  el paso  de los  minutos volvió a poner las cosas en  su sitio y el OL se reactivó de la mano de Maroszan y Hegerberg. La alemana avisó con un centro-chut que se estrelló en el travesaño y la noruega se resarció de una tarde aciaga de cara a  portería marcando el 2-1 con un remate mordido que entró llorando en la portería del Barça.

Faltaban diez minutos para el final y el Barça volvió a ponerse el mono de trabajo. El 2-1 era un resultado que no se podía desperdiciar y no lo hizo. Aguantó el ímpetu local y logró mantener un marcador que lo deja todo en el aire para el partido de vuelta. Con todo lo que eso supone.