El cohete de Abrera

Raúl Moro es un jugador que destaca por su velocidad con el balón pegado al pie

Raúl Moro, durante un partido esta temporada

Raúl Moro, durante un partido esta temporada / D. RAMÍREZ.

Albert Rogé

Albert Rogé

En una Masia tan idealizada como está desde los últimos años, se agradece ver jugadores que también saben correr con el balón pegado al pie. Raúl Moro, actual jugador del Juvenil B del Fútbol Club Barcelona, exhibe esa cualidad en cada partido que defiende la camiseta azulgrana.

Y es que no solo se pueden ganar partidos a base de combinar. También se necesitan perfiles diferentes que den más valor a los jugadores que dan sentido al juego. Ya lo demostró Guardiola con Pedro. Moro tiene un uno para uno envidiable y es un continuo peligro para la defensa rival. Prueba de ello es el gol que le metió al RCD Espanyol en el derbi de hace unas semanas. Raúl cogió el balón desde el centro del campo y se fue driblando a todo el que le acechaba. La mezcla de velocidad con el control del balón cerca del pie fue completada con una gran definición ante el guardameta. Si no lo han visto, les aconsejo que no pierdan detalle. Si lo hace Messi, aún hablaríamos de ello. 

Para entender estas facultades cabe tirar un tiempo atrás. A los cuatro años empezó su andadura en el mundo del fútbol. Junto a sus amigos, se apuntaron al Promesas del Abrera. El primer día ya dejó clara sus intenciones: “Yo quiero ser delantero”. Tras dos años muy buenos en el Prebenjamín, Barça y Espanyol lo vinieron a buscar. Pero no quiso ir a ninguno de ellos. Se fue al Igualada, allí es donde quería jugar. Una decisión que años después agradecería. Allí pasó seis temporadas. Su rendimiento era tan bueno que le ascendieron para jugar con chicos mayores que él. En su casa reconocen que esa primera vuelta no fue la mejor pero que en la segunda se puso las pilas y marcó 28 goles. Eso provocó la llamada del Gimnàstic de Manresa. No fue solo ya que le acompañaron sus amigos Javi e Iván Garcia, con el que tiene una gran amistad. Tras adaptarse en la primera temporada, se salió en la segunda y el RCD Espanyol volvió a aparecer en escena. Ahora sí que era el momento de dar el paso adelante que no había querido dar de pequeño.

Su final de campaña con la camiseta blanquiazul fue espectacular y se salió en los diferentes partidos que se enfrentó al Barça. En el club azulgrana se vivía un verano complicado tras perder a varias jóvenes promesas y Franc Artiga y Xavi Franquesa apostaron por su fichaje. En su casa aún recuerdan que, cuando llamaron a Raúl para preguntarle si quería fichar, este se encontraba junto a José Martínez, lateral del Juvenil A azulgrana y uno de sus grandes amigos en la actualidad. No tuvo dudas, era un sí rotundo.

Su mayor fan es su abuela Loli, que no se pierde ningún partido, siempre que su salud se lo permita. Igual que Raúl, su padre, que solo tiene una condición para trabajar: el día que juega su hijo es sagrado. Junto a su mujer Pili y su hermana Ángela forman un núcleo importantísimo para que el azulgrana siga la misma línea que le ha hecho lucir la camiseta del Fútbol Club Barcelona.