Nueva exhibición de fútbol del Barça en el Santiago Bernabéu

Toni Frieros

Toni Frieros

Estaba cantado que Ernesto Valverde apostaría por el once de garantías. Y es que cuando una cosa funciona bien, no hay que tocarlo. Su premisa, como viene siendo habitual, era dominar la zona ancha, la cocina del fútbol. Y esa  decisión provocó un efecto colateral en el Real Madrid. Zidane, para contrarrestar esa decisión, sacrificó el talento y la creatividad de Isco para apostar por el músculo de Kovacic.

105711

Liga Santander

0
3
Alineaciones
Real Madrid
Keylor Navas; Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Casemiro (Marco Asension, m.73), Kovacic (Bale, m.73), Kroos, Modric; Cristiano Ronaldo y Benzema (Nacho, m.66)
FC Barcelona
Ter Stegen; Sergi Roberto (Aleix Vidal, m.90), Piqué, Vermaelen, Jordi Alba; Busquets, Rakitic, Paulinho (André Gomes, m.84), Iniesta (Semedo, m.76); Luis Suárez y Messi

En el Barça, por citar alguna novedad, llamó la atención la ubicación por la derecha de Paulinho, desplazando más al centro a Rakitic. Un 'centrocampismo' que provocó control del juego, del balón y pocas ocasiones de gol. Eso sí, el Real Madrid se hubiera podido adelantar en el marcador a los nueve minutos, pero Cristiano Ronaldo falló estrepitósamente. No sería la tarde del Balón de Oro.

El juego de control, serenidad y parsimonioso del Barça, que esperaba al Madrid muy bien colocado, ocupando todos los espacios, provocó que los azulgranas no pisaran el área de Navas hasta cumplido el cuarto de hora. Fue poco después cuando Vermaelen vio la tarjeta amarilla por detenerle a Modric cuando el Madrid ejercía de Madrid: al contragolpe.

Tuvieron que pasar treinta minutos para que el Barça gozara de su primera oportunidad. Y tuvo que ser un hombre de segunda línea, Paulinho, quien obligara a Navas a enviar a corner un balón medido servido por Messi. La réplica fue inmediata, a cargo de un Benzama desaparecido en combate. Su remate de cabeza se estrelló en la base del poste y se marchó fuera.

Fue en las postrimerías de este primer tiempo cuando pudimos ver un fútbol de más idas y venidas. Paulinho, con Messi Luis Suárez desaparecidos en combate, volvió a rematar a puerta. Así nos fuimos al descanso, con un Madrid que quería, pero que no podía. Con un Barça cómodo y seguro de sí mismo.

¡GRAN BARÇA!

Este Barça ya nos tiene acostumbrados a dormir los partidos a su antojo, a ser una gota malaya para sus oponentes, a desgastarlos... y cuando menos se lo esperan, le inyecta un veneno mortal. Así ocurrió en este segundo tiempo, que nada tuvo que ver con el primero. 

Cuando el Madrid más atacaba, la presión azulgrana y el dominio del balón provocaron que Rakitic encontrara una autopista que terminó en un certero pase a Luis Suárez. Y dentro del área el uruguayo no perdonó. Su disaparo batió a Navas y desesperó al Madrid, que empezó a correr como pollo sin cabeza persiguiendo sombras.

Lejos de perder la compostura, de dejarse dominar, el Barça siguió queriendo el balón, buscándole las cosquillas al Madrid. Y lo consiguió después de que Sergio Ramos volviera a ver una cartulina amarilla por su acostumbrada afición a sacar a pasear los codos.

A los diecisite minutos, una ataque azulgrana permitió a Luis Suárez rematar hasta en dos ocasiones en la misma jugada y cuando el balón entraba, Carvajal metió el brazo y evitó el gol. El colegiado Sánchez Martínez no tuvo más remedio que expulsarle y señalar penalty. Lo ejecutó con potencia, colocación y rabia Leo Messi. Un gol que celebró como si hubiera ganado la Liga. El y todo el equipo. Y con ellos, el barcelonismo.

Hay que reconocer que el Madrid, ni con diez, se rindió. Dio entrada a Nacho por un abroncado Benzema y después a Asensio Bale. No se entregó y tuvo en las botas de Modric el gol del honor.

Con todo a favor, y sabiéndose ganador, el Barça hubiera podido haber hecho más sangre. Semedo y André Gomes hubieran podido ampliar el marcador. Y cuando los socios del Madrid ya abandonaban sus asientos, apareció Messi para asistir a Aleix Vidal  para que este cerrara el marcador de un partido nuevamente histórico.

El Barça lo volvió a hacer. Volvió a ganar al Real Madrid y a silenciar el Santiago Bernabéu. Con una gran personalidad y un  juego solvente. Los blancos ya están a catorce puntos. Y el Atlético, a nueve. Si sabe gestionar este patrimonio, podrá cantar victoria. Antes, no.