Xavi, permiso para soñar

El técnico pidió poder “soñar” en la previa y su equipo se lo concedió con un partidazo

El 3-4-3 fue interpretado con solvencia y ganar en Munich ya no es una utopía

Xavi: "La actitud ha sido encomiable y la afición ha estado espectacular"

Xavi: "La actitud ha sido encomiable y la afición ha estado espectacular" / MOVISTAR

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El 3-4-3 fue el mensaje enérgico, optimista y constructivo que Xavi envió a Europa. Fue la manera que tuvo el cuatro veces campeón de la Champions de explicar que el Barça volverá, que lo peor ha pasado y que este equipo está hecho para las grandes noches. Que agachar la cabeza y resignarse no es una opción si el escudo luce en blaugrana.

Xavi necesita tiempo y su reloj de arena se llena un poco más en cada partido ofreciendo a la grada un fútbol respetable y digno, un dibujo trabajado con intención. Xavi ha sido capaz de convencer a sus jugadores en muy pocos días de que no hay nadie mejor que ellos. Y de que soñar sí es posible.

Cansado de preguntas pesimistas, el técnico pidió en rueda de prensa permiso para creer: “Dejadme soñar”, gritó. El de ayer fue uno de esos partidos en los que mirar al marcador es de club acomplejado y Xavi ha llegado, también, para extirpar viejas heridas europeas que iban camino de convertirse en complejos enquistados. Xavi ha abierto las puertas del vestuario y ha expulsado a sus demonios a base de mensajes antiguos que no han perdido vigencia. Xavi no se conforma con lo que hay, sino que está dispuesto a edificar lo que habrá.

Creer en lo que eres

La defensa de tres sin carrileros, pero con extremos abiertos y ofensivos no es un gesto valiente, sino el regreso a la más absoluta normalidad blaugrana. No hay otro camino de vuelta a casa. Todo pasa por creer en lo que eres y la respuesta de sus futbolistas estuvo al nivel de la grandeza de Xavi porque siete de ellos han crecido en La Masia y otros dos, Memphis y De Jong, lo han mamado en Holanda, donde empezó todo.

Por eso el Barça dominó,tuvo el balón y fue un peligro constante, casi jugando a tumba abierta al final. Solo la falta de gol evitó un triunfo que el equipo mereció, pero la sequía goleadora es solo es un problema circunstancial. Lo más importante era devolver la ilusión al grupo, el permiso para soñar, y acompañar esa energía positiva de una estructura con la que sentirse cómodos. No solo los futbolistas, sino el club y su entorno. Munich ya es no es una utopía.