El Clásico se queda en agua de borrajas

El fallo que humaniza a Leo Messi

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Anunciado como el Clásico más igualado de los últimos tiempos, el partido cumplió con la premisa. Otra cosa fue el fútbol, que solo apareció a cuenta gotas. En un partido al que le faltó pasión, protagonistas y esos momentos memorables que quedan en la retina de los clásicos. 

El duelo se jugó de igual a igual, pero hubo más conformismo que juego. Y este Clásico solo será recordado por las protestas y movilizaciones fuera y dentro del Camp Nou de Tsunami Democràtic. Uno de esos episodios que contribuyen a que el lema ‘més que un club’ sea algo más que un eslogan publicitario

Una vez empezó a rodar el balón, los incidentes se quedaron fuera del Camp Nou, aunque no faltaron cánticos reivindicativos, y se pudo ver una pancarta gigante con el ‘Spain, sit and talk’. Para entonces la atención ya estaba en el césped.  Y ahí Barça y Madrid jugaron un partido de perfil bajo. 

Ocurre a menudo con las cosas que se hacen esperar (y este ha sido el Clásico más largo de los últimos tiempos). Cuando finalmente llegan a veces cunde la decepción.

La puesta en escena de los dos equipos reforzó algunas premisas que acompañan esta temporada a los dos equipos. En el Barça, que ante rivales de peso no le cuesta renunciar a la posesión. Y en el Madrid, que la falta de gol compromete sus objetivos más optimistas.

El Barça, a remolque

El partido se jugó con los papeles cambiados por momentos. Los blancos siendo protagonistas. Los azulgrana esperando su oportunidad desde el repliegue. Sin Busquets, la gran ausencia del once, y con Sergi Roberto en el centro del campo, la gran sorpresa.  

En el Madrid Isco fue el jefe de operaciones y Kroos mareó al Barça. Pero a los blancos les faltó contundencia, porque Bale no es Cristiano. Y porque Benzema no tiene el instinto asesino de Suárez.

En el Barça, Messi estuvo demasiado solo. El argentino sacó oro de todas sus intervenciones. Pero le faltaron socios. No fue la mejor noche del tridente y el Barça no tuvo ni gobierno ni autoridad en el centro del campo. Tampoco intimidación para cerrar al Madrid en su área.

El conjunto azulgrana pareció abonarse a la resignación. No tuvo la pelota, aunque compartió ocasiones con el Madrid. Faltó precisión en los últimos metros y cierta rebeldía, como si los dos equipos se conformaran con el resultado. 

Sobre todo el Barça, que solo se animó en la segunda mitad con la entrada de Ansu Fati. El jovencísimo delantero demostró personalidad a pesar de estar poco más de diez minutos en el campo. Tiempo suficiente para generar más dudas al Madrid que un Griezmann muy discreto. 

Tampoco faltó la controversia arbitral, que lamentó el Madrid, con Varane como protagonista. No hubo noticias del VAR, que una jornada más seguirá en el punto de mira.

“No hemos sabido salir de su presión alta. Y luego nos llegaban al borde del área y tenían posibilidad de disparo”, le concedió Valverde al Madrid. Pero le faltó grandeza al partido. El mejor anuncio de LaLiga se convirtió en un partido decepcionante.

Llegaron empatados los dos grandes del campeonato y acabaron los noventa minutos con la misma cara. Con el Barça líder pero con los mismos puntos y el humo colándose por la entrañas del Camp Nou. El Clásico más largo y comentado de los últimos tiempos terminó en agua de borrajas.