Primoz Roglic se pone la Itzulia por 'txapela'

El ciclista esloveno cortó a McNulty y Pogacar a falta de 60 kilómetros para coronarse en el País Vasco

David Gaudu ayudó al balcánico en la ascensión a Arrate y éste le permitió llevarse la última etapa

Primoz Roglic, escoltado por Vingegaard y Pogacar

Primoz Roglic, escoltado por Vingegaard y Pogacar / @BancoSabadell

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

La venganza es un plato que se sirve frío, aunque se lleve la sangre caliente. Porque el orgullo sirve para pedalear, para sentirse el más fuerte, del pelotón y del país, y ante una juventud que no perdona. Nunca se sabrá que habría pasado en la última etapa, y por lo tanto en la clasificación general de la Itzulia, finalizada en lo alto del Monasterio de Arrate, en Guipúzcoa, sobre los tejados de Eibar, si el jersey de líder no lo hubiese llevado el estadounidense Brandon McNulty con la obligación del equipo de Emirates, por imagen y estrategia, de tener que defender la primera plaza y hasta con la necesidad de sacrificar a Tadej Pogacar.

Pero Primoz Roglic, vencedor final, en una exhibición digna de enseñarse en las escuelas de ciclismo, difícilmente habría caído ante los tentáculos de su joven y maravilloso compatriota. ¿Se habrían presentado juntos en la última meta de la ronda vasca? Seguramente, o con una diferencia en segundos, que aunque hubiesen sido favorable al más joven de los eslovenos, habrían sido insuficientes para que Pogacar consiguiera su tercera ronda por etapas de 2021.

Roglic, en cambio, necesitaba el triunfo en Euskadi por muchas razones, al margen de comerse ese plato frío de venganza. Había perdido en el definitivo día clave las tres últimas carreras por etapas que había disputado; antes del Tour, el Dauphiné, donde no pudo tomar la salida en la etapa final por culpa de una caída, y después de la ronda francesa, en la París-Niza, en marzo, que perdió en el suspiro final de la prueba a consecuencia de daños colaterales; primero un accidente y luego una avería.

Pero, sobre todo, necesitaba la victoria en la Itzulia para demostrarse a sí mismo que no estaba viejo frente a Pogacar, nueve años menor, y para no volver a caer ante su paisano después de lo que para él, sin duda, fue una experiencia cruel: despedirse de la victoria en el Tour a un solo día de París, al sucumbir en la contrarreloj de la Planche des Belles Filles.

Y para ello se agarró no solo al manillar, sino al coraje y al orgullo para tirar como un poseso durante 45 kilómetros, poco después de que Pogacar se desenganchara del grupo principal para socorrer a McNulty que había entrado en crisis.

A partir de ahí la etapa fue una constante persecución entre Roglic que iba fugado por delante y acompañado de David Gaudu, vencedor en Arrate, y de Hugh Carthy, el tercer clasificado de la Vuelta, que sucumbió en la subida final. Detrás, Pogacar, una vez McNulty se hundió sin remedio, era el que tiraba del grupo perseguidor, con tal fortaleza y potencia que nunca anduvo por debajo de un minuto de diferencia. En este grupo siempre destacó Alejandro Valverde, con varios ataques, y sobre todo al ocupar la tercera plaza de la etapa para demostrar que a punto de cumplir 41 años sigue siendo el mejor del pelotón español, mucho mejor que Mikel Landa, que a duras penas resistió la rueda de Pogacar.

Seis días de carreras han servido para adelantar lo que pueden ser las escenas más importantes del próximo Tour. Nada menos que un duelo nacional esloveno, con invitados sorpresas, algunos ausentes de la Itzulia, con ciclistas como Egan Bernal que inicialmente se han decantado por el Giro.

Será un duelo donde difícilmente aparece ahora la imagen de alguien que pueda impedir esa pelea brutal y exagerada entre los representantes de un pequeño país de apenas dos millones de habitantes llamado Eslovenia pero que pedalea con fuerza en el ciclismo profesional gracias a Roglic y Pogacar (primero y tercero de la general de la Itzulia con el danés e integrante del Jumbo Jonas Vingegaard, intercalado en la segunda plaza). Fue, además, la segunda victoria de Roglic en la ronda vasca tras la lograda en 2018.