La naturalidad como base de la tolerancia y la integración

El encuentro virtual, organizado por CaixaBank, entre el triatleta Álex Sanchez Palomero y un grupo de niños pone a prueba la importancia del respeto a la diversidad

Xavi Datzira

Nadie nace con prejuicios, sino que se van configurando a medida que uno crece en base a la educación recibida, sus referentes o los ejemplos de su vida cotidiana. Así que, en materia de respeto a la diversidad, más bien los adultos deben aprender de los más pequeños y no a la inversa. Prueba de ello es el encuentro virtual que ha tenido lugar entre el triatleta paralímpico Álex Sánchez Palomero –número 1 de su especialidad– y un grupo de niños para el reto 17 de CaixaBank de la serie #InconformistasDelDeportecentrado esta vez en trabajar la integración y la tolerancia desde la base. Una charla de la que se pueden extraer múltiples enseñanzas, aunque una por encima de todas: nada mejor que la naturalidad.   

Porque, de hecho, no hay nada malo en la diferencia. “Un mundo de gente igual sería muy aburrido”, dice una de las niñas participantes. “Cada uno de nosotros somos únicos y diferentes”, recalca otra. Y aquí, de nuevo, entra en juego esa manera natural de interpretar la vida de la infancia. “Muchas veces las sociedad nos valora al principio por nuestra discapacidad y no por quien realmente somos. Los niños, en cambio, se saltan esa barrera y conectan directamente contigo”, comenta a través de la pantalla Álex S. Palomero, que luce en su palmarés un bronce en 100 metros braza en los JJPP de Pekín 2008 y dos subcampeonatos del mundo y dos campeonatos de Europa en triatlón.

La cuestión clave en materia de integración –y esto es algo que el deporte enseña– es que las personas discapacitadas pueden hacer muchas cosas, “como cualquier otra”, y también hay muchas otras cosas que no pueden hacer y necesitan ayuda, “como cualquier otra”, recalca el triatleta. Y no pasa nada. Por ejemplo, cuando se pregunta a los niños cómo reaccionarían si llega a su clase un alumno en silla de ruedas, lo tienen claro: “Jugaríamos a juegos en los que él pudiera participar”. ¿Y podría hacer deporte? “Claro, con la silla de ruedas”.

Esfuerzo que vale la pena

Y aunque los más pequeños saben perfectamente qué es el deporte paralímpico, les cambia la cara cuando ven imágenes de lo que son capaces de hacer los deportistas con discapacidad. “Hacen cosas imposibles”, “son muy fuertes”, “se esfuerzan mucho para ganar y eso me gusta”, “entrenan mucho para sacar lo mejor de sí”… ¿Y se pueden comparar con los deportistas sin discapacidad física o psíquica? La respuesta es otra lección a apuntar con mayúsculas: “Son menos famosos, pero tendrían que serlo más”.

Unos comentarios que despiertan una sonrisa en Álex S. Palomero, quien considera que el deporte paralímpico representa una de las mejores herramientas para romper los prejuicios que rodean a las personas con discapacidad: “Los paralímpicos derribamos barreras y connotaciones negativas con nuestro esfuerzo y ejemplo diario. A mi hijo le digo que su padre es diferente porque tiene un brazo malo por culpa de un accidente, y él le da la misma importancia a eso que si soy alto o bajo o si tengo o no barba, y esto es algo que me llena”, comenta.

Los niños tienen un alto nivel de tolerancia y tienen claro que no hay nada malo en ser diferentes. “Si los adultos no les traspasamos nuestras limitaciones y prejuicios, ellos vivirán en el respeto y la diversidad”, dice el triatleta. ¿Y cómo conseguir que esto también implique al resto de la sociedad? “Hay que dar más visibilidad a las personas con discapacidad. Que se vea que no estamos encerrados sino que tenemos una vida corriente y formamos parte de esta sociedad”, concuye Álex S. Palomero. De nuevo, el concepto clave: ante todo, naturalidad.