Carolina Marín, del flamenco a la reina del bádminton

Carolina Marín ya es leyenda del deporte hispano

Carolina Marín ya es leyenda del deporte hispano. / EFE

César Ger Aznar

Carolina Marín ha entrado ya en la Historia del deporte, con hache mayúscula, después de convertirse el pasado domingo en la primera jugadora de bádminton capaz de ganar tres Campeonatos del Mundo. Vigente campeona olímpica, cuatro entorchados europeos completan el extraordinario palmarés de quien es, en opinión cada vez más extendida, la mejor deportista española de la historia.

Todo comenzó un 15 de junio de 1993, cuando nacía en Huelva Carolina Marín Martín, una niña pizpireta y activa que pronto se volcó en dos grandes pasiones, el flamenco y el bádminton, deporte que comenzó a practicar en el Instituto La Orden de su ciudad natal. 

Hasta que en torno a los trece años de edad se le planteó una primera disyuntiva vital: o flamenco o bádminton, ya que por horarios y carga de trabajo no podía seguir compaginando sus dos pasiones. Por fortuna para el deporte, escogió la raqueta.

En 2009 comenzaron a llegar las medallas, una plata en el Europeo júnior y un oro en el campeonato continental sub’17. Carolina apuntaba a crack en una modalidad hasta entonces semidesconocida en nuestro país, una deportista en la estela de los SantanaNieto Ballesteros, míticos pioneros. 

En 2014, y después de una fugaz experiencia olímpica en Londres dos años antes, Carolina explotó. El ya legendario Europeo de Kazán (Rusia), donde subió al primer escalón del podio, puso a la onubense en la primera línea del deporte español, con el aldabonazo pocos meses después de su primer Mundial, logrado en Copenhague tras batir en la final a la china Li Xuerui.

Desde ahí, embalada hacia el éxito y al colofón que supuso el oro olímpico en Rio 2016, superando en la final a la jugadora india Pusarla Sindhu, precisamente su rival en la final del pasado domingo en la ciudad china de Nankín.

Pero Carolina supo después lo que es el lado amargo del deporte. En la cima del bádminton universal, a la española comenzaron a llegarle malos resultados y malas sensaciones que ha superado gracias también al paciente y minucioso trabajo de su entrenador de toda la vida, Fernando Rivas.

Trabajo y constancia, además de saber focalizar mejor los esfuerzos, han sido las claves en el renace de Carolina después de un 2017 para olvidar, con la única alegría del tercer título europeo tras superar a la escocesa Kirsty Gilmour

De vuelta en la Residencia Blume de Madrid, una decisión más que acertada ya que permitió a la jugadora centrarse de nuevo 24 horas al día en el bádminton, lejos de los focos, Carolina Marín ha regresado con fuerza en este Mundial. Más estilizada, más fibrada, con un trabajo espartano en cuanto a entrenamiento, dieta y estilo de vida, la deportista andaluza ha dejado atrás esas nubes negras y, centrada en los objetivos a corto plazo, es nuevamente la mejor del mundo en su especialidad. 

Este 2018 ya comenzó con una cita más que especial para la campeona onubense, ya que el Europeo se iba a disputar en su ciudad natal, más concretamente en el pabellón que lleva su nombre. Ahí ya se pudo ver a la ‘nueva Carolina’: De nuevo súperconcentrada en el juego, de nuevo con ese estilo fiero y repleto de calidad que le ha permitido llegar a lo más alto, su grito de alegría al alzarse con el entorchado continental retumbó en toda la ciudad. 

Rivas rodeó a Carolina de un equipo de especialistas como un optometrista y un psicólogo deportivo, convirtiendo la pista central de la Blume en el escenario de unas sesiones de trabajo durísimas, interminables, pero que han dado el mejor fruto posible. La mejor Carolina Marín está de vuelta, y con 25 años cumplidos la cita de Tokio 2020 emerge en el horizonte como un gran objetivo. Para la andaluza no hay nada imposible. Porque simple y llanamente es la mejor.