Comercio internacional

La UE se arma contra las guerras comerciales en pleno pulso con China

La Comisión diseña un marco legal para poder responder a boicots y amenazas de aranceles

El vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis.

El vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis. / EFE

Paula Clemente

La Unión Europea (UE) se ha cansado de que se blanda ante ella la amenaza del boicot comercial sin tener una forma contundente de respuesta. Ante esta situación, y con las relaciones con China considerablemente tensas, Bruselas ha presentado una propuesta de instrumento para poder desautorizar productos extranjeros, restringir derechos de propiedad intelectual, inversiones o incluso limitar el acceso al mercado europeo a países con quien se esté en conflicto.

Se trata de una herramienta que han llamado Instrumento Anti-Coerciones (AIC) y que se perfila como un marco legal que blindará a la UE en caso de que decida emprender medidas de este estilo como respuesta a nuevos aranceles, controles o restricciones a su comercio en el extranjero. La herramienta valdrá tanto para cuando el conflicto sea contra la UE en su conjunto, como para cuando afecte a un solo Estado miembro.

“No se dirige a un país en concreto”, ha asegurado este miércoles el vicepresidente ejecutivo de la Comisión y comisario de Comercio, Valdis Dombrovskis. “Es un instrumento horizontal que puede ser utilizado en reacción a distintas situaciones”, ha añadido. Pese al matiz, a preguntas de la prensa ha respondido que efectivamente el conflicto que se vive entre

China

y Lituania justifica que exista esta herramienta.

De acuerdo con un comunicado de la

Comisión Europea,

la idea es que su mera existencia disuada a otros países de amenazar con este tipo de ataques cuando se quieran forzar cambios en las políticas medioambientales o fiscales europeas. Precisamente, uno de los grandes conflictos con los Estados Unidos de

Donald Trump

 se desencadenó a raíz de la intención de la UE de endurecer la regulación fiscal de las grandes multinacionales tecnológicas norteamericanas.

Las potenciales contramedidas, insisten desde Bruselas, se aplicarían “únicamente como último recurso” cuando no exista otra forma de abordar el problema.

Más allá de la respuesta diplomática

“Por el momento, la UE no tiene ningún instrumento que específicamente lidie con la coerción”, afirman desde este organismo. Y sin una herramienta de este estilo, continúan, “la Unión y sus Estados Miembros recurrirán a medios diplomáticos convencionales, que no siempre son suficientemente efectivos”.

Hoy por hoy, la Comisión sí tiene la posibilidad de no renovar determinados acuerdos financieros o de oponerse a según qué operaciones de inversión, siempre que se cumplan una serie de condicionantes como que la medida sea temporal y proporcional al ataque recibido.

Sin embargo, con este nuevo instrumento, la UE podría sumar a estas medidas actuaciones sobre los bienes o servicios que ofrezca el país en cuestión o sus derechos de propiedad intelectual. También podría instaurar restricciones de acceso al mercado comunitario (a la contratación pública, a su capital, a autorizaciones de productos, etc.) y a programas de investigación.

El AIC, se explica en este mismo comunicado, responde a las peticiones del Parlamento Europeo y de varios Estados miembros. La propuesta, que se ha elaborado “tras una consulta pública en profundidad a escala de la UE”, deberá ser ahora debatida y aprobada por el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea.