El Liverpool conquista Europa

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Blanco y rojo, como debe ser, se vistió el Wanda Metropolitano para recibir a Liverpool y Tottenham. Lleno absoluto de dos aficiones que, en las calles de Madrid, se comportaron. Los del Merseyside son más ruidosos e interactivos, mientras que los de Londres optan por pasar más desapercibidos. En la grada, pasó lo mismo.  Y eso es empezar a ganar.

El Liverpool tardó un minuto en presentarse  sobre el césped. Unas manos de Sissoko provocadas por Mané sirvieron para que Salah batiera a Lloris desde los once metros. Skomina estuvo algo riguroso, pero el VAR no entró para para confirmar el penalti. Un año después, el egipcio escribió un  cuento distinto: de irse al vestuario lesionado por una acción antideportiva de Sergio Ramos, a adelantar a su equipo a los dos minutos. "Never give up", lució en su camiseta el día del 4-0 al Barça. Pocos mensajes tan meridianos como el suyo.

El 0-1 convirtió al Liverpool en un equipo experto. Decía Klopp en la previa que el pasado les había hecho ganar experiencia. Y esa era la sensación. Pasaron pocas cosas hasta el descanso porque los 'Reds' trabajaron para que así fuera. Entendieron a la perfección cómo debían parar a  su rival y ejecutaron el plan con maestría. De hecho, el Tottenham, más allá de algún susto intermitente, como si enseñara la patita, pero sin atreverse a dar una patada a la puerta. Y así no se ganan las  Champions.

Jürgen Klopp, con su chándal y su gorra acompañando cada movimiento, no dejó de moverse, inquieto, desde su zona. Nervios lógicos, pero el trabajo previo estaba dando resultados porque los suyos tenían controlado al milímetro al Tottenham. No solo en el verde, sino también en la grada porque los 'scouse' eran los únicos que daban color al Metropolitano, en el que la afición del Tottenham, de vez en cuando, arrancaba  tímida algún cántico.

Un disparo de Henderson desde lejos, las ganas de Salah y Eriksen probando desde lejos es lo único que destacó en un primer tiempo soso, demasiado prudente por ambos lados. La aparición de una chica vestida con poca ropa al césped es de lo poco que dio color a los primeros 45 minutos. Pero, cuando el colegiado esloveno pitó el final de la primera mitad, aún quedaba un mundo por vivir.

Klopp ordenó en el vestuario a su equipo y dijo a sus futbolistas que evitaran cometer el error de creerse campeones. El Liverpool salió algo más vigoroso, en busca de un segundo gol que permitiera al encargado de serigrafiar la 'orejuda'  empezar a trabajar. El Tottenham supo parar el golpe y, poco a poco, empezó a merodear el área de Alisson. No había otra opción. Los 'Spurs'  enseñaron sus garras, pero sin llegar a usarlas para herir a su rival. El Liverpool, de hecho, se sentía tan cómodo dominando el marcador que no notaba ni cosquillas. Milner incluso pudo hacer el segundo con un disparo raso que se marchó fuera por poco. 

La esporádica afición del Tottenham, de vez, en cuando, recordaba a su equipo lo que señalaba el marcador. Y los de Pochettino parecían reaccionar en busca  del empate, pero ni Kane, ni Dele Alli, tampoco Eriksen, acertaban intentando desordenar a los 'Reds'. Lo probaba Son por la izquierda y la esperaba siempre Kane en el área. Mirando el reloj, cogieron el pico y la pala y se pusieron a trabajar. Durante cinco minutos apretaron tanto que obligaron a intervenir a Alisson. 

Tanta insistencia acabó transformándose en hechos irrefutables. El Tottenham iba a por el partido. Lo probó Eriksen de falta y obligó al meta brasileño del Liverpool a enviar a córner.  Luego  Son remató de cabeza, solo a centímetros de la portería, alto. Eran los peores moomentos del Liverpool. Hasta  que la final se acabó.

Origi la agarró dentro del área y con un disparo cruzado y seco dijo que hasta aquí habíamos llegado. El  0-2, a falta de cuatro minutos  para el final, puso el cierre a la  sexta Champions del Liverpool. Un equipazo que ni siquiera necesitó su mejor versión para superar al Tottenham. El Liverpool es el nuevo rey de Europa.