Palmeiras fue horrible ante un River con garra

River apabulló a Palmeiras pero no fue suficiente para la remontada

El VAR terminó siendo el gran protagonista de un partido épico

Weverton

La figura del partido para Palmeiras al clasificar a la final de la Copa Libertadores / SE Palmeiras

Juan Arango

Juan Arango

Cuando llegó Abel Ferreira a la conferencia de prensa en el Allianz Parque, él dijo algo que dejó muy claro quién fue el mejor equipo: "Gallardo es mejor entrenador que yo". Hasta le hizo ese reconocimiento cuando terminó el partido. Es una autocrítica fuerte que se hizo el portugués y en medio de algunos elogios que recibió por llevar a Palmeiras a su primera final de Libertadores en 21 años, él sabía muy bien que este fue el peor partido que tuvo su equipo desde su llegada a tierras paulistas.

No hubo caras de alegría, eran más de alivio. No había una algarabía, era más agradecimiento que finalmente terminó el suplicio; de supervivencia y no de superación. Fue el suplicio de un partido mal plantado ante un equipo que tuvo más ganas, pero que las cosas al final de cuentas no le favorecieron. Y al final de cuentas, es así el fútbol. Algunos días te favorece y en otros no. Se puede ir al argumento barato de culpar al árbitro, pero depender en eso no te permite superar el obstáculo en su frente. River pudo quejarse de las decisiones del VAR, aunque fueron bien pitadas (tardías, pero correctas). Pero eso no les iba a ayudar, al contrario la victimización dentro del VAR hasta puede descarrilar en enfoque de un equipo. Esto no ocurrió.

Para varios, esto no era de esperarse ya que la mano de Ferreira se vio de manera rápida en su estilo de juego. Desde que llegó Abel Ferreira, el equipo apenas había recibido un gol en 11 partidos como local. Algo impresionante en el fútbol brasileño y le permitió volver a meterse en la pelea por el título liguero y están a dos pasos de un triplete con la posibilidad escasa de conseguir el Gran Slam doméstico, para ponerlo de otra manera.

Pero en este partido de vuelta, Palmeiras tuvo una regresión impresionante ya que enfrentaron a un equipo que entraba a este cotejo con mucha gana de mostrar su mística copera y llegar a su cuarta final en seis ediciones.

Una de las grandes ausencias que se notó fue la del joven volante Patrick De Paula. La presencia del jugador de 21 se hizo notar por la falta de marca y recuperación en la mitad de cancha. Nacho Fernández y Nicolás de la Cruz tenían mucho espacio para recorrer. En el caso de Fernández, la posibilidad de no tener que lidiar con Fernández le dio más tiempo con el balón a sus pies y ser un tormento a la zaga que retrocedió y tuvo que depender de Weverton para no ser avergonzados totalmente en su propia cancha, donde habían cientos de hinchas en las afueras brindando su apoyo.

¿GALLARDO Y SU WATERLOO?

Decir que este es un final para Gallardo suena como un locura, pero tiene su dosis de sanidad. El contrato termina este año y el golpe más fuerte para River sería perder a su "Napoleón". Ahora, se tendrá que ver si estaría dispuesto a tomar el gran salto al fútbol europeo donde ya lo esperan. Muchos creían que este partido era un trámite, pero el sagaz técnico hizo todo lo que estaba en su poder para que no fuese así. Esta no fue una despedida, pareció más carta de presentación para varios que van a desear sus servicios.

River cayó con las botas puestas y no hubo duda que varios lo vieron así, porque el Palmeiras de los últimos meses no apareció. En parte eso fue culpa de los brasileños, pero también un mérito innegable del equipo argentino que plantó bandera en tierras tan hostiles.

Se sabía que la llave podía cambiar con un gol. Dicho y hecho. Bueno, en este caso, fueron dos en el primer tiempo contra un Palmeiras que parecía al borde del nocaut y que el silbato del árbitro uruguayo Ostojich fue "la campana" que los salvó en esa oportunidad. En River, hubo pocos que resaltaron por un pobre rendimiento. Esto era un contraste total a lo que ocurrió en Avellaneda solamente una semana atrás. Hay que recordar que Rive llevaba tres partidos sin ganar, incluyendo un Superclásico que lo tenía controlado hasta que expulsaron a Enzo Pérez en esa ocasión.

Pero para Gallardo, su planteamiento era para matar o morir. Una línea de tres y carrileros le dio poca salida al equipo local y aún menos manejo. Eso no lo pudo

Cuando expulsaron a Robert Rojas, parecía que el partido iba a ser el momento apropiado para que Palmeiras controle el partido. Tenían un gol y un hombre de ventaja, pero cuando uno lo miraba, el equipo alviverde parecía jugar con ocho. Tenían cero control del balón y perdían el balón con mucha facilidad. Además habían tramos donde parecían nerviosos cuando tenían posesión del balón. Mucho de eso fue gracias a presión de River.

Palmeiras no tuvo un tiro al arco de Franco Armani. El remate de Zé Raphael en el primer tiempo fue la última amenaza. Solamente conectaron con un centro al área. Generaron solamente un tiro de esquina. Deben de sentirse afortunados que sobrevivieron, porque de no ser así esto no hubiese sido Waterloo... su propio patio se hubiese convertido en su Anfield.

Pero la lección queda, que si juegan así en una final única, ese puede ser su Maracanazo.