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El senador Romario, un político de la peor calaña

O Baixinho vive alienado con el mismo de estilo de vida de cuando jugaba, inmune a las tragedias que asolan Brasil

No hay ni rastro del político regeneracionista y ahora se abraza a la familia Bolsonaro para mantener su silla en Brasilia

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Joaquim Piera

Joaquim Piera

Brasil cerrará el año alcanzando los 620.000 muertos por Covid-19 en dos años de pandemia. Y el senador Romario feliz porque ganó un torneo de futvoley contra Ronaldinho Gaucho. El hambre ha vuelto a Brasil como quedó explícito en una portada que se hizo global del diario Extra en que pobres desesperados en Río de Janeiro recogían huesos y carcasas en un camión que tendrían que ir para alimentar a perros. Y el senador Romario haciéndose fotos en una clínica de estética para “corregir mis imperfecciones” días antes de Navidad. La renta familiar cayó este año un 12% en el estado de Río, donde el 50% de sus trabajadores están en la economía sumergida. Y el senador Romario en la playa de Barra da Tijuca con dos de sus hijos. Y así una y mil veces.

A sus 55 años el ahora senador por el estado de Río de Janeiro, Romario de Souza Faria, vive alienado en su mundo de fiestas, bailecitos, futvoley, restaurantes caros y playas cariocas, fiel al estilo que llevaba cuando era jugador de fútbol.

Sus redes sociales son un ejercicio de cinismo, superficialidad e hipocresía que revuelven las entrañas, cuando Brasil padece un colapso institucional, sanitario, ecológico y está instaurado en un estado permanente de crisis, castigado por la inflación, la devaluación de la moneda, el desempleo y el alarmante aumento de la pobreza y el hambre, consecuencias directas del nefasto gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro.

Romario en la playa de Barra da Tijuca con dos de sus hijos

Romario en la playa de Barra da Tijuca con dos de sus hijos / Instagram

Impulsado por su fama y buscando una fuente de ingresos estable para sanar las deudas con sus exmujeres por pensión alimenticia y una inversión fallida en un esquema fraudulento piramidal, o Baixinho entró en el ruedo electoral en 2010 cuando sacó un escaño como diputado federal por su estado natal, y, en los siguientes comicios, en 2014, fue elegido senador por un período de ocho años.

Romario disfrutando de sus vacaciones, mientras Brasil está en plena crisis

Romario disfrutando de sus vacaciones, mientras Brasil está en plena crisis / Instagram

En sus inicios en Brasilia, Romario abanderó, desde el parlamento, la lucha contra la corrupción en el CBF (fue uno de los principales acicates del entonces presidente Ricardo Teixeira) y en las estructuras del fútbol brasileño, y, paralelamente, defendió la inclusión de personas (muy especialmente de niños y niñas y adolescentes) con necesidades especiales, inspirado por la experiencia con su hija Ivy, con síndrome de Down.

UNIDO A BOLSONARO Y A LA EXTREMA DERECHA

Ya no hay ni rastro de aquel político combativo, mordaz y regeneracionista. Romario se ha convertido en un integrante más de la casta política brasileña, que disfruta de las prebendas institucionales y que ya participa del tradicional cambio de partido, en su caso, tres en la última legislatura. Su última experiencia en las urnas terminó en un batacazo: en 2018, intentó ser gobernador de Río de Janeiro, pero solo sacó el 8% de los votos.

Lo único que le interesa en este momento es garantizarse un nuevo escaño en las elecciones de octubre de 2022 para seguir con un salario fijo, viviendo a cuerpo de rey, por eso no ha dudado en abrazarse a la extrema derecha. Nada es definitivo en un personaje de ideología líquida y voluble que cambia de criterio como una veleta, pero, termina el año vendiéndose el alma al mismísimo diablo, en luna de miel con la familia Bolsonaro, que lo apoyará en masa muy probablemente para intentar un nuevo mandato de ocho años en el Senado.