Historia SPORT

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Guillermo Arriaga: "Cuando me premiaron en Cannes, alguien gritó mi nombre desde la tribuna: ¡era Maradona!"

El escritor y guionista mexicano llegó a jugar en el filial del Pumas: "Yo era como Sergio Ramos, pero sin talento"

Ganador del premio Alfaguara 2020 con 'Salvar el fuego', es seguidor del Atlante, "el equipo del pueblo", y un apasionado de la caza y el fútbol americano

El mexicano Guillermo Arriaga, ganador del premio Alfaguara 2020

El mexicano Guillermo Arriaga, ganador del premio Alfaguara 2020 / Rubén Márquez

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Ante todo, es un creador de historias. Lo demostró con los guiones de 'Amores perros', '21 gramos' y 'Babel', las películas dirigidas por Alejandro González Iñárritu.

También como novelista: después de 'El salvaje', Guillermo Arriaga publica 'Salvar el fuego', obra ganadora del Premio Alfaguara 2020 en la que vuelve a desplegar toda su fuerza narrativa: lucha de clases, violencia, pasión y narcotráfico en un escenario tan seductor como inquietante, su México natal.

En su novela, ambientada en México, abunda la violencia. Las noticias que suelen llegar a España desde México también suelen contener historias violentas. ¿Es para tanto?

México es un país muy complejo, muy vasto. Visto desde España, puede parecer un país en llamas, pero en todo caso eso sucede en determinadas zonas del país, no en el país entero. No vivimos entre balas. En la mayoría de los barrios de Ciudad de México se vive con cierta calma.

Tanto en sus guiones como en sus novelas, el ritmo es trepidante. El lector o el espectador se someten a una experiencia muy intensa. 

Cuando trato de contar una historia, intento hacerlo lo mejor posible, y con mi propio pulso. Cuando me pongo a escribir, no tengo ni idea hacia dónde va la novela. Tengo una noción muy vaga, pero voy descubriendo el relato poco a poco. Una ventaja que tengo es que la escribo como lector, como si no fuera yo el que la escribe, sino otra persona y yo fuese el que escribe al dictado. Creo que para un escritor es importante tener en cuenta ese punto de vista y saber ponerse en el lugar del lector.

O sea que en su caso, los cimientos de la historia, la arquitectura de la novela y los preparativos sirven para poco.

Sufro de déficit atención, así que planear algo siempre me parece complicado. Un viaje, por ejemplo. Así que imagínese; planear una novela me llevaría una vida entera. Carezco del sentido de la logística. Escribo a bote pronto.

"En realidad, la novela tenía otro título, ‘El león detrás del cristal’, porque los leones son hermosos cuando los ves tras el cristal. Si te los encuentras muy cerca, es probable que dejen de parecerte hermosos"

En 'Salvar el fuego' abundan los mexicanismos. En algunos pasajes conviene incluso tener a mano un diccionario, ¿no teme que eso pueda retraer a algunos lectores en España?

El ‘feedback’ que estoy teniendo en España, con las charlas, las presentaciones y los clubes de lectura, es muy positivo. La novela está funcionando muy bien. Esos juegos lingüísticos no tienen por qué ser un obstáculo, sino al contrario. También ocurre en México: dentro del propio país, a veces los hablantes de Ciudad de México no entienden las expresiones o palabras de otra parte del país, pero cuando escribo yo intento dar a esas palabras el contexto necesario para que todo se entienda sin demasiados problemas, seas de donde seas. 

"Si el fuego quemara mi casa, ¿qué salvaría? Salvaría el fuego". Una frase potente, del francés Jean Cocteau, para abrir boca.

 En realidad, la novela tenía otro título, ‘El león detrás del cristal’, porque los leones son hermosos cuando los ves tras el cristal. Si te los encuentras muy cerca, es probable que dejen de parecerte hermosos… Pero una vez confirmado el premio Alfaguara, mi editora, Pilar Reyes, me sugirió cambiar el título y acepté de buen grado. Creo que este título refleja mejor lo que es la novela. 

Como Miguel Delibes, usted también es un buen aficionado a la caza. 

Más que una afición, es una pasión; un rito que te pone en contacto con verdades sobre ti mismo y la naturaleza. Cazo con arco y flechas, no uso armas de fuego, algo que por cierto recomiendo a los cazadores. Cuando tengo una presa a la vista, empiezo a pensar en cómo sopla el viento, qué ruidos hay alrededor, cómo me voy a mover… y en el 99 por ciento de los casos, la presa se escapa. Pero es una manera de volver a la esencia de uno mismo. Cuanto más cazo, menos ventajas quiero tener sobre el animal. Te sirve para darte cuenta de cuál es tu posición en la naturaleza y en la cadena de alimentación. Todo lo que cazo, me lo como.

Tengo entendido que también jugó mucho al fútbol.

Sí, intenté llegar al fútbol profesional. Jugué en el equipo de reserva especial, una especie de filial, del Pumas, el equipo de la universidad de México. Yo era un tipo alto y corpulento, de 1,88 metros (aunque luego bajé tres centímetros debido a un accidente), y mi tamaño llamaba mucho la atención de los entrenadores, yo creo que por eso estaba en el equipo. No era un jugador demasiado técnico, la verdad. Era un Sergio Ramos, pero sin talento. Luego también jugué al baloncesto, estuve cinco años y nunca fui expulsado por cometer cinco faltas. ¡Me da la sensación de que era un jugador demasiado limpio!

"Cazo con arco y flechas, no uso armas de fuego. Y en el 99 por ciento de los casos, la presa se me escapa"

Jugó en el Pumas, pero se hizo seguidor del Atlante.

Sí, porque el Atlante no tenía equipo de reserva especial. Pero es el equipo del pueblo, fundado por albañiles como en Pachuca lo fue por mineros y claro, cómo no hacerse seguidor del equipo del pueblo. 

El Atlante ha sido un equipo nómada: lo trasladaron de Ciudad de México a Cancún, y de nuevo a la capital. En España es impensable algo así.

Claro, a un equipo como el Madrid o el Barcelona no los vas a cambiar de ciudad. Pero quién sabe, con los equipos más pequeños puede ocurrir. En el caso del Atlante, ahora ha vuelto a su casa, lo tenemos de vuelta en Ciudad de México y espero que ya no se mueva de ahí. 

¿Sigue siendo futbolero?

Siempre me gustó más jugar al fútbol que ver fútbol. Pero obviamente veo los grandes partidos: las finales del torneo mexicano, la Champions y por supuesto, el Mundial. En México, el fútbol es el deporte más popular con mucha diferencia, no hay la menor duda. Pero también me gusta mucho el fútbol americano, quizá incluso más que el fútbol, el baloncesto o el tenis. En Barcelona había un equipo, ¿no?

Sí, los Barcelona Dragons.

Te recomiendo ver algún partido. ¡Uno no se explican cómo esos tipos tan enormes no se matan cada vez que chocan! En México se transmiten los partidos de fútbol americano de Estados Unidos. Se calcula que hay unos 33 millones de aficionados al fútbol americano en México, un 20 por ciento de la población. 

Me gusta mucho el fútbol americano, quizá incluso más que el fútbol. ¡Uno no se explican cómo esos tipos tan enormes no se matan cada vez que chocan!

¿Le queda tiempo para otros deportes?

Me gusta el tenis. Ver jugar a Rafa Nadal, por ejemplo, me parece un privilegio. Soy un gran admirador suyo: a pesar de que tiene algunas limitaciones técnicas, saca los partidos gracias a una fuerza mental impresionante. Y el baloncesto: hace poco, tenía entradas para un partido de Ricky Rubio en la NBA y el partido se suspendió. ¡Me quería morir!

Usted tenía 28 años y vivía en México en el Mundial de 1986, la cumbre de Maradona. 

Estuve en la final de aquel Mundial. Tiempo después estuve con Maradona y le conté que durante aquel partido, me levanté varias veces de mi asiento para gritar ¡Maradonaaa, Maradonaaa! Y resulta que unos años más tarde, cuando me dieron un premio en el festival de Cannes, alguien se levantó en la tribuna y empezó a gritar, ¡Arriagaaa, Arriagaa! ¡Era Maradona! Ese mismo día me regaló una camiseta para mi hijo Santiago. Fue la última vez que lo vi. Tengo un gran recuerdo de él.