La congelación de Valverde

Albert Rogé

Albert Rogé

Uno de los grandes señalados de la derrota del FC Barcelona ante la Roma fue Ernesto Valverde. El entrenador azulgrana no estuvo a la altura de las circunstancias y dejó que su equipo naufragara por el Olímpico para terminar siendo eliminados de la Champions League. Esta derrota ha dejado muy tocado al técnico que deberá recuperar el crédito que había logrado durante toda la temporada.

Tras la eliminación, para gran parte de la afición ya poco importa la clasificación para la final de la Copa del Rey o la renta de puntos en LaLiga Santander. Nadie se acuerda de ello tras el fracaso en la Champions y facilitar que el Real Madrid pueda conquistar su tercera ‘orejona’ consecutiva. El aficionado aún no ha asimilado que la Roma fue capaz de remontar el 4-1 del Camp Nou y carga con dureza hacia el entrenador.

Está claro que Valverde no puede salir al campo a correr con sus jugadores pero sí que debe dar unas consignas básicas para que todo salga bien. Empezando por ser ambicioso y no depender del juego del rival. Ese es uno de los puntos que más se le achaca. No puede ser que un equipo como el FC Barcelona, que siempre ha destacado por un estilo de juego muy reconocible, realice un fútbol insípido, sin alma. Ni inquietaron la portería de Alisson. Si no fuera por el excelente rendimiento de Messi, costaría ver al Barcelona con tan buenos números. Y se vio en el Sánchez Pizjuán. Como en tantos otros estadios donde se ha ganado sin jugar bien. El equipo es uno con él y otro muy distinto cuando Leo está en el banquillo. A priori debería ser normal ya que es el mejor jugador de la historia pero sus compañeros tendrían que tener un plan alternativo que ahora mismo no tienen.

En pleno tramo final de la temporada, a Valverde se le abre un nuevo horizonte: recuperar el alma de un equipo con la moral hundida. Se les veía en sus caras al abandonar el césped del Olímpico. Pero también en el inicio. No eran rostros de querer pasar a semifinales. Eran caras, gestos, de tener una eliminatoria sentenciada, pasar el rato 90 minutos y volver a Barcelona con las semifinales en el bolsillo sin hacer nada. Y claro, la Roma lo aprovechó para humillar al conjunto azulgrana que recordará esta derrota muchos años.

Di Francesco, 2 - Valverde, 0

El problema de juego no es nuevo. Pero en la eliminatoria ante la Roma se evidenció. Di Francesco ganó claramente la batalla táctica a Valverde. Y en los dos partidos aunque el resultado del Camp Nou dijera otra cosa. El técnico italiano insistió por bandas en Barcelona y cambió de formación en Roma para hacer más daño a los azulgranas con tres defensas y dos carrileros. Además juntó a Dzeko y Schick en la punta de ataque para bailar a la pareja Piqué-Umtiti.  

A un entrenador del FC Barcelona siempre se le debe exigir más. Valverde fue capaz de construir un equipo competitivo tras la marcha de Neymar y aún nadie lo ha ganado en el campeonato liguero. Por ello, no puede ser que no interviniera en un partido como el de la Roma. Y más cuando siempre ha destacado por ello. Allí es cuando el equipo más lo necesita. En el minuto seis ante la Roma, con el marcador en contra, ya se veía a venir que el planteamiento del Barça era erróneo y el conjunto italiano lo estaba aprovechando. Valverde, lejos de intervenir, dejó que los centrales sacaran balones en largo. Que Busquets e Iniesta la vieran pasar. Que Messi no encontrara su sitio. Ni Sergi Roberto. Que Semedo fuera una autopista por su banda. Un sinfín de circunstancias que se juntaron en el peor momento posible. El médico escénico de la Champions se apoderó de él.

Prueba de ello es que el primer cambio fue en el minuto 80. Con dos a cero en el marcador. Y fue André Gomes por Iniesta. Al minuto la Roma marcó el tercero. Fue entonces cuando dio entrada a Dembélé y Alcácer. Demasiado tarde ya que el equipo no pudo marcar el gol que necesitaba.

Exprimidos a final de temporada

Por último, el Barça no puede llegar al tramo final de temporada al cien por cien físicamente si solo cuenta con 13 jugadores en los partidos importantes. En Roma se vio claro. Cuando el equipo deambulaba, Valverde no vio ningún jugador en el banquillo que pudiera cambiar el signo del partido. Y eso es grave en una plantilla como la del Barça.

Más allá de si puede conseguir la Copa y la Liga, el reto de Valverde debe ser recuperar el estado de ánimo de la plantilla y encontrar un estilo de juego donde se reconozca el ADN Barça y tengan peso jugadores que amen al club y tengan hambre de títulos. Si lo consigue, volverá a ganarse el cariño de la afición.