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Historia SPORT

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BALÓN DE ORO

Lo que no se vio de la gala del Balón de Oro: del abrazo de Laporta y Lamine tras una tarde de ilusiones y la predicción con Aitana

El Barça fue el gran protagonista en París en una noche que dejó gestos íntimos, sorpresas de última hora y anécdotas que explican cómo se vivió la gala desde dentro

Aitana Bonmatí: "Hay que hablar más de Pedri"

Maria Tikas

Maria Tikas

Maria Tikas

París

La gala del Balón de Oro no tuvo un sorpresón final como el año pasado, con el sorpasso de Rodri a Vinicius, pero fue casi tan emocionante o más. Lo que parecía que iba a ser la noche de Alessia Russo y, sobre todo, de Dembélé, acabó siendo la del Barça: la de Aitana Bonmatí, que se convirtió en leyenda al ser la primera futbolista en conquistar tres galardones, y también la de Lamine Yamal, porque aunque no se llevó el “gordo” y a pesar del hermetismo mantenido hasta el último segundo, en las últimas horas del día todo hacía pensar que podía ser suyo.

Durante los días previos, desde el club trasladaban que la sensación era que no se iban a llevar ningún premio grande. Eso sí, contaban con el Kopa tanto para Lamine Yamal —el segundo de su carrera— como para Vicky López, que hizo historia al ser la primera jugadora en ganarlo. Pero desde que la expedición azulgrana, encabezada por Joan Laporta, puso un pie en París, se respiraba otro ambiente. “¿Y si sí?”, se preguntaban. En las últimas horas todo apuntaba a que en el femenino no estaba tan claro y que en el masculino podía haber sorpresa a favor del Barça —aunque no sentó nada bien el undécimo puesto de Pedri—. Ya lo dijo Aitana después: "Hay que hablar más de Pedri, ¿eh?". Un recado.

“Lo centraron tanto en él desde la organización que de verdad pensábamos que se lo llevaba”, cuentan desde la expedición. Y no solo porque Lamine, después de que Hansi Flick, que 'trasnochó' para estar en una cita importante, le colocase bien la pajarita, llegó y posó con toda su gente —incluida su abuela, además de su hermano pequeño, sus padres y su primo, que siempre están—, la mayoría de los cuales había viajado por su cuenta y no en el chárter del Barça. También por los comentarios que recibieron de algunos presentes (“luego vuelves a subir tú”) o por la reestructuración de la platea para adelantar a los suyos. “Si hubiese ganado, habría sido una noche brutal para el Barça”, reconocen. “Y lo ha sido, eh. Pero nos hemos quedado un poco con la miel en los labios”. Había quien daba por hecho que era para Dembélé, pero otros se contagiaron del optimismo de última hora. “Yo siempre creo hasta el final”, dijo Laporta, que se fundió en un sentido abrazo con Lamine entre bambalinas: “¡Mira Aitana!”. Saber que Iniesta sería el encargado de entregar el premio reforzó la idea de que podía volver a casa. El quinto consecutivo para el Barça.

Un discurso improvisado

Aitana, sin embargo, tampoco esperaba ganar. Por primera vez en su carrera profesional dejó de ser perfecta para improvisar un discurso que le salió de dentro. “Ha sido chulísimo”, explicaba Xavi Puig. “De verdad que no se lo esperaba. Yo le dije unas horas antes que iba a ganar y me respondió que ni de coña”.

Laporta, que se reencontró con Ronaldinho e Iniesta —los encargados de repartir los dos máximos trofeos—, atendió todas las peticiones de protocolo y comunicación, e incluso bromeó con la prensa al ver a Vicky posar en la alfombra roja con su Kopa después de la gala. “¡No me habéis preguntado por la peque, eh! Qué maravilla”, sonreía.

Euforia compartida

Vicky fue seguramente la más feliz del Châtelet. Es la encargada de las bromas en el vestuario y sabe que cuando le toca a ella ser protagonista, sus compañeras no se lo dejan pasar. “Pero se han portado muy bien. Solo me han dicho, ya sabéis cómo, que estoy muy guapa”, nos contó. Y se marchó rápido del corrillo al ver que Alexia se hacía una foto con su amiga Miriam y quiso sumarse. “¿Y yo qué?”, le dijo Alexia. La capitana la agarró por el hombro y la colocó en medio. Dice la de Mollet que es una “sinvergüenza”, pero en el mejor sentido de la palabra.

Cuando Ronaldinho leyó el nombre de Dembélé en el sobre, se desató la locura en el exterior del Châtelet con los ultras del PSG: bengalas, fuegos artificiales, banderas, gritos contra el Barça, policía y bomberos, que les dejaron seguir si apagaban el fuego. Eso sí, Lamine tuvo que salir escoltado por más de veinte personas. Al Barça le daba igual, y a su padre, Munir, que no le dejaron solo ni un momento desde club, aparentemente también: “Un saludo para toda España, el año que viene es nuestro”, dijo a la salida. Aunque luego sí dijo la suya. Ese es el sentir de todos: ese segundo puesto será el impulso que necesita para llevarse el grande. Solo es cuestión de tiempo