Boston vibra otra vez con los Red Sox

El equipo de béisbol de la ciudad, condenado a una hambruna de títulos durante 86 años, se coronó el pasado domingo campeón de la Series Mundiales, la final de la liga profesional estadounidense, por segunda vez en cuatro años

Al igual que en 2004, cuando arrollaron a los Cardinals de Saint Louis, los Red Sox barrieron esta vez por 4-0 a los Colorado Rockies. Su triunfo coincide, además, con la crisis de los Yankees de Nueva York, su archirival en la Liga Americana. No sólo llevan seis años sin ganar el título, sino que acaban de prescindir del técnico Joe Torre, uno de los artífices de los cuatro últimos títulos de los Yankees.

Theo Epstein, el mánager general de los Red Sox, no pudo evitar, ya con el trofeo en las manos, acordarse de sus grandes rivales: "Si quieren compararnos con los Yankees a nivel de resultados, pues perfecto, ya que se trata de un referente increíble; si se trata de compararnos en la manera de hacer las cosas, creo que está fuera de lugar". Los Red Sox se sienten depositarios de las esencias de este deporte. Representan la vía romántica frente al estilo mercantilista de los Yankees, que posee con mucho la plantilla más cara de la Liga.

Algo hay de cierto, sin embargo, en las analogías que algunas voces han establecido entre ambos clubs. El fichaje del japonés Daisuke Matsuzaka es el mejor ejemplo. Este lanzador de 26 años fue tentado por tantos equipos que la Liga decidió subastar sus derechos. Boston ganó la puja con su oferta de 51 millones de dólares (40 millones de euros). Al jugador, novato en la MLB, le firmó un contrato de 40 'kilos' por seis temporadas. El acuerdo se produjo a 8.000 metros de altitud, en un vuelo privado fletado por los Red Sox y apenas unas horas antes de que expirase el plazo para alcanzar el acuerdo.

Matsuzaka ha estado a la altura de su fama, brillando en el tercer partido de la serie. Antes lo hicieron Mike Lowell, designado MVP de la final gracias a sus seis 'homeruns' y al 40 por ciento de acierto con el bate, y Jon Lester, determinante en el montículo en la cuarta victoria de Boston. A Lowell y Lester ya no sólo les une su victoria sobre el cáncer. Ahora también saben lo que es ganar las Series Mundiales.