La selección española y el fuego amigo

Luis Enrique celebró la clasificación para las semifinales

Luis Enrique celebró la clasificación para las semifinales / EFE

Javier Giraldo

Javier Giraldo

La selección española compareció en la Eurocopa rodeada de sospechas y víctima del fuego amigo: las balas procedían de los propios cuarteles, circunstancia siempre extraña tratándose del equipo que debería aunar voluntades en el fútbol español. Todo era criticable, a pesar de que España se clasificó con comodidad para el torneo y ya está en la final a cuatro de la Nations League. 

La personalidad del seleccionador y su relación con los medios de comunicación han condicionado absolutamente todos los análisis. A Luis Enrique no le perdonan que no comulgue con según qué medios y que sea un tipo directo y sincero (demasiado sincero, a veces).

Pero que eso ensucie y manche todos los análisis habla muy poco sobre la capacidad del periodismo para estudiar fríamente las virtudes y los defectos de un equipo.

¿Defectos? Por supuesto: España no es un equipo demasiado solvente en defensa y tiende a desaparecer de los partidos en los momentos más inoportunos. No tiene un jugador de referencia y como tal, carece de un líder que pueda tirar del carro en momentos puntuales.

Pero esta selección tiene virtudes que muy pocos valoran: es un equipo joven, dinámico y comprometido con su seleccionador. Es un equipo con una irrenunciable vocación ofensiva, que sabe jugar al pie y al espacio, por dentro y por fuera. Domina varios registros y siempre quiere el balón, un detalle de agradecer.

En el plano psicológico, la selección ha ofrecido más de una lección. Aunque caiga en semifinales frente a Italia, habrá firmado una Eurocopa de mucho mérito, en un ejercicio de resiliencia que muchos psicólogos podrían utilizar como ejemplo en su trabajo.