El polémico exilio del Campeonato Paulista a Río de Janeiro

La Federación Paulista y los clubes driblan el estado de emergencia en Sao Paulo y se van a jugar al estado de Río

La decisión, tomada sobre la marcha, se hace efectiva en el peor momento de la pandemia en el Brasil de Bolsonaro

El Corinthians ha aceptado trasladar su partido fuera de Sao Paulo

El Corinthians ha aceptado trasladar su partido fuera de Sao Paulo / Rodrigo Coca / Ag. Corinthians

Joaquim Piera

Joaquim Piera

En el Brasil de Bolsonaro todo vale. Este es el mensaje que ha lanzado la Federación Paulista de Fútbol (FPF) en connivencia con algunos de los principales clubes del estado, cuando ha decidido trasladar el principal torneo regional del país al vecino estado de Río de Janeiro (que no a la capital carioca). La cuestión es driblar el estado de emergencia declarado en Sao Paulo por el gobernador Joao Doria en un momento en que ya falta el oxígeno en los centros hospitalarios.

Dos horas después de anunciar que el Campeonato Paulista seguiría interrumpido ya que se respetaría las indicaciones de la Fiscalía del Estado, la FPF dio marcha atrás y anunció que el partido Mirassol - Corinthians se disputaría este martes (ya la madrugada del miércoles en el horario peninsular 01:00 CET) en la ciudad de Volta Redonda, situada en el estado de Río de Janeiro.

El mensaje contradictorio alimenta la idea que la FPF está actuando sobre la marcha, sin ningún tipo de planificación. Una percepción alimentada por el hecho de que el Mirassol solo ha llegado a Volta Redonda este marte por la mañana.

Hay mucho malestar por querer mantener a toda costa un torneo menor en el calendario. Incluso un futbolista declaradamente bolsonarista como Felipe Melo, capitán del Palmeiras mostró su perplejidad en las redes sociales.

El Palmeiras, vigente campeón del torneo, de la Copa Liberadores y de la Copa do Brasil, se negó a jugar este mismo martes, también en Volta Redoda, contra el Sao Bento. Su postura escenifica el desgobierno de la Federación Paulista. El encuentro se podría disputar este miércoles.

Brasil vive su peor momento en la pandemia. En la última semana ha habido un promedio de 2.306 fallecidos diarios y 75.417 nuevos infectados cada 24 horas. El país ya ha llegado a los 295.000 muertos y a los 12 millones de infectados en un año.

Esta la consecuencia directa de las políticas de negación de la realidad, del boicoteo sistemático de las medidas de aislamiento social (incluido el uso de la máscara), de defender la cloroquina (a pesar de su ineficiencia) y de la actitud genocida de querer llegar al inmunidad de rebaño sin querer comprar vacunas del ultraderechista Jair Bolsonaro.