FÚTBOL BASE

Seung Woo Lee, el elegido

Hay personas que nacen con un don especial para destacar en el mundo del fútbol. Seung Woo Lee es una de ellas. Es uno  de los elegidos

Lee, en su primer partido con el Juvenil A

Lee, en su primer partido con el Juvenil A / sport

Josep Capdevila

"Es un honor que me llamen el Messi coreano. Pero, personalmente, quiero ser el primer Seung Woo Lee". Desde que en el año 2011 aterrizara en el FC Barcelona, dentro del club se ha tenido la seguridad que estábamos ante un jugador especial. Nunca es bueno hacer grandes pronósticos sobre jugadores, porque es muy fácil equivocarse. Pero Lee era uno de esos que ilusionaba a todos los que le veían. Y si los pronósticos no son buenos, las comparaciones aún lo son menos. Pero en ocasiones son inevitables. E inevitablemente si estamos hablando del Barça, la comparación con Leo Messi es obligada. Pero Lee, además de una gran calidad, tiene mucho carácter. Y por eso no quiere que le comparen con Leo. No quiere ser el nuevo Messi. Quiere ser Seung Woo Lee. Y punto. De ahí, esa declaración de intenciones con la que comienza este artículo y que hizo a preguntas de un periodista en una de sus muchas intervenciones en los medios coreanos.

Pero, ¿quién es Seung Woo Lee? Hemos sabido muchas cosas de él desde que está en el Barça. Pero cuando llegó ya tenía 13 años. ¿Qué había hecho hasta entonces? Lee venía al mundo un 6 de enero de 1998 en Suwon, una ciudad de poco más de un millón de habitantes, capital de la región de Gyeonggi-do, al norte de Corea del Sur y a unos 30 kilómetros de Seúl. Era el segundo hijo de Young-jae y Soon Young Choi.

Sus primeros pasos en el mundo del fútbol los dio en la escuela de primaria Daedong. Y allí se le empezaron a ver detalles de lo que podía llegar a ser. Y eso que, curiosamente, comenzó jugando de defensa central, para posteriormente pasar al centro del campo y acabar, como le conocemos ahora, jugando en la delantera.  En el 2010, meses antes de comenzar con su aventura culé, Lee ya fue el máximo goleador en el campeonato de la juventud de Corea, que se disputó en Gyeongju. Ese mismo año, además, recibió el premio Cha Bum-kun, el más prestigioso para las categorías inferiores que se da en Corea del Sur. El premio se lo entregó el mismo Cha, una de las máximas figuras que ha dado el fútbol coreano. Ese galardón se lo habían llevado en ediciones anteriores jugadores como Ji-sung, centrocampista del Manchester United, Park, actual capitán de Corea del Sur, o el propio Paik, ahora también en el Barça y que lo ganó un año antes que Lee.

Lee llegó a graduarse en la escuela Daedong y antes de marchar hacia Barcelona aún pudo estudiar en la Kwangsung Middle School, de donde salen jugadores que acaban jugando en el Incheon United. Y en esas estaba Seung Woo Lee, cuando la selección de Corea del Sur sub’12 viajó hasta Sudáfrica para jugar la Copa Danone. Y allí es donde le descubrió Albert Puig, coordinador del fútbol base del FC Barcelona. Puig fue quien negoció con la Federación Coreana y luchó para que Lee fichase por el Barça. Viajó incluso a Corea para hablar con la familia y conseguir su beneplácito para que Lee viajase a Barcelona.

Llegó al Barça y deslumbró a todo el mundo. Lo dicen todos los que entienden de esto. “Es un jugador diferente”. Su primera temporada en el Barcelona fue la 2011-2012, con el infantil de Fran Sánchez Bas. Curiosamente, hasta Gabri esta temporada, solo dos técnicos del club han tenido la suerte de poder trabajar y hacer jugar al coreano: el propio Sánchez Bas y Franc Artiga. Ellos dos han sido claves a la hora de ir modelando a aquel joven capaz de hacer jugadas inverosímiles, pero también de demostrar un carácter muy fuerte haciendo callar a los aficionados rivales tras marcar un gol, tal como lo hizo un día el madridista Raúl en el Camp Nou.

Llegó, vió y triunfó. Enamoró con su juego y con sus goles, con su desparpajo. También, todo hay que decirlo, dio algún dolor de cabeza a los responsables del fútbol base y de La Masia por algunos pecados de juventud que cometió. Pero todo se complicó un maldito 5 de febrero de 2013. Ese día la FIFA le castigaba a él y a otros jugadores del fútbol base del Barça sin poder jugar por no cumplir con la normativa sobre menores del máximo organismo del fútbol mundial. Parecía algo imposible, algo que, sin duda, se podría resolver con rapidez. Pero de eso nada. Casi tres años se ha pasado sin poder jugar con el Barça, jugando solo con la selección de Corea con la que, eso si, brilló de manera especial. Como en la Copa de Asia sub’16, en septiembre de 2014. Llevó a su equipo hasta la final, en la que perdió contra Corea del Norte, pero se fue a casa con los trofeos al mejor jugador y al máximo goleador. Menos afortunado estuvo el pasado octubre en el Mundial sub’17 disputado en Chile, aunque también allí dio una vez más muestras de su gran calidad.

UN CONTRATO ESPECIAL. Que Lee es un jugador diferente y puede acabar siendo una gran estrella, no lo piensan solo en el Barça. Lo piensan en muchos otros grandes clubes y por eso ha recibido importantes ofertas. En el Barcelona eran conscientes que no podían dejar escapar al coreano. Por eso, en diciembre de 2013 hablaron con su padre. El progenitor de Lee, explicó por qué, a pesar de no estar jugando, Lee no quería moverse del Barcelona. “Rechazamos las ofertas de otros equipos, porque no había ninguna garantía de que pudiese jugar ahí y mejorar sus habilidades. Más importante aún, él que quería quedarse en Barcelona. Él cree que tiene más futuro en el Barça”.

Los detalles de ese contrato nunca han trascendido, pero sí que se ha reconocido siempre que era algo excepcional con jugadores del fútbol base.

Y así hasta hoy. Lee vuelve a sonreír. Es feliz. Hace más de un año que no vive en La Masia, sino con sus padres y su hermano Seung Joon Lee. Pero especialmente está feliz porque vuelve a jugar a fútbol. Algo tan sencillo, pero que a él y a otros muchos jóvenes se lo han puesto muy difícil.