Dramático despido de Cruyff

1996

1996 / sport

David Salinas

- A Núñez se le agotó la paciencia después de dos temporadas sin éxitos deportivos

- La extraña pareja Núñez-Cruyff puso fin a una convivencia que se inició en 1988 después de pasar por una montaña rusa de emociones

El ‘matrimonio’ entre Josep Lluís Núñez y Johan Cruyff, esa extraña pareja, estaba condenado al ‘divorcio’ desde que ambas partes se prometieron fidelidad en los primeros meses de 1988.

El idilio entre el presidente y el entrenador del FC Barcelona, ambos de una acusada personalidad e impetuoso temperamento, permaneció intacto a lo largo de ocho temporadas en las que fueron salvando crisis gracias a los títulos. Sin embargo, en mayo de 1996, cuando solo faltaban dos partidos para finalizar el curso, no hubo marcha atrás. Acabaron tirándose los platos por la cabeza... 

A Núñez se le agotó la paciencia después de dos temporadas (1994-95 y 1995-96) sin éxitos de peso. Solo se saboreó la Supercopa de España 1994-95, conquistada después de perder 4-5 en el Camp Nou gracias al 0-2 en La Romareda.

Además del fracaso deportivo, el presidente le reprochó el excesivo protagonismo que dio a sus familiares en el primer equipo. Y que los fichajes realizados, por los que se habían pagado fortunas en algunos casos, no dieran el resultado esperado.

Todo ello colmó la paciencia de Núñez, así como perder la Copa, la Copa de la UEFA y la Liga entre el 10 y el 20 de abril. El presidente envió al vicepresidente Joan Gaspart al vestuario del Camp Nou en la víspera de un Barça-Celta para que cesara a Cruyff.

El ‘padre’ del Dream Team encajó mal el despido y el encuentro derivó en un desagradable episodio de insultos. Y hasta voló alguna que otra silla. Hubo guerra dialéctica y el caso acabó en los tribunales.

Carles Rexach se hizo cargo del equipo en las dos últimas jornadas (Celta y Deportivo) y Núñez, para frenar el golpe, renovó a toda la plantilla y tiró la casa por la ventana en el capítulo de fichajes (fichó al brasileño Ronaldo por 2.500 millones de pesetas) para que el nuevo entrenador, el inglés Bobby Robson, empezara otro proyecto con la mejor plantilla posible.

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La polémica fue una constante

Algún día saldremos [del Barça] en globo», dijo Cruyff en una ocasión, cuando empezaron las diferencias con el presidente Núñez. Y no le faltó razón al entrenador de los Países Bajos...

La polémica fue una constante en su atribulada relación con el máximo mandatario azulgrana y la tensión fue en aumento con el paso de los años hasta convertirse en una guerra sin cuartel.

Núñez, al final, lo acusó de insubordinación («no quería hablar conmigo y se negaba a darme la lista de fichajes»), de amenazarlo («el día que le despidieron se acordó de mis difuntos») y de cometer errores imperdonables («no quiso ni a Suker ni a Mijatovic porque decía que 1.200 millones eran muchos»).

Cruyff lo acusó de envidioso, dictador («es un tirano sin alma») y dañiño («ha hecho mucho daño al barcelonismo y al catalanismo»).

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17 medallas para el deporte español en Atlanta

Los Juegos Olímpicos de Atlanta, como los de Barcelona, dejaron buen sabor de boca para la delegación española, que se colgó 17 medallas. No se llegó a la cifra de cuatro años antes (22) pero se superaron las previsiones y el deporte español siguió instalado en la élite mundial.

En Atlanta 1996 se sumaron cinco oros, seis platas y seis bronces, siendo las distinciones del metal dorado las más cantadas: Miguel Indurain, arrasando en la contrarreloj (ciclismo en ruta), gimnasia rítmica, waterpolo y vela (470 y Tornado).

La plata se la adjudicaron Fermín Cacho (1.500 m), Abraham Olano (ciclismo en ruta), Sergi Bruguera y Arantxa Sánchez Vicario (tenis) y Ernesto Pérez Lopo (judo).

Se colgaron el bronce Valentí Massana (50 km marcha), el equipo de balonmano (masculino), Rafael Lozano (boxeo), Conchita Martínez y Arantxa Sánchez Vicario (dobles femeninos de tenis) y Yolanda Soler e Isabel Fernández (judo).