Historia SPORT

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El vestuario, una piña contra viento y marea

La plantilla creyó desde el primer día en Koeman y los abrazos al técnico fueron sintomáticos

Faltó lo más importante, el público, pero el ambiente estuvo 'caliente' en el césped, banquillos, parte baja de la grada... y la tribuna de prensa

Esto sí es el Barça: El abrazo de Piqué y Messi lo dijo todo

Esto sí es el Barça: El abrazo de Piqué y Messi lo dijo todo / RFEF

German Bona

German Bona

Una remontada, la segunda de la temporada, se explica por muchos factores, pero uno es fundamental: la unión del vestuario y un cuerpo técnico en sintonía. El Barça ha vivido muchas noches mágicas en el Camp Nou, pero ninguna había sido sin público, ese jugador número '12' que empuja a los suyos y amedentra a los rivales. Los azulgranas pulverizaron al Sevilla desde la pizarra, impecable el planteamiento y el partido en lo futbolístico, pero también desde el sentimiento, desde el convencimiento y el remar todos juntos.

Solo con entrar al Camp Nou ya se intuyó que no era un partido más. Hasta 142 representantes de los miembros de comunicación, una tribuna de prensa casi casi como la de las grandes ocasiones. Muy animada. Ni en Liga ni en Champions League es posible, así que fueron muchos los periodistas que ayer regresaban al Camp Nou tras un año de ausencia.

Sobre el césped, piña de los jugadores y los ya habituales gritos de Piqué 'radiando' el partido a sus compañeros. En el banquillo, un Ronald Koeman que apenas paró quieto, de pie al límite del área técnica y de corazón 'latino' cuando tocó contestar a un airado julen Lopetegui y los suyos.

Griezmann, el más nervioso

A Antoine Griezmann se le pueden recriminar muchas cosas, pero nunca implicación. Vio la primera mitad desde la grada y sin conseguir sentarse en su asiento. Inquieto, gesticulando y con unas ganas inmensas de reivindicarse sobre el césped. Llegó el gol de Dembélé y la euforia fue contenida, entre asombro por la acción inverosímil del francés y que solo se había conseguido el cincuenta por ciento del objetivo.

En el palco, la imagen de los tres candidatos, uno de ellos avanzará hasta la primera fila el domingo. La mascarilla fue la mejor aliada para mantener la compostura, pero lo procesión fue por dentro.

Lo que debió pensar Rakitic

Al croata del Sevilla le tocó ver los toros desde la barrera. Animó desde la grada, igual que unos compañeros que se desgañitaron. Cuando le tocó calentar la banda, saludó a sus excompañeros. Sufrió esa vez en sus carnes una gesta tan herioca como la que había sido partícipe en ese mismo escenario ante el PSG. Por cierto, ese día estuvo inmenso, aunque cuando marcó Sergi Roberto ya había sido sustituido.

La euforia 'maradoniana' de Piqué

Una gesta no es una gesta si no hay gol en el último suspiro. Y suele ser de un protagonista inesperado. Piqué remató con la cabeza, pero puso todo el corazón y lo celebró hacia la cámara, enfervorizado y recordando a la de Maradona en el Mundial de 1994.

La locura se desató, jugadores que se ponían las manos a la cabeza, los más 'veteranos' con esa sensación de piel de gallina por ya haberlo vivido antes. El gol de Braithwaite se festejó menos, porque quedaba mucho por delante y un gol del Sevilla era fatal. Pero Sánchez Martínez pitó el final y aquí sí se volvió a desbordar la alegría. No era para menos. Abrazos hubo muchos y de todos. Pero el de Koeman con Messi, y al momento con Piqué se lleva la palma, porque este cuerpo técnico y este vestuario han sufrido, se les ha criticado sin compasión aunque muchas veces con razón, pero se ha mantenido unido, a flote. La plantilla creyó desde el primer día en Koeman, en su legitimidad para proponer nuevos sistemas de juego. El vestuario es una piña, solo así se explican las remontadas. Y contra viento y marea.