Mayweather-Pacquiao, algo más que un duelo

Boxeo rico... boxeo pobre

El Mayweather-Pacquiao de este sábado será una gran superproducción con sabor a Hollywood, actores secundarios de lujo y un escenario (Las Vegas) de cine

Pacquiao, un ídolo en Filipinas como Pedro Carrasco lo fue en España en la década de los 70

Pacquiao, un ídolo en Filipinas como Pedro Carrasco lo fue en España en la década de los 70 / sport

Carlos Galindo

Los dos púgiles son lo mejor que hay pero, ¿alguien se acuerda de los Alí, Foreman, Sugar Ray Leonard, Roberto 'Mano de Piedra' Durán...? En España pintan bastos. De la gloriosa década de los 70 se ha pasado a un presente inexistente y a un futuro sin esperanza...

El Mayweather-Pacquiao de este próximo sábado no permite ver lo que se esconde detrás de un bosque tupido por millones de dólares. La velada más mediática de todos los tiempos batirá récords de audiencia televisiva, de ingresos (por taquilla, publicidad...). Sería una necedad decir que hará de ‘oro’ a los dos púgiles porque tanto el estadounidense como el filipino ya nadan en dinero. El primero, a quien se conoce como Mr. Money, pasa por ser el deportista mejor pagado del mundo según la lista Forbes. El segundo, también multimillonario, se parapeta detrás de la Biblia para bendecir su fortuna. ¿Boxeo rico...? Sí, pero a medias, porque detrás de esa velada hay una realidad bien distinta. A saber: cada vez hay menos boxeadores en los Estados Unidos. Harlem está dejando de ser el barrio peligroso que fue y el alcalde de Nueva York lo quiere convertir en un lugar de moda, incluso bohemio, mientras que en el sur profundo hace ya años que se manejan con teléfonos móviles, tablets y ordenadores. La sociedad del bienestar, que dicen. Nada es lo que era. En España, la realidad es más simple: el boxeo se encuentra en estado catatónico y tiene los días contados a no ser que surja de la nada una figura insustituible como es la del empresario promotor-organizador. Alguien que esté dispuesto a poner dinero de su bolsillo aún a riesgo de no recuperarlo.  

En el Mayweather-Pacquiao todas las cifras que se manejan son alucinantes. Así, el que consiga la victoria, además del Título Welter del Consejo Mundial de Boxeo, se llevará a casa más de un millón de euros, que esa es la valoración aproximada del cinturón, una pieza única confeccionada por 20 artesanos, compuesta de 3.017 esmeraldas y cuyo peso es de un kilo de oro macizo. Las letras y los medallones -donde aparecen las caras de Muhammad Ali, José Sulaimán, Pacquiao y Mayweather- están confeccionados en ese mismo material. El fajín, de color azul, está realizado en piel de Ferrari.

La pelea moverá 1.000 millones de dólares aproximadamente y los ingresos serán de 500. Mayweather se llevará un 60% del total de la bolsa (180 millones) y Pacquiao, un 40% (150). Ocurra lo que ocurra. 

Este combate tendrá repercusión mundial gracias a la televisión -por esa razón, ha tardado seis años en cerrarse el acuerdo-. Los derechos televisivos de Pacquiao pertenecen a la cadena HBO mientras que los del estadounidense, a Showtime. Sin embargo, ambas televisiones han llegado a un acuerdo para realizar una retransmisión conjunta.

16.800 afortunados presenciarán el combate en directo, previo pago de la entrada cuyos precios oscilan entre los 1.000 y los 22.000 dólares si bien en reventa ya se han alcanzado los 120.000 dólares. El ‘promotor’ de este combate se embolsará 74 millones de dólares. Para que se hagan una idea: 14 veces más que las ganancias que generó la pasada edición de la Super Bowl.

Pero si hablamos de extravagancias, Floyd Mayweather, también conocido como Pretty Boy, es el ‘rey’. El boxeador, acostumbrado al derroche, ha encargado para el combate un protector bucal de oro, diamantes y billetes auténticos de 100 dólares. Este accesorio le ha costado 23.000 dólares, una cantidad 'insignificante' para alguien que hace gala de ostentación y se deja fotografiar en un cama rodeado de fajos de billetes o con su flota de vehículos de lujo: dos Bugatti Veyron, un Bugatti Gran Sport, dos  Ferrari 458 Spider, un Lamborghini Aventador, un Porsche 911 Turbo S, y un Ferrari 599 GTB Fiorano, además de un avión privado. 

El boxeo, como negocio, genera beneficios incalculables y cuando hay un combate, las apuestas se disparan y alcanzan cifras multimillonarias. Este deporte tiene muchos seguidores en países como Estados Unidos o Filipinas, que llenan polideportivos y pabellones cuando se celebra una pelea importante. En los Estados Unidos hay casi 18.000 boxeadores profesionales, unos 50.000 amateurs y 1,5 millones de practicantes (en los gimnasios). En un combate de promoción, un púgil puede cobrar entre 3.000 y 10.000 dólares.

El caso de España, en cambio, es paradigmático. En los años 60-70 se vivió una etapa de esplendor. José Legra, nacido en Cuba, fue nacionalizado pocos meses después y se convirtió en un ídolo de masas. Su técnica refinada hizo que el boxeo se situara por detrás del fútbol y de los toros. Pedro Carrasco consiguió arrastrar a una plaza de toros a 20.000 personas y se embolsó una verdadera fortuna por pelear -más de 5 millones de las antiguas pesetas por un solo combate- mientras que José Manuel Urtain se convirtió en uno de los púgiles más taquilleros en un momento en que España era una de las mejores plazas del boxeo en Europa. Fue la década en la que hubo dos campeones del mundo (José Durán y Miguel Velázquez) y los boxeadores eran estrellas e incluso hacían cine –Legra participó en ‘Cuadrilatero’, de Eloy de la Iglesia y Carrasco protagonizó 'El marino de los puños de oro', además de casarse con la folcklorica Rocio Jurado. Ahora el boxeo español está muerto. Nadie apuesta un euro; no apoyan las televisiones ni los medios informativos, que solo se refieren a este deporte en caso de escándalos o tragedias. Los jovenes ya no van al gimnasio porque no tienen referentes. Organizar una velada de promoción puede costar entre 10 y 15.000 euros y si ya tiene cierto nivel, -combates entre profesionales con algún título en juego-, de 30 a 50.000. Un boxeador joven percibe unos 600 euros por velada. El parón de los 80 enfrió a la afición hasta la irrupción de 'Poli' Díaz, 'El Potro de Vallecas', otro fenómeno que llenó el Palacio de los Deportes de Madrid. Pero la alegría duró poco. Javi Castillejo y Xavi Moya fueron los últimos de la lista. Y el boxeo se hundió en el fango hasta desaparecer. Una pena. Lo del sábado solo serán fuegos de artificio.