El PSG, una década del sueño inacabado de Catar

El proyecto ha ido acumulando fracaso tras fracaso en la Champions, que ha fagocitado toda la ambición del club

De no lograr la Ligue 1, firmarían una de sus peores campañas desde que llegase Catar hace una década

Nasser Al-Khelaifi, dueño del Paris Saint-Germain.

Nasser Al-Khelaifi, dueño del Paris Saint-Germain. / AFP

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La llegada de Catar a París cumple ya 10 años, el tiempo que ha pasado desde que un fondo de inversión de ese país se involucró en el Paris Saint-Germain con la ambición de llevarle a lo más alto de Europa. Algo que, un año más, ha quedado truncado.

Inviertiendo mucho dinero ha construido un equipo potente, en el que destacan Neymar, por el que pagaron al Barcelona 222 millones de euros, y Kylian Mbappé, que costó 180 millones para arrebatárselo al Mónaco. Se trata de dos de los fichajes más caros en la historia del fútbol, y son los estandartes del equipo parisino.

Junto a ellos, figuras como Ángel di María, Marquinhos, Marco Verratti o Keylor Navas, en una obsesión por apostar por la calidad y la experiencia europea, han dejado siempre claro que su deseo y objetivo es conquistar la Champions League. Pero el tropiezo en semifinales contra el Manchester City, un año después de haber alcanzado la final, ha puesto de manifiesto que el proyecto de los jeques no es tan fácil como en un primer momento se habían planteado.

Al poco de aterrizar en París, el hombre designado por el emir de Catar para dirigir el PSG, Nasser Al Khelaifi, revelaba que su proyecto era dominar Europa en "cinco años". Tras fracasar por unos motivos u otros, el club ha ido entendiendo que la Champions League no se domestica con millones y que una competición tan caprichosa amenaza con fagocitar toda la ambición de un club.

Para el PSG, tardaron en abrirse las puertas de la élite. Sus primeros años estuvieron marcados por dos nombres: Zlatan Ibrahimovic y Carlo Ancelotti. El primero se implicó en el proyecto y lo encarnó durante años, pero no fue suficiente. El segundo se marchó al Real Madrid a las primeras de cambio, síntoma de que el PSG todavía no estaba en la aristocracia europea.

Su sustituto fue Laurent Blanc, que tampoco logró elevar el nivel europeo y acabó despedido tras tres temporadas en el banquillo. La apuesta por Unai Emery tenía un claro signo continental, puesto que el español llegaba con la vitola de haber ganado tres veces la Europa League con el Sevilla. Tras caer el primer año en octavos de final contra el Barcelona después de la mítica remontada del Camp Nou, el club puso a su servicio a los dos jugadores más caros del mundo, pero tampoco mejoró su andadura europea y fue sustituido.

Con Thomas Tuchel, un técnico sin palmarés pero con reputación de ordenado, eligieron una vía nueva, que en su segundo año desembocó en la histórica clasificación del PSG para la final de la Champions League. El hito logrado no afianzó al técnico, que tras desavenencias con la dirección deportiva fue cesado en diciembre pasado para abrir la etapa del argentino Mauricio Pochettino.

Este nuevo varapalo se produce en un año vital para el club, que ve como sus dos principales estrellas están a las puertas de acabar su compromiso de cinco años. Una amenaza de perderles sin recibir parte del dinero invertido en ellos.

Durante mucho tiempo, la renovación de Neymar parecía en buena vía. El jugador se ha implicado mucho en tratar de remontar la eliminatoria contra el City, pero el fracaso puede cambiar sus planes e influir también en los de Mbappé.

El extremo francés se ha mostrado más frío en las negociaciones para prolongar su compromiso, y sabe que su próximo contrato es clave en su carrera para su ambición de acabar un día en uno de los grandes del continente. En medio de los rumores que le sitúan fuera del PSG esta temporada, el jugador ha respondido siempre con evasivas sobre su futuro, mientras que sus representantes han dado largas a las prisas del club.

Los próximos días se antojan claves en este frente, puesto que ahora el equipo debe concentrar sus esfuerzos en ganar el campeonato doméstico, donde son segundos a un punto del Lille. De no lograrlo, firmarían una de sus peores campañas y podrían hacer tambalearse todo el sueño catarí, que comenzó hace 10 años.