Ramón Cid: "Hortelano me ha sorprendido"

Ramón Cid confía en la buena actuación de los españoles

Ramón Cid confía en la buena actuación de los españoles / EFE.

David Rubio

David Rubio

Ramón Cid afronta su sexto gran campeonato desde su llegada al cargo en 2013 por designación del expresidente José María Odriozola y se sienta con SPORT en la previa de la cita europa para detallarnos las opciones de medalla españolas. 

¿Qué expectativas tiene?

Soy moderadamente optimista. Veo un claro avance en el perfil del equipo, que es bastante equilibrado entre hombres y que abarca casi todas las especialidades. Hay veteranos ilustres, pero la media es de unos 25 años y es un equipo joven.

García Bragado (50 km marcha) tiene 48 años y María Vicente (triple), 17. Curioso, ¿no?

Hay algo de anécdota. El ‘50’ es la única prueba que lo permite y ahí se añade la calidad de Chuso y lo bien que lee la competición. 

En cuanto a María, ya ha hecho su temporada con récord mundial juvenil de heptatlón y dos oros en el Europeo sub 18 (heptatlón y triple). E irá a Berlín a aprender.

Mire lo que tardó en madurar Ana Peleteiro (oro mundial júnior en triple en 2012)...

Es algo habitual. No hay que volverse locos con los juveniles. La historia nos dice que siempre hay unos años de ‘desierto’ y tanto los atletas como la federación hemos de estar preparados. Hay que tener paciencia, darles confianza y saber que tienen 16 o 17 años.

¿Esperaba lo que está haciendo Bruno Hortelano?

Si soy honesto, no.

Tiene un mérito enorme... 

Lo he seguido, claro. He hablado mucho con su fisio, con los médicos... Esperaba que volviese a ser atleta, pero no que hiciese estas marcas descomunales en 200 (20.04) y en 400 (44.69). Me ha sorprendido.

¿Cómo lleva tener a cracks como Óscar Husillos y Hortelano en las mismas pruebas?

Bueno, a veces genera polémicas de competencias o de selección, pero es algo que desearía cualquier director técnico. ¡Bendito problema! Además, el grupo es estupendo y la competencia es muy sana. Ojalá pasase en todas las pruebas.

Ha pronosticado 10 medallas, cuatro más que en Zúrich 2014...

Nuestro deporte es muy cuantificable. A mí me gusta el equipo y apunta muy bien pensando en Tokio. Me salen 15 o 16 opciones reales de medalla, pero no suelen cristalizar todas. Si llegamos a 10, sería un resultado redondo y el mejor desde 2006 (11 en Göteborg) También es importante acabar quintos por países, porque eso implicaría superar a potencias. 

¿Qué pasa con la altura?

Hay una cierta sensación de desamparo. Ruth (Beitia) nos tenía terriblemente mal acostumbrados y ha dejado un gran hueco. Son ciclos, pero es verdad que no tendremos saltadores de altura en Berlín. Hay crisis en esta prueba, pero es casi imposible estar bien en todas. Tenemos que estar preparados para captar los talentos cuando surjan. 

Y en 1.500 m solo va el sub-23 gallego Adrián Ben... 

Chirría, pero es circunstancial. Hemos sido algo menos estrictos en la mínima con los sub 23. Otro detalle es que los cinco mejores jóvenes de la pasada temporada están lesionados. La sensación es bastante peor que la realidad. Por cierto, que en mujeres llevamos tres atletas (Marta Pérez, Solange Pereira y la banyolense Esther Guerrero). 

¿Cómo se gestiona un grupo de 96 atletas en un Campeonato?

Je, je. Pues es una locura. No tiene nada que ver con el fútbol, que metes al equipo en el autobús y ya está. Aquí son muchas especialidades juntas. Unos hacen pesas, otros ruedan, otros salen a la carretera, otros entrena, otros compiten...

¿Usted habla con los atletas?

Bueno, a veces. Hay que tenerlo todo muy bien preparado. Todos los días hay reunión de equipo con los técnicos y los servicios médicos para preparar los dos días siguientes. Hay que hacer un trabajo complicado. Después, yo tengo más relación con algunos veteranos y con los saltadores (él acreditó 16,69 en triple).

¿Hay que ser psicólogo?

A los jóvenes a veces los cojo y les recuerdo que vienen a aprender. También hay que estar pendiente de quienes lo hacen mal para recomponerlos. Tiene un poco de artesanía, de leer las emociones. Chulería en los momentos malos y humildad en los malos. Y tratar de generar una buena dinámica.