Lewandowski: "CR7 y Ramos me querían en el Real Madrid"

Lewandowski puso la guinda final a la goleada del Bayern al Chelsea

 El polaco anotó el definitivo 0-3 con el que los alemanes dejaron encarrilada la eliminatoria / MOVISTAR

Guillem Balagué

Guillem Balagué

Robert Lewandowski se ha detenido pocas veces a pensar con detenimiento cómo hace lo que hace. ¿Cuánto hay de cabeza y cuánto de condición física? ¿Por qué marca tantos goles? Golear es un arte que el delantero polaco domina

¿Siempre has marcado goles, desde que eras niño?

Sí. Para mí era muy natural. Me encanta golear y hacerlo a menudo. De niño también jugaba en el centro del campo, en las dos bandas, pero lo mío era ayudar al equipo marcando. No ha cambiado ni las ganas de marcar ni la sensación tras hacerlo. 

¿Qué relación tienes con el balón? ¿Le hablas?

Cuando era más joven le hablaba al balón, era mi amigo. 

¿Qué le decías?

Eres mío’ (risas). Y ‘tienes que escucharme’. También, cuando comía, ponía la pelota bajo mi pie, debajo de la mesa. La quería a mi lado.

¿Imagino que todo formaba parte de tu intento por dominar el balón, de asegurarte que respondía a todo lo que tú necesitabas?

Todo fue por amor, por amor al balón y por amor al fútbol. De pequeño no tenía PlayStation u ordenadores, y pasaba todo el día en mi jardín o en un parque. Ahora eso ya no pasa, los chicos y chicas tienen muchas más opciones para entretenerse.  

¿Dijiste alguna vez en voz alta ‘voy a ser el mejor delantero del mundo’?

Yo sabía que tenía que hacerlo paso a paso. Mi sueño era jugar en los grandes estadios con 80.000, 90.000 espectadores. Ese era mi sueño. Cuando era joven, en mi país, Polonia, no teníamos ningún jugador top, así que me fijé en los mejores jugadores del mundo y pensé, ‘OK, soy de Polonia, de Varsovia, pero ¿por qué los jugadores de Polonia no pueden llegar a ser los mejores?

¿A quién admirabas?

Cuando tenía seis años recuerdo a Roberto Baggio, por su paso por el mundial, me encantaba como jugaba. Luego, entre los 10 y los 14, fue Alexander del Piero, pero más tarde mi jugador favorito fue Thierry Henry, un futbolista increíble. No sólo por su capacidad goleadora, sino también por lo que hizo por el equipo y cómo. Recuerdo el día que lo conocí, fue un shock. ¡Guau! ¡Conocía a mi ídolo de la infancia! ¡Y ahora es él quien quiere mi camiseta! Es increíble. Los sueños pueden convertirse en realidad. 

Volvamos a cuando eras un niño. De los 8 a los 16, tus padres tenían que conducir dos horas para llevarte a entrenar, tres o cuatro veces a la semana. 

Siempre estaré agradecido a mis padres por ello. Los padres de mis amigos de la escuela les preguntaban ‘¿por qué lo hacéis? Perdéis dos horas por trayecto, de doce a quince horas por semana, qué locura es esa’. Y mis padres constataban que mi sueño era tener éxito en el fútbol. A mí me tocaba elegir lo que quería hacer constantemente. En ocasiones mis amigos iban a una fiesta y yo tenía al día siguiente entrenamiento, así que debía elegir. Y escogía descansar. Para todo jugador joven, esta es la elección. 

¿Cuándo supiste que el balón y tú hablábais el mismo lenguaje?

Mi padre era mi profesor de educación física y me dijo “no deberías solo jugar a fútbol”. Me dijo que mi cuerpo tenía que ser más flexible, que debía probar otros deportes. Hacía entrenamientos de judo, jugaba a voleibol y baloncesto. Me encantan todos los deportes. Mi madre y mi hermana jugaban a voleibol.

Otra cosa con la que tuviste que lidiar de niño fue el rechazo. El Legia Warsaw pensó que eras demasiado pequeño, que no podías ser delantero.

Esa fue una de las peores situaciones de mi vida. Estuve lesionado unos meses y al volver lógicamente no estaba en forma. Necesitaba tiempo, pero mi contrato acababa al final de esa temporada. Nadie me decía qué estaba pasando, si me renovaban o no, así que fui a ver a la secretaria del club y simplemente me dijo que había quedado libre, que podía marcharme. Fue una situación muy difícil para mí. Tenía 17 años. Mi madre estaba esperándome en el parking y enseguida supo que algo iba mal. Me pregunté, ¿había terminado mi carrera con el fútbol? Pero decidí dar un paso atrás, ir a otro equipo menor y darme una segunda oportunidad. Salió bien

¿Qué se necesita para ser un perfecto delantero centro? 

El nueve perfecto debería ser capaz de marcar con su izquierda, su derecha, con su cabeza, con todo. Lo necesita todo y tiene que estar preparado para cualquier situación. 

Los delanteros no tocan demasiado la pelota, pero cuando lo hacen no tienen mucho tiempo para tomar decisiones. 

A veces es así. Y no me gusta esperar demasiado a que me llegue la pelota. Pero tienes que estar concentrado por cuando finalmente te llega. Eso es crucial. Hay que estar preparado, en tensión constante aunque a veces prefieras hacer como si paseas por el césped.

¿Hablas con los centrales?

No, no demasiado. Prefiero estar concentrado, enfocado en lo que creo que va a ocurrir. 

Pero buscarás una debilidad en los defensores. ¿Los estudias?

Sí, por supuesto. Lo estudiamos todo antes de un partido, y cada jugador tiene la posibilidad de conocer al rival incluso desde casa. Yo miro con antención a quién me voy a enfrentar. 

¿Alguna vez te ha sorprendido alguna decisión que hayas  tomado, algún remate?

Muchas veces. No tienes tiempo para pensar si la vas a golpear con la derecha o con la izquierda. No puedes pensar. Debes actuar por intuición que no es más que la acumulación de experiencias. De hecho te diría que en el 70 por ciento de ocasiones no te da tiempo a elegir hacía dónde va el golpeo. A veces, después del gol pienso ‘¡guau! ¡no sabía que podía hacer algo así!’ 

Otra cosa de la que hablan los psicólogos deportivos sobre los delanteros es que necesitan tener una especie de bloqueo mental porque puedes equivocarte, fallar oportunidades incluso claras, pero no puedes dejar que eso te hunda. 

Si pierdes una ocasión y le das vueltas un minuto, dos, luego diez minutos más tarde se presentará otra situación y, si tu cabeza no está preparada, tampoco anotarás. No importa que pierdas una, dos, tres, cuatro o cinco oportunidades, debes pensar que hay una sexta y que ahí marcarás. Me solía pasar si fallaba: recordaba qué había pasado, repasaba la decisión, me preguntaba qué estaba pasando. Pero he aprendido a dejar atrás el error 

La experiencia también te da la habilidad de ahorrar energía. 

Me paso el partido pidiendo o queriendo el balón. Si he marcado un gol, quiero otro. Si llevo tres, hay que hacer el cuarto. A veces los compañeros me dicen, “¿no te das cuenta de que tenemos otro partido en dos o tres días?”. Pero para mí, si te lo estás pasando bien, si amas el deporte, si te encanta marcar goles, nunca es suficiente.

Has firmado un nuevo contrato con el Bayern de Múnich. Vas a pasar ahí los mejores años de tu carrera. 

Estoy en uno de los mejores clubes del mundo, sé que puedo ser feliz aquí. Lo que tenemos es de un nivel muy alto, desde la plantilla a la ciudad deportiva. Todo es más fácil jugando en un club como éste. 

Eso significa que, en su día, Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos no te convencieron para que fueras al Real Madrid. Hace tres años, se te acercaron tras un partido ante el Bayern y te dijeron, “tú tienes que jugar con nosotros”. ¿Es así?

Sí. Puedes ir a a la Liga española o a cuaquier otro país, otro gran club, pero para mí no es lo más importante. Dónde estoy he sido capaz de llegar a mi máximo nivel y sigo con ganas de continuar haciéndolo bien.