Josep Serra, codirector de "Path to Everest": Solo Kilian puede documentar su historia allá arriba

El doble ascenso al Everest de Kilian Jornet cumple este mes de mayo 3 años

Josep Serra y Kilian Jornet en la presentación de la película en Barcelona en 2018

Josep Serra y Kilian Jornet en la presentación de la película en Barcelona en 2018 / Sergi Colomé

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Mayo es un mes en el que Kilian Jornet acostumbraba a irse a los Himalayas, lugar en el que ha vivido algunas de sus mejores aventuras. Hace 3 años, justo al final de este mes de Mayo, completó un doble ascenso al Everest. Por eso, a lo largo de este mes, bajo el nombre de ‘May to Everest’, compartirá en sus redes sociales y su web imágenes inéditas proponiendo actividades especiales.

También, aprovechando el ‘May to Everest’, charlamos con Josep Serra, codirector de ‘Path To Everest’ sobre la película que recoge el doble ascenso de Kilian Jornet a la montaña más alta del mundo y que está disponible aquí

Josep, ¿cómo terminaste codirigiendo ‘Path to Everest’?

Era 2016 y se formó un equipo para el proyecto. Seb Montaz se encargaría de filmar sobre el terreno. La historia y el guión iba a ir a cargo de Jaume Martí, un reconocido editor de cine con varios premios. Pero en 2016, Kilian no pudo completar el ascenso al Everest y en 2017 todo fue muy rápido. En apenas 15 días, Kilian fue a Nepal y subió dos veces al Everest y volvió con imágenes grabadas sobre ello.

¿Y ahí es cuando apareciste tú?

J.J.Bayona estaba montando Jurassic Park en Londres y necesitaba a su otro montador de confianza, Jaume Martí. Él no podía decirle que no. Se tendría que marchar hacía allí 3 semanas para trabajar en ese proyecto y no podría encargarse de la película sobre el Everest.

Se necesitaba a una especie de Señor Lobo de Pulp Fiction para que arreglase el problema. Me preguntaron si yo podría hacerlo. 

Y dijiste que sí.

Casi no conocía a Kilian. Era un gran reto. Tenía experiencia en documentales, ultra trails y montaña. También tenía un nudo en el estómago y unas cosquillas un poco más abajo. Pero sí, evidentemente, dije que sí. Afortunadamente para mí, nada fue como estaba previsto. Las películas son una combinación de personas, recursos e intenciones que coinciden en un mismo momento. Si modificas uno de estos elementos… el resultado, la película, cambia completamente.

¿Qué idea tenían Kilian y su equipo sobre la película?

Querían explicar de una forma diferente a la que lo habían hecho hasta ahora el último reto de Summits of My Life. Querían llegar a una mayor audiencia, no solo a corredores y amantes de la montaña. Querían ir más allá. Así, soñaban con una película que pudiese ser estrenada en cines y que tuviese una duración de más de 80 minutos. La película tenía que hablar no solo del último reto de Kilian en el Everest, sino también de su vida, de su historia de su figura… Tenía que funcionar como una película independiente para que cualquiera pudiese entenderla y descubrir a Kilian sin necesidad de saber algo de él antes. 

Con el objetivo ya claro, ¿qué fue lo primero que hiciste?

Revisar y comprobar el material que teníamos disponible para saber con qué imágenes contaba. Empecé a visionar lo más reciente. Lo de 2017. Había buen material pero muy escaso. Lo más destacable era que no se veía la cima, en ninguno de los dos intentos. 

Difícil, entonces.

Sí. Estábamos hablando de hacer una película donde el clímax ocurre en la cumbre del Everest y no lo íbamos a ver. Aquí el reto tomó su auténtica dimensión. La dificultad era extrema. Bueno, como todo lo que hace Kilian.

¿Y el resto de material?

Destacaban 3 secuencias brutales de Seb, que tuvimos claro desde el principio que estarían seguro en la película. Pero sumando eso seguíamos sin conseguir nuestro largometraje. Empecé a visionar todo lo que se había hecho antes: los documentales y clips en bruto de rodaje de Summits of My Life, los episodios de Salomon TV y un montón de imágenes donde Kilian se estaba grabando a sí mismo. Encontré algunas perlas, pero todavía faltaba algo. Estuve 2 meses enteros mirando y revisando material, remontándome hasta imágenes de su infancia con amigos y familiares. Para el guión comencé a trabajar en una pizarra de 4 metros cuadrados que luego convertí en una versión transportable con post-its. Cada post-it era una escena posible que ordenaba, depuraba, volvía a ordenar… intentando descubrir cómo ordenar el puzzle. 

¿Y cómo lo lograste?

Un día encontré un vídeo de Kilian, en el que decía lo siguiente: “Me siento sucio de alguna manera, sucio por la admiración de la gente. Sucio por este mundo fanático, por eso necesito limpiarme a mí mismo. Y la manera que encuentro para hacerlo es hacer algo que me acerque a la muerte”. Para mí, esa fue la clave. Más allá de las proezas físicas de Kilian, había una motivación personal, intensa y dolorosa. Y para mí eso era muy interesante y universal. En ese momento no conocía mucho a a Kilian y antes de continuar hablé con él sobre lo que encontré y le planteé el enfoque de la película: como, en la vida, siempre hay luz y oscuridad. Estuvo de acuerdo. El camino de la película estaba trazado pero todavía había huecos importantes por solucionar. 

¿Qué faltaba?

Una historia donde nadie critique nada del protagonista siempre parecerá más publicitaria que verdadera. Necesitábamos un contrapunto, alguien que levantara la mano para objetar, que pusiera un poco de picante en la historia y Reinhold Messner era perfecto para eso. Solo teníamos que convencerlo para que nos diera una entrevista. Nos llevó dos meses, varios correos electrónicos y una visita relámpago a su castillo-museo en el norte de Italia. Pero creo que valió la pena. Todavía hoy se lo agradezco. 

¿Y el Everest?

El Everest, la montaña en sí, iba a ser también uno de los personajes principales de la historia. Lo que ha pasado allí a lo largo de los años, los intentos, las expediciones... Eso había que contarlo pero ¿cómo? Los archivos son muy dispares, incompletos, caros... Casi todos los protagonistas están muertos y no tenía sentido volver a filmar otra vez en la montaña. Por eso, la solución de contar su historia a través de dibujos fue aceptada al instante. Solucionaba las últimas lagunas del relato. 

Han pasado ya 3 años desde el rodaje y producción de la película. ¿Qué has aprendido del proyecto de ‘Path to Everest’?

Creo que cada historia te pide como tiene que ser contada, con qué herramientas. En el caso de Path to Everest fue con la imperfección de lo auténtico. Sé cómo funciona la cámara y qué podemos hacer con ella. He estado en Nepal y sé lo difícil que es moverse allí. Y no conozco a nadie capaz de seguir a Kilian y filmarlo a más de 8,000 m siguiendo su ritmo. Puedes salir horas antes que él y esperar a que pase por un punto, puedes usar un dron si hace buen tiempo... Pero solo él puede documentar su historia allá arriba. Ahora que conozco a Kilian, creo que la mejor manera es compartir consejos y trucos con él para que sus selfies en vídeo sean cada vez mejores y para que si alguna vez vuelve a subir el Everest, pueda regresar con esas imágenes extraordinarias de la cima.