Entrevista

La Tristura: "Probablemente la Generación Z aún no se comprenda a sí misma"

La compañía de Celso Giménez y Violeta Gil presenta mañana en el TCM 'Future lovers', una obra que parte de un acercamiento a la Generación Z y llega a varias verdades universales sobre lo que supone estar vivo y observar cómo cambia todo

Itsaso Arana, Celso Giménez y Violeta Gil

Itsaso Arana, Celso Giménez y Violeta Gil / Mario Zamora

Santos Martínez

Dicen Celso Giménez Violeta Gil que siempre han pensado "en los momentos de cambio". "Los momentos en que te empieza a cambiar la cara o el cuerpo o la forma de percibir las relaciones íntimas, la amistad", especifican. De ahí surge Future lovers, una obra que junta a un puñado de chavales de la Generación Z en un escenario. Giménez y Gil –junto con Itsaso Arana, principales responsables de la compañía madrileña La Tristura– tenían 12 años cuando nació el primer Z, y, en esta obra, que mañana se presenta en el Teatro Circo de Murcia, no solo se acercan con benevolencia a los nacidos entre 1995 y 2000, sino que consiguen trazar varios lazos. Después de todo, ser joven siempre ha sido parecido: no hablar o hablar mucho, sobrereaccionar y, como decía David Berman, hacer llorar a tu madre. 

Dicen ustedes que la juventud sigue siendo, en algunos puntos, parecida a lo que era hace cincuenta años. ¿En qué?

Y quizá nos quedamos un poco cortos... Últimamente estamos trabajando en proyectos que están relacionados con épocas muy anteriores y te vas dando cuenta de que 2.000 o 3.000 años, en términos humanos de especie, son apenas algunos segundos si lo piensas en relación a la existencia de la Tierra. Entonces..., bueno, realmente siempre ha habido una juventud que siente que puede cambiar lo que ve, que puede mejorar lo que hay a su alrededor, que se revela. Que siente que sus mayores no han hecho todo el trabajo. Que deberían poder tener un mundo mejor. Y a parte de esto, esa frase tiene que ver también con un comentario que nos han hecho mucho durante estos cinco años de gira (normalmente, gente mayor que los intérpretes, de 50 o 60): "¡Pero si eso es lo mismo que yo hacía! Hablabas con tus amigos, bailabas, te sentías espléndido y querías comerte el mundo". 

Y esto queda de alguna manera retratado en Future lovers.

Sí, porque tiene que ver con ideas universales que atraviesan los tiempos. Puede ser en la plaza del pueblo de hace ochenta años, en la de hace trescientos o en la verbena de esta semana. Más o menos, en muchos sentidos, somos iguales y, también, claro, somos distintos. Hemos cambiado mucho, pero creemos que es más interesante, más revelador y más inspirador, ser conscientes de las conexiones. Porque vivimos en un mundo tan acelerado, donde el presente y el futuro inmediato parece que son lo único que importa, que se nos olvida que quizá lo que nos une nos ayude a entendernos (y a vivir) mejor.

Imagino que esos puntos en común les habrán servido de asidero para entender a la Generación Z. ¿Cómo surge Future lovers?

Seguramente tiene relación con las cosas que nos estaban preocupando en 2016, 2017, en medio de una gira larga con nuestra anterior producción, CINE. Empezamos a pensar en qué cosas estaban cambiando nuestra forma de relacionarnos con el mundo y en nuestra llegada definitiva a la edad adulta. Porque siempre hemos pensado mucho en esos momentos de transición, de cambio;en los momentos en que te empieza a cambiar la cara o el cuerpo o la forma de percibir la relaciones íntimas, la amistad. Y uno de las edades en las que eso ocurre es cuando terminas los años de instituto y comienzas la universidad o lo que corresponda.

 Dos de los protagonistas de Future lovers jugaron un papel importante en este proceso...

Sí, Siro y Gonzalo. Les conocimos en 2011 cuando trabajamos con ellos en Materia prima y justo pensamos que estaban en ese punto, empezando ese cambio. Pasamos mucho tiempo con ellos y empezamos a hablar, a ver qué les preocupaba, cómo les sentíamos nosotros. A partir de ahí fuimos construyendo un lenguaje común y el paisaje para crear Future lovers, no solo con ellos, sino para ellos.

Sin embargo, da la sensación de que la Generación Z es ‘más’ distinta a las anteriores de lo que ninguna otra lo ha sido. Los millenials se han comido los excesos de la generación anterior, pero de alguna forma hablan el mismo idioma. ¿Qué cambia en la Z?

Suponemos que todas las generaciones que irrumpen sienten que hacen una ruptura mayor que las anteriores. El mundo se acelera y los cambios son cada vez más agudos, más notables. Pero es verdad, parece que el lenguaje muta un poco entre la llamada generación Millennial y la Z; aunque, siendo sinceros, haciendo Future lovers nunca pensábamos en términos de generaciones estancas o definidas... Sobre todo porque son etiquetas o relatos que pueden ayudar a reflexionar sociológicamente, pero que también nos separan. Quizá por todas estas cosas, en las piezas de La Tristura hemos optado por buscar, por construir y por acercarnos a lo que nos conecta en lugar de a lo que nos separan.

¿Aspiran a que Future lovers se erija en relato generacional? El propio concepto parece una entelequia para los nacidos en 2000...

Las artes escénicas, el teatro, son al final un arte muy específico en el que caben muy poquitas personas… Pensando en ese contexto, es casi imposible afirmar que hemos generado un relato generacional. Sin embargo, después de cinco años de gira y de haber conocido varios países y ciudades, estamos felices con el proceso y con lo que sentimos que la pieza ha significado para mucha gente.

Martín Caparrós suele decir que el gran agujero de los millenials es que no son capaces de construir una idea de futuro. ¿Cómo se llevan los jóvenes de la generación Z con el futuro?

Es posible que uno de los filósofos más influyentes de estas últimas décadas en occidente sea Marc Fisher, y uno de sus principales conceptos es el de los ‘futuros cancelados’, esos que no llegan a existir jamás, que ni siquiera llegan a a poder imaginarse. No sé, esto seguramente tenga más que ver con el tiempo con el que vivimos que con esas ‘generaciones estancas’.

La primera prueba a la que te somete la vida para comprobar si ya eres un ‘viejo’ es la manera en que te enfrentas a la primera manifestación cultural que no te apela y, por tanto, es muy posible que no entiendas. A muchos millenials nos ha pasado con el trap. ¿Ustedes entendieron desde el principio a la Generación Z?

Quizá después de haber pasado tanto tiempo con ellos olvidamos cuántas cosas pudieron sorprendernos en un primer momento. Pero lo que es seguro es que no comprendemos completamente a su generación, como tampoco a la de nuestros padres ni, seguramente, a la nuestra propia. Y mirándoles también nos queda la sensación de que probablemente la generación Z tampoco se comprenda a sí misma todavía. Sobre todo porque nunca es fácil si no tienes distancia para entender dónde está el corazón de las cosas. Cuando estás viviendo el momento presente tienes una idea de lo que está ocurriendo que quizás con el tiempo se convierta en otra cosa bien distinta. Y de ese cambio de perspectiva que te da el tiempo, de esa grieta, nacen muchas veces las obras.

Dicen que pretenden que el espectador experimente alguna revelación sobre su pasado y su futuro. ¿Ustedes han llegado a alguna, escribiendo la obra?

Quizás cuando acabe el proceso y no hagamos más funciones sintamos una revelación más clara, pero de momento sí sentimos que haber convivido tanto tiempo con ellos nos ha hecho relacionarnos con la contemporaneidad de una forma fluida, más ágil; de alguna manera esto nos ha reconciliado con algunas cosas del pasado, de nuestra propia adolescencia (que a veces aún te pesan), con cosas que no supiste cómo afrontar, relaciones que se quedaron a medias y que ahora, de pronto, puedes colocar en otro sitio que no te produce dolor, sino que te hace conocerte mejor y enfrentarte a lo que está por venir de una manera más brillante.

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