¿De verdad que alguien querrá ganar el Brasileirao?

La gran mayoría de equipos abdica de luchar por una liga con un gran desgaste y se centra en los torneos del KO

El Atlético Mineiro, campeón la última temporada, es el gran favorito de un torneo que empieza este fin de semana

El Atlético Mineiro y el Flamengo son los dos últimos campeones brasileños

El Atlético Mineiro y el Flamengo son los dos últimos campeones brasileños / Pedro Souza / Atlético

Joaquim Piera

Joaquim Piera

El Brasileirao empieza este fin de semana con un número de candidatos al título reducidísimo: el Atlético Mineiro, que es el vigente campeón, el Flamengo… y, quizás, se suba al carro el Palmeiras, porque con Abel Ferreira se lo han jugado todo a las Copas y no le ha salido nada mal, con dos Libertadores seguidas. El resto intentará entrar en la Libertadores. Esta deserción colectiva es insólita y rompe con la máxima que no hay la liga más disputada y con más equipos grandes que la brasileña.

Sin la existencia de torneos de tiro corto como el Apertura y el Clausura, como sí ocurre con otros países del continente, el Brasileirao se convierte en una carrera de fondo larguísima y llena de obstáculos. Con un calendario sobrecargado, se afrontan 38 en un país de dimensiones continentales (hay más de 4.000 km. entre Fortaleza y Porto Alegre), en que, en tres días, se pasa de jugar con temperaturas de pleno invierno, por debajo de los 10 grados, a encarar clima tropical.

Con el desgaste añadido que implican las competiciones continentales, con desplazamientos muchas veces dantescos, los clubes abdican del Brasileirao, porque no tienen plantilla de calidad, como ocurre en Europa, para encarar dos frentes. Y, consideran, que tienen más posibilidades de éxito en las competiciones cortas.

El resultado es que clubes como el Corinthians, el Ath. Paranaense, el Sao Paulo, el Fluminense, el Red Bull Bragantino o el Internacional apuestan todas sus fichas en algún torneo del KO, lo que acaba provocando que los equipos que están en competiciones continentales (¡son 15 esta temporada entre la Copa Libertadores y Copa la Sudamericana!) coloquen sus reservas en las compromisos ligueros

Y, claro, el nivel de la competición se resiente con una multitud de encuentros insípidos. Además, hay la creencia, que, como la liga es muy igualada, hay la posibilidad de enderezar el rumbo en la segunda vuelta, lo que, a veces, no acaba de ser del todo cierto.

UN BRASILEIRAO CON MENOS CLÁSICOS

La crisis de los históricos, como el Vasco da Gama, el Cruzeiro o el Gremio, que ahora están en la Serie B, ha quitado brillantez al campeonato, imposibilitando la disputa de clásicos en Porto Alegre (el Gre-Nal) o en Belo Horizonte (Cruzeiro-At. Mineiro), porque el América es un club con muy poco torcida, o reduciéndolos en Río, donde ya no hay el Flamengo-Vasco, el Vasco-Botafogo o el Vasco-Fluminense.

La eliminación del play-off entre los ocho primeros clasificados a partir de la edición de 2003 y la formación de una liga al sistema europeo, con dos vueltas, es una fórmula que ha tocado techo cuando ha chocado frontalmente con los intereses de la Conmebol, que ha inundado las competiciones continentales con equipos brasileños.

Y la CBF, que ha sufrido un vacío de poder hasta que su presidente Rogerio Caboclo, acusado de acoso sexual, ha podido ser destituido, se ha mostrado errática incapaz de dar más barniz a su competición estrella. De hecho, la Confederaçao se ha arrojado piedras sobre el propio tejado con los premios millonarios de la Copa do Brasil que no han ayudado en nada estimular el apetito liguero.