Villa, de Guaje a leyenda del gol: en el nombre del padre

Así anunciaba David Villa su retirada del fútbol

 El 'guaje' Villa se retirará de los terrenos de juego a final de temporada / EFE

Dídac Peyret

Dídac Peyret

"Nunca fui un delantero de quedarme parado. De serlo, no habría conseguido nada". David Villa (Langreo, 37 años) colgará las botas en enero tras una carrera casado con el gol. Nadie duda de que será recordado por su obsesiva dedicación a perforar las porterías. Pero si preguntas a rivales, o compañeros de ataque, todos destacan sus desmarques de ruptura.  

Para los aficionados Villa será siempre un goleador insaciable. Para sus compañeros de profesión un facilitador sin balón; un tormento entre líneas para los centrales y el mejor apoyo para los delanteros.  

El gol, decía el escritor uruguayo, Eduardo Galeano, es "el orgasmo del fútbol". Y "como el orgasmo" -añadía- es "cada vez menos frecuente en la vida moderna". Villa ha sido un experto en la materia. En tiempos de achique de espacios, táctica y cemento siguió empeñado en dignificar el gol.

Lo hizo con el entusiasmo de un Guaje. Y con la ética de trabajo del que conoció una vida en las entrañas de la tierra. "Quería ser minero como mi padre, pero no tenía el suficiente valor para serlo". Pero Nemesio Fernández Villa tenía otros planes para su hijo. 

"Cuando se enteró de que iba a tener un hijo [cuenta el propio Villa en 'The Players Tribune']  le superó la emoción y lo primero que dijo fue “¡Un niño! ¡Va a ser mi pequeño futbolista!”.

Villa define a su padre como la persona que más le ha influencia en su vida. Él fue el que más le empujó a seguir intentándolo cuando, con solo cuatro años, se le cayó un niño encima y le rompió el fémur de la pierna derecha.Aquello amenazaba con provocarle un déficit de crecimiento y Villa sufría por quedarse con una pierna más corta que la otra.

Pero la lesión supuso una oportunidad para mejorar su juego con la pierna izquierda. Con la derecha escayolada su padre insistía en pasarle el balón a su pierna mala. 

"Cuando la gente analiza mi juego ahora, explican que puedo chutar con las dos piernas", recuerda con orgullo. Su carrera nunca fue fácil: siempre estuvo en un segundo plano. Incluso en su etapa en el Barça, donde los focos eran para los MessiXavi Iniesta, reconoció sentirse "poco mediático".

Antes, sacó la cabeza en el Sporting (41 goles en 85 partidos), se consolidó en el Zaragoza (39 tantos en 94 en cuentros) y explotó en el Valencia, la etapa donde seguramente sacó mejor partido a sus condiciones: 129 goles en 225 partidos.

Fueron años de goles que definieron el estilo de Villa. Aquel era un delantero con una precisión clínica para el remate. Un ariete con una paz asombrosa para los últimos metros que rompía cuando entraba el balón. Entonces lo celebraba con todo. A veces se tiraba de rodillas al césped. Otras cerraba los puños y gritaba el gol. 

El juego al contragolpe del Valencia era un mundo de posibilidades para Villa. Había nacido para aprovechar esos espacios. Por eso resultó tan meritoria su reconversión en el Barça.

Villa descartó el Madrid y aceptó el reto de Messi. De la radicalidad del estilo Guardiola. Y aparcó el ego para  hacerse un sitio en el mejor Barça de la historia.

Aceptó jugar en la banda izquierda. Y en esa posición sus desmarques sin balón fueron oro para ese equipo. También su incansable presión. Y, claro, su empeño en buscar la portería una y otra vez.

No le resultó fácil, pero cuando tenía dudas miraba al otro lado y se fijaba en lo que hacia Pedro. El canario fue su referente para saber que tenía que hacer en cada momento. También le ayudó un Guardiola que le dedicaba largas charlas en los entrenamientos. 

Fue el caso opuesto a Ibrahimovic, la alternativa a Eto'o, que dimitió cuando Messi pasó a convertirse en el nueve mentiroso del Barça de Guardiola. Ese movimiento terminó con la carrera del sueco en el Barça. Y ese movimiento también obligó al Guaje a buscarse la vida en la banda izquierda.

No le salió mal y los aficionados todavía recuerdan actuaciones tan memorables como la final ante el United en 2011. Aquel día le marcó un gol deslumbrante a Van der Sar. Su etapa en el Barça coincidió con sus mejores años con la selección.

Villa se convirtió en el '9' de España, aunque terminó ocupando la banda izquierda como en el Barça. Siempre con el '7' en la espalda. Un dorsal que en España todos asocian ya con El Guaje. Nadie ha marcado tantos goles con La Roja: 59 goles en 97 partidos y por el camino logró un Mundial y una Eurocopa. 

Con las maletas a punto

A su etapa con el Barça le siguió una época marcada por nuevas experiencias. Atlético, Melbourne City,  New York City y Vissel Kobe. Un viaje que le ha llevado a marcar, entre club y selección, en Australia, África, Europa, América y Asia.

El mejor goleador de la historia de la selección lo dejará cuando termine su temporada con el Kobe en enero. "Después de 19 años como profesional he tomado la decisión de dejar el fútbol. Quería retirarme yo antes de que el fútbol me retirara", ha explicado. Ocho clubes, 14 títulos y 365 goles después, El Guaje cuelga las botas tras una carrera dedicada a su padre.