Las historias de un Clásico que no se jugó

Crónica del Clásico que nunca se jugó

Crónica del Clásico que nunca se jugó / Jordi Delgado/Rubén Moreno

Jordi Delgado

Barcelona, 26 de octubre de 2019, 1 de la tarde, día de Clásico. En condiciones normales, la ciudad estaría engalanada para celebrar uno de los partidos más esperados del año. En cambio, nos encontramos con un Camp Nou vacío y cerrado a cal y canto por decisión de LaLiga y el Comité de Competición de aplazar el partido debido a los incidentes en la Ciudad Condal la semana pasada.

En Sport, hemos ido a los alrededores del estadio del FC Barcelona para conocer el ambiente de un Clásico que pudo haber sido y nunca fue.

La decisión de no seguir con el partido ha influido en mucha gente, y más teniendo en cuenta las magnitudes del choque. Comercios, turistas que focalizaron su viaje a Barcelona en el partido, vecinos de la zona preparados para un tsunami de aficionados… todo ha quedado en nada y nos tendremos que esperar, a priori, al 18 de diciembre.

Los comercios de la zona, afectados

Marc Belmonte, director del restaurante Taller de Tapas, en la esquina del Camp Nou, confiesa que “era de esperar” que el partido se moviera de día: “Nosotros habíamos intentado ajustar al máximo toda la compra para no tener mermas en caso que hubiera una cancelación de ese Clásico.”

Además, Belmonte afirma que “habrá consecuencias” para el restaurante ya que el “Clásico no se verá de la misma forma, además que a nosotros nos afecta mucho el tener una previsión para un día y que finalmente no se acabe realizando”. En ese sentido, el director de Taller de Tapas dice que las cantidades de comida y bebida que se piden son mayores el día de partido y se multiplican los días de Clásico, en los que el restaurante puede facturar entre 12.000 y 14.00 euros.

En la misma línea, Lluís Ferreras, trabajador de la ya clásica churrería en la salida del estadio, declara que para el negocio, aplazar el Clásico, “económicamente ha afectado bastante porque habría sido una gran jornada laboral”.

“Durante la semana hemos trabajado muy bien y pensábamos que el partido seguiría adelante pero cuando supimos la noticia nos dimos cuenta que al final la terminaríamos en bajada y por lo tanto no generaríamos lo que esperábamos”, concluye Ferreras.

Viajar medio mundo para ver un Clásico en directo

Un Barça-Madrid atrae a público de todo el mundo. Éstos, planean el viaje con mucho tiempo de antelación y la ilusión de ver un partido de estas características en directo es un motivo más que justificado para gastarse grandes cantidades de dinero.

Óscar Mora y su hijo José Eduardo, con entrada para el partido, vinieron a Barcelona desde Guatemala “especialmente por el Clásico” y era la primera vez que estaban en la ciudad.

En estos casos, el club ha devuelto el dinero a los aficionados que adquirieron los boletos, pero muchos no pudieron cancelar el viaje. Esta familia decidió mantener sus planes y, al menos, para saciar su sed, podrán ver el partido del martes ante el Valladolid.

Un caso diferente es el de Teodoro Agostino, de Sao Paulo, Brasil. Agostino se encontraba en Barcelona por un Congreso y había pensado en asistir al partido, aprovechando su estancia. “Infelizmente”, no ha podido comprar su entrada en la zona VIP, como había pensado, ya que consideraba que podía vivir un “momento especial”. Agostino volverá a Brasil con la esperanza chafada de haber asistido a un evento irrepetible.

Otros turistas tenían la suerte que sus vacaciones coincidían con el partido, pero su estancia no ha sido la misma debido a la decisión de aplazar el partido. Rubén, María, Ingrid, Marta y Catalina, de Málaga y Nueva York, querían comprar entradas para el partido y así sacar más jugo de sus días en la capital catalana: “Pensábamos en comprarlas por internet pero después supimos que había una huelga, manifestaciones y que cancelaron el partido, así que no pudimos.”

“Nos hubiera hecho mucha ilusión ver un ambiente de Clásico, que estuviera lleno… Pero bueno, nos hacemos la foto y nos llevamos un bonito recuerdo”, afirma el grupo de turistas.

Otro de los ejemplos es el del exazulgrana Ronald Koeman, que se encuentra en Barcelona estos días ya que había viajado también para ver el partido.

Los vecinos esperaban el ambiente

Germán, que pasea por su barrio con la camiseta de la selección de su país natal, Argentina, proclama que aplazar el Clásico es “una decisión injusta” ya que “hoy era un día para que la comunidad catalana se manifestara pacíficamente en el estadio y no dejaron realizarlo”. Además, Germán pasa el día con unos amigos de Estados Unidos que habían pedido vacaciones en su trabajo y compraron entradas para el esperado choque, pero que se han tenido que conformar con ver el museo.

El vecino, nostálgico para vivir una nueva jornada de gran masificación a los alrededores del campo, dice que “hoy no hay ambiente. Es totalmente diferente lo que hay hoy aquí y lo que tenía que ser el ambiente de un Clásico”.

Lo que hoy era un estadio solitario hubiera podido ser, de nuevo, la gran fiesta del fútbol mundial. Un campo en el que a priori se debían de escuchar más de 90.000 personas dejándose la voz animando a su equipo sin descanso. Ahora, un césped desierto y solitario es ocupado por el tímido cantar de los pájaros que campan a sus anchas por el impoluto verde, y se mezclan con el habitual ruido del tráfico de Barcelona, silenciado cada vez que se disputa un Barça-Madrid.  

Precisamente el ruido fue el motivo de la suspensión. El ruido y los incidentes de las protestas la semana pasada en Barcelona que han enmudecido al Camp Nou cuando más tenía que haber rugido.