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Manolo González, sobre la rivalidad en Barcelona: "Convivimos con un monstruo al lado"
El técnico del Espanyol se sinceró en 'Revista Panenka' sobre su rol en el equipo y la competencia en los equipos catalanes

Manolo González, durante el partido en Montilivi / David Borrat
Manolo González habló sin tapujos. El técnico del Espanyol concedió una entrevista a la revista digital 'Panenka' en la que abordó diversos temas personales, sus hábitos como entrenador y su profunda estima por el club con el que creció: el Espanyol. El de Folgoso de Caurel (Lugo) es más perico que nadie. Siente los colores en la sangre y, desde su llegada a los banquillos hace ya dos temporadas, las cosas le han ido realmente bien. Llegó al primer equipo en 2023, logró ascender al Espanyol a Primera División y, la temporada pasada, consiguió la permanencia. Este año, el equipo marcha noveno, nada mal.
Cuando llegó al club, Manolo tenía otras ofertas de Segunda Federación, pero se decantó por el Espanyol. “Yo pude fichar por el Hércules antes de firmar por el Espanyol. Pero te soy franco: cuando vine nunca pensé que iba a acabar en el primer equipo. Estaba Luis García, y tenía una gran relación con él. Mi objetivo era que a él le fuese bien. Lo normal es que yo no hubiera llegado al primer equipo ese año. La lógica invitaba a pensar que Ramis (el sustituto de Luis García) acabaría la temporada o que vendría otro entrenador con nombre para ascender al equipo a Primera. No fue así, y aquí estamos”, se sincera en 'Panenka' .
El entrenador blanquiazul, que fue conductor de autobuses del club, disfrutó en su momento de esa etapa, aunque fuese solo un tiempo corto de su vida. A Manolo siempre le recuerdan esta faceta, cosa que le incomoda. "Si te soy sincero, no lo entiendo muy bien. Es de ser un poco básico. Además, como si fuera el único que ha trabajado… Ya me habría gustado a mí nacer multimillonario y haberme podido dedicar al fútbol toda la vida. No fue así y estoy muy orgulloso. Tampoco entiendo que la gente me relacione únicamente con un tema 'motivacional' o de gestión de grupo. No se ganan partidos solo por gestionar un grupo. Aquí hay gente en el cuerpo técnico que trabajamos mu - chas horas como para concluir que el Espanyol 'corre mucho'", afirma.
No leo nada ni tengo redes sociales
Sereno, sincero y con un punto de ironía que lo hace cercano, Manolo González no necesita impostar calma: la transmite de manera natural. A diferencia de muchos entrenadores, no busca refugio en los discursos ni en las apariencias. Su método para gestionar la presión es tan simple como efectivo: aislarse del ruido.
“Igual soy muy inconsciente, pero la presión la llevo bastante bien. Trato de aislarme todo lo que puedo. No leo casi nada, no tengo redes sociales, y luego tengo la suerte, porque es potra, de que los nervios no me afectan. Por la noche duermo fenomenal. Me acuerdo que cuando subí al primer equipo Fran Garagarza me hacía esta pregunta cada dos por tres. ‘Oye, ¿tú duermes bien?’. Y siempre le decía: ‘Sí, Fran. He dormido de puta madre’. Obviamente, sabía que el día del Oviedo era un match ball, o sea, si ganábamos no solo se me abrían las puertas del fútbol profesional; estaba en juego el futuro del club y de muchos trabajadores. Era, como se suele decir, puerta grande o enfermería”.
Esa naturalidad ante la presión define a un técnico que no se deja arrastrar por la ansiedad ni por la exposición mediática. Su manera de entender el fútbol pasa por centrarse en lo que realmente importa: el trabajo, el grupo y la confianza mutua. Mientras otros revisan titulares o se preocupan por lo que se dice de ellos, él prefiere mantenerse al margen. “No leo nada ni tengo redes sociales”, repite con convicción, casi como una declaración de principios en una era dominada por la opinión constante.
Un líder en el vestuario
Su liderazgo no se basa en gritos ni en jerarquías rígidas. Manolo cree en convencer antes que imponer, en generar respeto antes que miedo. “Al jugador lo tienes que convencer, eso es cierto. Pero a un jugador de Primera no lo convences solo con miedo. Mandando e intimidando no consigues nada. Mientras tú ganas te puedes poner el pelo rojo o una nariz de payaso. El problema es cuando pierdes. Yo siempre digo que la gestión surge después de la derrota. Si tú al jugador te lo ‘ganas’ con intimidación, el día que el equipo empiece a perder te estará esperando”.
Su mayor temor al llegar al primer equipo, admite, no era táctico ni físico, sino humano: que el vestuario no creyera en él. “Mi mayor miedo cuando llegué al primer equipo era que la plantilla no creyera en mí. Y eso uno lo ve rápido, no somos tontos. Si ves que un jugador pone caras o dos empiezan a hablar por un lado, dices, vale: ‘Estoy muerto’. Pero tuve la suerte de que me aceptaron muy bien. Me ayudaron muchísimo Cabrera, Puado, Sergi Gómez, sobre todo... Sin el jugador no somos nadie y el que diga lo contrario, miente.”
Esa cercanía, esa manera llana de hablar y de tratar al futbolista como persona antes que como pieza de un sistema, ha sido clave para que el grupo lo respete y lo siga. González no se presenta como un gurú ni como un salvador, sino como uno más que entiende que el fútbol se sostiene sobre la confianza mutua.
"Nunca nos ha gustado el Barça”
Aunque su acento y su historia estén ligados al fútbol catalán, Manolo no oculta sus simpatías ni su pasado. “Fue el primer equipo al que me acerqué cuando llegué aquí de niño. En mi casa, la verdad, nunca nos ha gustado el Barça. Y no lo digo porque esté en el Espanyol, la gente que me conoce lo sabe. No nos gustaba el Barça, ya está. Cuestión de simpatías. Yo siempre quise jugar en el Espanyol. Recuerdo ir a Sarrià cuando las entradas valían 500 pelas, y ver ahí a Maradona con el Sevilla, por ejemplo”, dice.
Su vínculo con el club blanquiazul va más allá de lo profesional: es emocional, identitario, casi familiar. Por eso, cuando habla del Espanyol y de su relación con Catalunya, lo hace con matices y con orgullo. “Sinceramente, yo no creo que los aficionados del Espanyol no se sientan catalanes. Al final es un tema que se ha vendido mucho: 'el Barça és l’equip català' y parece que ni el Girona ni el Nàstic ni el Lleida representan a Catalunya. Es lo que te digo, es un monstruo tan grande que al final parece que los demás estemos a un lado, pero yo a la gente del Espanyol la he visto siempre identificada con Catalunya y sus valores.”
Manolo González encarna precisamente eso: la otra cara del fútbol, la que no busca brillos mediáticos sino autenticidad, trabajo y pertenencia. Un entrenador que duerme bien, no mira Twitter (X) y prefiere hablar en el campo.
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