El error de cálculo de Neymar Jr.
El crack vive una crisis de imagen: no ha calibrado bien el impacto de fichar por el Santos y regresar a la primera línea mediática.

Neymar Jr. y su falta de profesionalidad / SPORT
Neymar Jr. lleva demasiados años actuando a su antojo sin medir las consecuencias de sus actos. En el PSG, su comportamiento indomable le valió un enfrentamiento abierto con Kylian Mbappé, mientras la dirección del club intentaba que los desmanes del crack brasileño no fueran de conocimiento generalizado. Algunos respiraron aliviados en París cuando concretaron su venta al Al-Hilal por 90 millones de euros.
La rotura del ligamento anterior de la rodilla izquierda, la peor lesión del astro en toda su carrera, lo dejó un año KO, lo apartó de los focos y poco se prodigó en la prensa. Quizás por eso, se permitió hacer una recuperación a la carta, en la que un fin de semana estaba en Riad, el lunes pasaba por Barcelona para visitar a su hijo y, aprovechando el cambio horario, el martes por la noche llegaba a tiempo a un torneo profesional de póker en São Paulo. El club saudita se libró de su crack cinco meses antes del fin de su contrato, en una rescisión pactada y celebrada por ambas partes.
Durante su etapa saudita, el mayor escándalo con el que lidió fue el nacimiento de su hija con una modelo, fruto de una supuesta traición a su pareja, cuando esta aún estaba embarazada. Todo, sin embargo, se circunscribió a las redes sociales y los programas de cotilleo, sin contaminar la información deportiva.
Con su regreso temporal al Santos, donde ha firmado por cinco meses, estalló una nueva oleada de la ‘Neymarmanía’ en su país, con una intensidad solo vista en sus participaciones en los Mundiales o en su primera etapa en el Peixe.
El crack ha monopolizado la información deportiva y la onda expansiva ha alcanzado la Ciudad Condal, cuando su entorno, de forma astuta, ha filtrado su deseo de volver al nuevo Camp Nou, aprovechando que el Barça busca un extremo para su flanco izquierdo.
Neymar Jr., que es el crack que mejor ha nadado en las redes sociales, está viviendo en las últimas semanas una crisis de imagen provocada por sus propios actos y su nefasta gestión comunicativa. La industria que lo asesora, a través del conglomerado empresarial que dirige Neymar padre, no estaba preparada para gestionar a este Neymar, pasado de vueltas por años de desenfreno e impunidad, que ha querido jugar con la opinión pública escondiendo una lesión muscular, la cual lo dejará de baja como mínimo un mes.
Su aparato comunicativo, y el propio astro, han sido tragados por un sainete informativo propio de tres décadas atrás, que perfectamente podrían haber protagonizado Romário, Ronaldo Nazário o Edmundo. Se ha pasado de frenada con lo de irse al Carnaval, aunque fuera con su pareja, y después perderse el partido clave que supuso la eliminación del Santos en el Campeonato Paulista y, luego, su regreso a la Seleção, después de un año y cuatro meses de ausencia.
Y a ello hay que sumarle un submundo de aprovechadores, que han propagado historias sórdidas como una supuesta ‘festinha’ con profesionales del sexo, con todos los ingredientes extracampo que se le atribuyen recurrentemente al crack. Todo puede desembocar en una demanda del jugador y de su padre, pero, al fin y al cabo, solo ha desgastado aún más su imagen en su país.
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