Dani Alves muestra el camino a Cardiff

Alves, peleando en la imagen con Falcao, fue la estrella del triunfo de la Juve

Alves, peleando en la imagen con Falcao, fue la estrella del triunfo de la Juve / sport

Jordi Blanco

La Juventus ganó en el Louis II por 0-2 y puso pie y medio en la final de Cardiff después de despertar abruptamente del sueño a un valiente pero inocente Mónaco, que se estrelló contra la fatalidad sufrió la grandeza no solo de un rival enorme, sino la majestuosidad competitiva de un Dani Alves que disfrutó de su noche ideal.

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Champions League

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Alineaciones
Mónaco
Subasic, Dirar, Glik, Jemerson, Sidibe, Bakayoko (Moutinho 66'), Fabinho, Bernardo Silva Almamy Touré 81'), Lemar (Germain 67'), Mbappé y Falcao.
Juventus
Buffon, Barzagli, Bonucci, Chiellini, Alex Sandro, Pjanic (Lemina 89'), Marchisio (Rincón 81'), Dani Alves, Dybala, Mandzukic e Higuaín (Cuadrado 77').

El brasileño, de quien se dijo allá por el mes de febrero que se había ofrecido para volver al Barça por no sentirse adaptado ni cómodo en la Juventus, fue el puñal a quien confió Allegri el desequilibrio de un partido que el Mónaco encaró con furia pero descontrolado por la sorpresa de no ver a Cuadrado en el campo y sí a Dani situado de interior-extremo por la derecha, donde ofreció una exhibición mayúscula.

Al tiempo que alrededor del Barça se extendía la sensación de orfandad ante la televisión, Alves convertía su banda en una autopista, convertido en un gladiador incansable y en una pesadilla que desnudo a Lemar, Sidibe, Jemerson o cualquiera que se le pusiera por delante.

Salió como un toro bravo la Juve al campo y mantuvo el tipo a la respuesta furiosa del Mónaco, liderado por la frescura y excelencia de Mbappé... Hasta que el protagonismo que llamaba a gritos el joven francés lo adquirió Dani.

Rozando la media hora se presentó como un lince en su costado del área y esperándose no se sabe qué, se sacó de la chistera un taconazo eléctrico y mortal en forma de asistencia para que Higuaín, que sumaba cuatro partidos de Champions sin ver puerta, rematase franco, llegando desde atrás, a la red.

Convertido en interior y extremo, Alves fue una pesadilla para el equipo de Jardim

El golpe derrumbó moralmente al Mónaco, frenado por el trabajo de un Marchisio que convirtió la ausencia de Khedira en anécdota y mantenido a ralla por la zaga, dura, del campeón italiano, resguardado en última instancia por el eterno Buffon, que no pudo tener mejor regalo por sus 100 partidos en el torneo.

El equipo de Jardim no cedió en su ilusión, ni en sus ganas ni entrega, pero entendió, de forma clara, que se enfrentaba a una roca. Una roca que demostró su solvencia al eliminar con grandeza al Barça y que llegó al Principado decidido a sentenciar sin sustos su clasificación.

Pudo empatar el Mónaco. Tal como había tenido la ocasión de adelantarse antes del 0-1, con el marcador en contra siguió avanzando de todas las maneras y Mbappé mantuvo su desafío a Buffon con insistencia... Pero volvió a ser la Juventus la que golpeó. Y Alvés, claro, quien lo provocó.

El Mónaco mostró a Mbappé... Pero se estrelló contra una realidad incuestionable

Entregado sin reservas a la misión, el brasileño robó un balón más allá del centro del campo para cederlo a Dybala, quien se lo devolvió para que, internado en la derecha, lanzase un centro excelso. Ya se sabe que Alves es capaz de poner un balón de oro tanto como un melón sin más... Pero puso oro con muchos quilates para que, al borde del área pequeña apareciera Higuaín lanzándose al suelo y machacase el 0-2.

Si el talento no tiene fecha de caducidad, en el Louis II lo demostró Buffon y lo demostró Alves. Y les acompañó un grupo excelso que despertó de mala manera a un Mónaco que, probablemente, sufrió un castigo excesivo a la vista de sus merecimientos, su brega, su ilusión y su entrega.

Pero con la Juventus no se juega. Al menos de momento...