Pierre Lemaitre: "El fútbol es la caricatura perfecta del neoliberalismo más puro"

Lemaitre, durante la presentación de su nueva novela

Lemaitre, durante la presentación de su nueva novela / Salamandra

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Pierre Lemaitre (París, 19 de abril de 1951) revolucionó el mundo editorial en 2013, cuando obtuvo el Premio Goncourt, el máximo galardón de las letras francesas, con su novela ‘Nos vemos allá arriba’. Fue entonces cuando el público descubrió toda su obra anterior, que había pasado totalmente desapercibida en España y de manera muy discreta en Francia: novelas como ‘Vestido de novia’ o ‘Recursos inhumanos’, pero también la serie policial protagonizada por el comisario Camille Verhoeven.

Lemaitre, que antes de publicar su primera novela a los 55 años ejerció de psicólogo y de profesor de literatura, acaba de publicar ‘Los colores del incendio’ (Salamandra), un viaje a la Europa de entreguerras que también es una suerte de secuela de la aplaudida ‘Nos vemos allá arriba’. Atiende a SPORT durante la promoción de su nueva novela.  

-¿Quién era Pierre Lemaitre antes de ganar el Festival de Cognac de 2006 con la novela Irène?

Un futuro novelista.

-Al principio no fue fácil: cuenta que le rechazaron veinte editoriales.

Así fue: al principio, las editoriales rechazaron mis novelas, pero porque no eran muy buenas… Me gustaría poder adoptar esa postura de novelista con talento ignorado por el sistema, pero está lejos de la verdad. Soy un hombre tardío. Si tengo algún talento, este me llegó tarde. Creo que las editoriales se decidieron, con sensatez, a publicarme en cuanto mis novelas se volvieron… publicables, por decirlo de alguna forma. 

 -Publicó su primera novela con 55 años. Nadie mejor que usted para animar a los escritores jóvenes (o no tan jóvenes) que quieren ver publicados sus trabajos por primera vez.

Evidentemente, no tengo lecciones que dar a nadie, pero la eclosión tardía de un novelista puede obviamente ser un aliento para aquellos a los que les cuesta tener éxito en esta profesión. Pero nadie, nadie, debe olvidarse de preguntarse a sí mismo: ¿por qué son rechazados mis libros? En esta profesión, como en cualquier tarea ambiciosa, solo hay una regla: ser imparable.

-¿Cuál es el secreto para atrapar al lector y no soltarlo hasta el final? Ese don, ¿se trabaja o es innato?

En este tema, no creo en lo innato. Tal vez exista una predisposición a narrar bien una historia, pero sin técnicas narrativas, esto raramente bastará para convertirse en un buen novelista. ¿Qué futbolista, qué ciclista, lograría una gran carrera sin técnica alguna? Lo que usted llama ‘el secreto’ de fábrica no es otra cosa que la respuesta a algunas preguntas elementales que el novelista debe hacerse, a mi entender, a lo largo de su trabajo: ¿Es mi escenario de apertura eficaz? ¿Qué sentimiento hará florecer este personaje en el lector? ¿Y en la lectora? ¿Qué espera el lector en este estadio de la narración? ¿Es bueno darle esto que espera, frustrarle o sortear este punto?

-¿Continúa enmarcado en la pared de su casa el cheque del Premio Goncourt por valor de 10 euros? ¿Qué representa para usted, es una manera de seguir teniendo los pies en la tierra?

Buena pregunta… Conservé ese cheque porque 10 euros no habrían cambiado mi nivel de vida de una manera muy espectacular. Si hubiesen sido 1.000 o 10.000 euros, mi postura tal vez habría sido distinta. En cuanto a ‘mantener los pies en el suelo’, tiene usted toda la razón: el éxito es muy embriagador… Tuve la suerte de ser lo suficientemente viejo cuando me llegó el éxito como para no equivocarme con su verdadero valor. Nunca he pensado que fuese un novelista excepcional por tener éxito. Pero si la notoriedad hubiese llegado a los 30 en lugar de los 50, no sé en quién me habría convertido.

-Se ha mostrado bastante escéptico con el traslado de las novelas al cine: ¿teme que la versión en pantalla que se haga de Camille Verhoeven le haga perder encanto a un personaje tan carismático, a pesar de que el actor que lo representará [Peter Dinklage] es toda una garantía? 

Hago memoria pero no recuerdo haber sido muy escéptico con las adaptaciones de mis novelas (a excepción de la que se hizo de mi novela ‘Cadres noirs’ [‘Recursos inhumanos’] para televisión, que fue una decepción mayúscula). Si lo fuera, no cedería mis derechos a los productores. En cuanto a ver a Peter Dinklage en el papel de Verhoeven, debo decirle que lamentablemente no fue más que una falsa promesa. Muchos productores prometen todo cuanto deseas mientras no tienen el poder sobre tu trabajo para tirar por la ventana todas sus promesas en cuanto ya no te necesitan, es muy clásico en este oficio.

-Una de sus referencias es Alejandro Dumas y ‘El conde de Montecristo’ porque habla de la injusticia y la venganza. En sus novelas siempre hay algo de lucha contra la injusticia y compromiso con la defensa de los más débiles. 

Sí, no me escondo: cualquier lector, tras una docena de páginas de cualquiera de mis novelas, puede comprender ‘desde dónde hablo’. Mantengo un profundo apego por la justicia social y mis novelas sirven, no para defender mis tesis (no es este el rol de la literatura), sino para permitir al lector confrontar su visión del mundo a la mía y sacar el provecho que desee de ello. 

-Es psicólogo de formación, pero ha comentado que cree más en el poder curativo de la literatura que en la propia psicología.

La influencia de las novelas en la historia es mínima. ¿Conoce usted una sola ficción, aparte de la Biblia, que haya tenido alguna influencia duradera en la historia del mundo? En cambio, pienso que la literatura sí tiene peso en la historia: la literatura ha hecho pensar a millones de lectores a lo largo del tiempo, dando una nueva luz a su propia vida, pero este peso no es cuantificable… afortunadamente, por cierto.

-Como fenómeno social, y teniendo en cuenta que Francia fue campeona del mundo hace solo unos meses, ¿hasta qué punto le interesa el fútbol? ¿O prefiere otros deportes, quizá el ciclismo, si es de los que veneran el Tour de Francia?

Existe una diferencia enorme entre el futbol en cuanto a práctica y el fútbol en cuanto a sistema. El Mundial de fútbol puede producir placeres estéticos y grandes entusiasmos. Es difícil obviar la potencia de la función ideológica que se le asigna y los intereses a los que sirve. ¿El ciclismo? Me encanta el ciclismo, que practico en la modalidad de paseo, pero no especialmente el Tour de Francia, que se me antoja a veces como una gigantesca farmacia sobre ruedas… Tengo gran admiración por estos corredores, pero el sistema que los rodea se ha descalificado hasta tal punto que renuncio a seguirlo. 

-¿Por qué cree que no existe una gran novela sobre un fenómeno tan masivo como el fútbol? Quizá es un deporte de masas, pero no un deporte literario como puede serlo el boxeo o el ciclismo.

¡Claro que existen buenas novelas sobre fútbol! Le pondré como ejemplo  ‘44 jours’ (‘The Damned United’) y ‘Rouge ou mort’ (‘Red or Dead’), ambas de David Peace. También las hay de Nick Hornby, de François Begaudeau, etc. En cuanto a la noción de ‘deporte literario’, tengo algunas dudas sobre su pertinencia: la novela puede alimentarse de cualquier tema y del talento del novelista, y el hecho de que dicho tema sea colectivo o individual no tiene, a mi juicio, mucha importancia.

-¿Es muy ingenuo pensar que el deporte, o el fútbol en particular, puede ayudar a cambiar el mundo? Muchos futbolistas lo intentan, y algunos, como Juan Mata (Manchester United) han pedido a sus compañeros que cedan el 1% de su sueldo a causas humanitarias y muchos, caso de Eric Cantona, ya se han unido.  

Sí, pienso que estos enfoques son muy ingenuos. Puedo tener interés en el fútbol como juego de balón (es fantástico jugar tanto como verlo) pero el fútbol como sistema es una aplicación perfecta, casi caricaturesca, de lo que es capaz el neoliberalismo en su versión más pura: distancia abismal entre los más ricos y los más pobres, corrupción, monetización de los resultados, gestión de los clubes como empresas capitalistas, mercantilización de las personas, etc. Ceder el uno por ciento del salario a causas humanitarias está muy bien, aportará dinero a las ONG’s pero tal vez estas personas se están comprando una buena conciencia a un precio muy barato.

-Su campo de acción es muy amplio: ha escrito novela negra, novela contemporánea y novela ambientada en la Primera Guerra Mundial y en los años posteriores. ¿Se ha planteado alguna vez fijarse en el mundo del deporte como escenario de alguna de sus obras?

Sí, pienso en ello cuando me proyecto en novelas que pudieran transcurrir en la mitad del siglo pasado (años 50 ó 70), una época en la que el deporte se cruzó con el mundo de los medios de comunicación. Pero, como puede ver por mis respuestas, no tengo la sensación de que complacería demasiado a los aficionados al deporte. Más bien tengo la impresión, mientras avanza esta entrevista, de estar perdiendo el poco apoyo que pudiera tener entre sus lectores…