Antonio Martín, un delantero callejero

Antonio, en una imagen de esta temporada

Antonio, en una imagen de esta temporada / David Ramírez

Albert Rogé

Albert Rogé

El delantero centro. Esa figura que vive a golpes con los centrales. Recibiendo. Ofreciéndose al espacio sin ser visto. Luchando cada balón. Marcando goles. O no. Ofuscado. Capaz de estar triste un día por una jugada en concreto a pesar de marcar dos goles. El delantero. Esa posición dónde todos queremos jugar para marcar goles. Los hay con clase. Los hay con gol. Pero en mi equipo siempre dame el que tiene garra. El que pelea. El que lo da todo. Y en eso el Infantil A tiene un auténtico titán. Él es Antonio Martín. Delantero que llegó este verano procedente del Málaga y que ya se ha convertido en uno de los puntales. 

El Barça le seguía la pista desde hace años. También el Real Madrid. Y es que los buenos delanteros van escasos en los últimos años. El primer equipo se nutre de centrocampistas formados en la Masia. Pero no de delanteros. Munir es el último en intentarlo. No lo consiguió. Por detrás venía Pablo Moreno. Y se fue el pasado verano a la Juventus. Pero llegó Antonio. De los pocos que cumplen ese perfil de delantero tan parecido a Luis Suárez. Van con todo. Pone la directa y no hay quién le detenga. Físicamente es un portento y es capaz de marcar auténticos golazos. 

Por mucho que lo entrenes, esa garra no se consigue. Es innata. La tienes o no la tienes. Y los que la tienen coinciden en un denominador común. La calle. Ni campo de fútbol ni nada. La calle es su escenario. Allí es dónde han aprendido a jugar. Acostumbrados a un fútbol muy mecanizado desde prebenjamines, los jugadores que vienen de la calle son escasos. Por ello, el Barça, en especial Jordi Roura, lo quería sí o sí. Estaba enamorado de su juego por sus características y tras mucho insistir, se lo ha traído a Barcelona.

Y es que como decimos, Antonio se ha criado en la calle. Concretamente, en la fuente Mariano de Villanueva del Trabuco, su pueblo. De bien pequeño, siempre estaba por esa zona buscando un compañero de juego. A los cinco años se apuntó a las Escuelas Deportivas del pueblo. Como pueden imaginar, un pasatiempo después del colegio dónde los niños buscan pasárselo bien. Allí estuvo varios años. Jugando con sus amigos bajo el mandato de Minuto, un entrenador que siempre estará presente en su formación deportiva. No fue hasta alevín de segundo año cuando el Málaga lo incorporó a su disciplina. Era su primer año con tres entrenamientos semanales. Con ese paso, sabía que abandonaba el fútbol de calle pero gracias a Gordillo, entrenador en el Málaga, empezó a disfrutar del otro fútbol. Tras dos años en el conjunto andaluz, el Barça lo fichaba este pasado verano y cumplía el sueño de vestir la azulgrana. Ese niño que dormía con un balón entre brazos, se incorporaba a la mejor academia de fútbol del mundo. Eso sí, que no le quiten el fútbol de calle. Ni a su familia. Sus padres Toni y Belén y sus hermanas María y Andrea. Ahora los tiene lejos pero todos tienen claro que debía cumplir su sueño. También lo es para ellos. Ojalá sigan soñando mucho más.