¿Qué fue de... Xabier Eskurza?

Eskurza, durante su etapa en el Barça

Eskurza, durante su etapa en el Barça / IGNASI PAREDES

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Los problemas en la cadera le obligaron a dejar el fútbol a los 29 años y reciclarse rápidamente en asesor patrimonial de futbolistas. Licenciado en Empresariales, Xabier Eskurza también estudió para ser entrenador, director deportivo y representante.

Pero desde hace unos años trabaja en Podium and Trade, una consultoría para futbolistas en la que se embarcó con varios socios, entre ellos otro ex del Barça, José Mari. “Aún le tomamos el pelo con aquel gol que falló contra el PSG”, admite. Eskurza, “es un tío muy cachondo y se lo toma bien”.                                 

Asesoran a jugadores: les aconsejan inversiones, les ayudan en sus declaraciones fiscales, les orientan en la gestión de su patrimonio, etc. “Siempre se ha tenido la sensación de que conviene invertir en pisos, pero les hacemos ver, por ejemplo, que no es bueno poner todos los huevos en la misma cesta. Y también les preparamos para que gestionen sus cuentas cuando dejen su carrera como jugadores, porque a veces muchos tienen la sensación de que con un representante tal cual no es suficiente”, recuerda ahora Eskurza, que cada día devora cientos de kilómetros para estar cerca de sus jugadores sin perder de vista a su familia, con la que vive en Barrika, un pequeño pueblo costero cerca de Bilbao.

Cada año, cumple con el ritual de visitar el Camp Nou con uno de sus tres hijos, Luken, de 13 años, profundamente culé, por más que ni siquiera había nacido cuando su padre jugó en el Barça, en la temporada 1994-95. “Fuimos rehenes de la época que nos tocó vivir”, confiesa el exfutbolista vasco, cuyo paso por el Barça estuvo forjado por las lesiones y la mala suerte. En la memoria del culé, su caso quedó como paradigma de fichaje frustrado, el ejemplo de la decadencia del cruyffismo

Quizá todo empezó a torcerse en su primer día como blaugrana, cuando se presentó en la concentración de Holanda con el chándal del Athletic: ya sabía que no iba a seguir en el club de Bilbao, pero le tocó viajar a la pretemporada del Athletic (también en Holanda) y una vez allí, supo que la operación se firmaba: “Nos cambiamos los papeles con ‘Goiko’, yo me iba al Barça y él, al Athletic. Y me presenté allí con el traje del Athletic”.

De vuelta a Barcelona, ni siquiera tenía casa: “El ‘Pitu’ Abelardo, a quien conocía de la Sub-21, me alojó en la suya durante unos días, hasta que por fin pude ir a Bilbao y preparar la mudanza. También recuerdo que Bakero me ayudó mucho en los primeros días”.

Tenía 24 años y por primera vez, le tocaba vivir solo. “Mis padres trabajaban, mi novia estudiaba y quizá me faltó un poco ese entorno familiar”, confiesa. Se lesionó en su segundo partido con el Barça y estuvo cuatro meses de baja. Y le tocó volver precisamente en el 5-0 del Bernabéu. “Algunos no llegamos a aportar lo que se esperaba de nosotros”, cuenta ahora, pero sin una pizca de amargura. Perdió el tren del Barça, pero se subió a otros. 

Tampoco habla con rencor de otro tren que pasó por su vida y al que no se pudo subir, la medalla de oro de Barcelona 92. Estaba preseleccionado, pero la mili se cruzó en su camino. Entre abril de 1992 y enero de 1993 estuvo vestido de militar a tiempo parcial. Y además, antes del verano se lesionó de gravedad: una rotura de peroné.

“Vi la final olímpica con la escayola, pero para mí, es como si hubiera ganado esa medalla porque formábamos un grupo que ya venía de la sub-19”. Eskurza tuvo que colgar las botas demasiado pronto, a los 29 años. “No podía ni andar”, lamenta.

“Entre los 30 y los 40 años lo pasé mal, con dolores terribles”, hasta que se puso en manos de los doctores Guillén y Ribas. “Llevo dos prótesis de cadera y ahora estoy mucho mejor”, aunque aún arrastra una cierta apraxia en la pierna izquierda, la sensación de no dominar los músculos.

No juega al fútbol, pero disfruta de la bicicleta. Incluso ha viajado a ver alguna etapa del Tour con su padre, tan enamorado del ciclismo que nunca entendió del todo que su hijo fuese futbolista