Messi guarda el Balón de Oro y ya juega la Copa América 2020

Así luce Messi con los seis Balones de Oro

Así luce Messi con los seis Balones de Oro / @francefootball

Vero Brunati

Vero Brunati

Las celebraciones por la obtención de su sexto Balón de Oro todavía no habían apagado sus luces cuando Lionel Messi declaró que cambiaría el premio por ganar una Copa América con la selección argentina. Desde anoche, el máximo ganador en la historia del célebre trofeo ya sabe el camino a recorrer para intentar una vez más alzar el título que se le ha negado cinco veces.

Será Chile el primer rival, el mismo con el que la albiceleste cerró su participación en el certamen de este año (ganó 2-1 el partido por el tercer puesto) y en el que el capitán del Barça fue expulsado tras un encontronazo con Gary Medel; el mismo que acabó con el sueño del GOAT en las finales de 2015 y 2016.

La Copa América es un reflejo fiel del fútbol sudamericano. No tiene orden ni concierto. La de 2020 será la cuarta edición en 6 años, y aunque la pretensión es normalizar su periodicidad a partir del año que viene e igualarla a la de la Eurocopa, la palabra de la Conmebol no es del todo fiable.

Como sea, para Messi resulta una bendición contar con una nueva posibilidad de cancelar la gran materia que tiene pendiente en su carrera: ser campeón con la camiseta de su país. Argentina no gana el trofeo desde 1993, una época en la que el rosarino ni siquiera se había acercado a los campitos del Grandoli, el club donde comenzó a deslumbrar con sus gambetas. Esta vez, como en 2011, la Copa se disputará en tierras gauchas, aunque en este caso la sede sea compartida con Colombia, donde se disputará la final, y el genial número 10 intentará que el desarrollo y el desenlace sean diferentes.

Si la derrota por penaltis en USA 2016 fue especialmente dolorosa para Messi –era la tercera caída al hilo luego de las sufridas en las finales del Mundial de Brasil y en Chile 2015-, tanto que le llevó a anunciar un nunca consumado retiro de la selección, la de 2011 no se queda atrás. Argentina, dirigida por Sergio Batista, completó una discretísima actuación, con empates ante Bolivia y Colombia en primera fase y caída por penaltis frente a Uruguay en cuartos de final. Pero sobre todo, con silbidos e insultos permanentes de los hinchas y una salvaje campaña en contra de buena parte de la prensa.

En esta ocasión, las circunstancias parecen ser diferentes. De la mano de Lionel Scaloni, la selección albiceleste atraviesa una fase de reconstrucción que comienza a vislumbrar cierta identidad de juego, incluso superando las expectativas iniciales, y el nuevo grupo que se ha formado encuentra a un Messi más maduro, más hecho, más líder.

La fiesta en París dio una nueva muestra de que la vida de Leo ha dado un giro notable. Alcanza con comparar su presencia con la de otros años en los que se llevó el trofeo. Ya no necesita ocultar su timidez detrás de trajes estridentes que llamen la atención. Ahora se viste con sobriedad y elegancia, se expresa con fluidez de político y mide la dimensión de cada palabra que pronuncia.

Incluso en la Argentina, y más allá de que todavía existe un sector de público que no acaba de aceptar su condición de ídolo y crack, el nivel de discusión en torno a su figura ha bajado unos cuantos decibelios. Quizás porque algunas de las más recientes actitudes del 10 –los enfrentamientos con Medel, Tité o Cavani en sus últimas actuaciones- lo hayan acercado un poco al peculiar comportamiento que el hincha argentino medio le exige a su capitán. Tal vez porque la mayoría se haya convencido, por fin, del amor incondicional que Messi expresa por la casaca celeste y blanca cada vez que tiene oportunidad.

Lo cierto es que, si los partidos iniciales de las eliminatorias para Qatar2022 que arrancan en marzo mantienen la tónica actual del equipo, el recibimiento que le espera en Buenos Aires, Córdoba y La Plata, las ciudades en las que Argentina jugará la primera fase –y hasta las semifinales, si queda primera o segunda en su grupo- será muy diferente al de 2011. Messi sentirá otro tipo de afecto por parte del hincha y el hincha verá otro Messi, un hombre que estará a punto de cumplir 33 años y seguirá persiguiendo un sueño que va más allá de todos los balones de oro: brindarle una alegría a la gente de un país que suda fútbol por todos sus poros.