Iker Bravo, el niño de los cromos

El delantero es una de las referencias ofensivas del Infantil A del Barça

Iker Bravo, ante el RCD Espanyol

Iker Bravo, ante el RCD Espanyol / sport

Albert Rogé

Albert Rogé

Que levante la mano el aficionado al fútbol que de pequeño no coleccionaba cromos. Era la manera que teníamos para conocer a la mayoría de jugadores de LaLiga. Y en algunos casos el aliciente para empezar a jugar. Fue el caso de Iker Bravo, el delantero que actualmente defiende la camiseta del Infantil A del Futbol Club Barcelona.

La pasión por los cromos y la insistencia de sus amigos le hicieron apuntarse al Espluguenc con cinco años. No fue un inicio sencillo ya que por su timidez, le daba vergüenza que le vieran jugar. Incluso estuvo unos días sin querer ir a entrenar. Él quería ver los partidos pero le daba apuro jugar. Por ello, sus padres se lo llevaron a ver el partido y lo sentaron en la grada. Sus entrenadores le vieron y le invitaron a unirse al campo. A Iker le ganaron las ganas de jugar a la timidez y allí empezó su idilio con el fútbol que aún va para largo. 

No fue la única anécdota de ese año. Era Navidad e Iker estaba de vacaciones escolares. Un día se levantó y dijo que no quería desayunar. Así porque sí. Sin motivo alguno. En la televisión daban un torneo de la FCB Escola por BarçaTV. Y sus padres recurrieron a otra táctica. Empezaron a hablar del torneo y el pequeño dijo que él quería jugar allí. La condición para que lo apuntaran era que desayunara. Y lo hizo. Dos semanas más tarde, sus padres habían olvidado ese trato pero Iker les insistió. Allí vieron que su intención iba enserio y lo inscribieron a las pruebas de selección. Las pasó sin problemas.

En el Barça siempre están en comunicación con los de la FCB Escola y les informaron de varios jugadores que podían tener nivel para ‘dar el salto’. Uno de ellos era Iker. Los llamaron para hacer unos entrenamientos y seleccionaron a Iker para el Prebenjamín del próximo curso. Arrancaba su andadura en la mejor cantera del mundo desde el primer escalón.

En el terreno de juego, Iker siempre ha destacado por su corpulencia y sus movimientos en la línea de ataque. En el Espluguenc varias veces le pedían el DNI para asegurarse de su edad y la afición rival le pedía que “no chutara tan fuerte”. En el Barça también exhibía ese golpeo. Sobre todo en el Benjamín A con Sergi Milà y en el Alevín A con Marc Serra. Fueron los años dónde más progresó. Precisamente en el Alevín A, con Pau Moral en el banquillo durante LaLiga Promises de Estados Unidos, pudimos ver al Iker Bravo en su máxima esplendor. Contundente, explosivo y con gol. Mucho gol. Como ahora lo sigue haciendo en el Infantil A.

Iker es un enfermo del fútbol. De hecho, quiere dedicarse a ello. Si no lo logra, piensa en ejercer la abogacía pero como último recurso. En casa se pasa el tiempo mirando vídeos de goles y jugadas para seguir aprendiendo. La mayoría de veces de Suárez, Firmino y Pogba. La cuestión siempre es ver, aprender y mejorar. Así lo ha hecho siempre y dicen que si algo va bien, mejor no cambiarlo. Iker Bravo lo tiene claro y sus padres, también.