Valverde y el recuerdo de Rijkaard

Valverde y el recuerdo de Rijkaard

Valverde y el recuerdo de Rijkaard / sport

Dídac Peyret

Dídac Peyret

“Sé cómo es ser entrenador del  Barça. Somos los padres de todas las derrotas, sé a lo que me expongo. Conozco ese ruido. Y estoy dispuesto a ello. Al dar este paso asumo lo que viene por delante”. Habla bajito, no llena algunos silencios y rehuye la tentación del populismo. Valverde no es precisamente un personaje televiviso. Pero también exhibe una determinación contagiosa.

Si con Luis Enrique la mecha siempre andaba encendida, con Valverde habrá menos incendios. Agua al fuego con un discurso sensato, sin vinagreta, y comedido por lo general. Porque Valverde se presentó sin aspavientos y con una humildad latente en todos sus comentarios. El ambiente fue de conferencia, casi académico en contraposición al habitual pulso de su predecesor. “Soy un recién llegado”, dijo en varias ocasiones y no disimuló que aún no estaba listo para contestar según que cuestiones. 

Valverde parece dispuesto a asumir los movimientos de la dirección deportiva y a ponerse en manos del equipo y no al revésLo dejó claro en varias ocasiones.  “Me voy a adaptar absolutamente; este equipo ha tenido un denominador común y un estilo reconocible para el mundo. Me gusta del Barça esa filosofía de que cuando quieres algo vas a por ello. Vamos a profundizar por ahí y a darle una vuelta más”.

El txingurri siente una gran responsabilidad -reconoce- pero también confianza plena en sus posibilidades. Costará sacarle titulares que sean cebos mediáticos. En eso más de uno se acordó ayer de Rijkaard escuchando a Valverde.

También en esa tranquilidad que le acompaña. Un buen tipo que no se da importancia. Solitario en ocasiones, como reflejan sus fotografías, tímido por momentos, y un pelín clásico. A Valverde no le gustan las estridencias. Le va el blanco y negro. Los trajes minimalistas. En su presentación apareció con uno gris marengo y se divirtió viendo el video de sus goles como futbolista.

Fue el momento que se le vio más distendido. “Marcaba goles en la edad de piedra”, se le pudo escuchar. También cuando un periodista griego le recordó el cariño que se le guarda de su etapa en el banquillo del Olympiakos. 

Fue un Valverde conciliador, pero que también defendió lo suyo cuando se le mencionó su pasado. Lo hizo a su manera, con naturalidad, y asumiendo que uno no siempre puede controlar la respuesta de la gente.

“No puedo decir nada a la gente que no le guste mi etapa en el Espanyol. He sido jugador y entrenador; es mi pasado y estoy contento con ello”. Ahora le toca el Barça. Un reto para el que necesitará que todos remen en una misma dirección. Su fórmula será tratando de convencer al futbolista a su manera.

El estilo del Txingurri: “Me gustaría generar ese compromiso que he vivido en el Athletic de ser una familia. Generar un espíritu de equipo que pueda emocionar a nuestra gente”.