Una derrota grotesca y de muy mal gusto

Los errores defensivos condenan al Barça en Cádiz

Toni Frieros

Toni Frieros

Si hay alguien que lo pueda explicar, por favor, que venga y lo diga, porque por muchas vueltas que le demos, no se entiende de modo alguno. Esto es peor que el misterio de la Santísima Trinidad. ¿Cómo es posible que un equipo que arrasa en Europa, que incluso juega muy bien al fútbol, tropiece una y otra vez en la misma piedra en la Liga?

Cuatro derrotas

Después de la magnífica imagen ofrecida en la Champions League, incluso con jugadores que no suelen ser habituales, un halo de esperanza había aparecido en el cielo azulgrana. Las contundentes victorias en Kiev, Budapest y ante Osasuna hicieron pensar que el Barça de Koeman, por fin, había sabido encontrar el camino del gol y de la regularidad.

Pero no, parece que fue un espejismo porque en el histórico Estadio Carranza de Cádiz, ante un recién ascendido y con el cuarto presupuesto más bajo de Primera División (solo Messi cobra dos veces más que toda la plantilla cadista), el Barça volvió a darse de bruces contra la cruda realidad: cuarta derrota en Liga.

Un drama

Sí, un drama porque cuando solo ha disputado diez partidos, el Barça ya se encuentra ¡¡¡a doce puntos del líder!!!, un Atlético de Madrid que se muestra sólido como una roca. La situación es grave porque el equipo está a tres puntos de los puestos de descenso y tendrá que revertir la situación si no quiere vivir la próxima temporada una tragedia deportiva y económica como sería quedar fuera de la Champions League.

La de esta noche en la Tacita de Plata ha sido una derrota grotesca y de mal gusto porque, sin desmerecer el gran trabajdo del Cádiz, que le hizo masticar tornillos al Barça, fueron los chicos de Koeman los que se disparon ellos solos dos tiros en el pie. Dicho de otro modo: regalaron el partido merced a dos errores imperdonables. El primero, de Mingueza. El segundo, mano a mano entre Alba, Lenglet y Ter Stegen. Ellos solos se complicaron la vida.

El orden táctico, la disciplina ofensiva, incluso sin necesidad de recurrir a faltas o juego sucio, le bastaron al conjunto de Alvaro Cervera para noquear a un Barça que lo tiró todo por la borda en un saque de esquina y en un saque de banda. Inaudito el error en la jugada del segundo gol amarillo que recordó, por lo grosero, a aquel cuarto tanto que el Liverpool le marcó al Barça de Valverde en las semifinales de la Champions League, todo un compendio de falta de concentración.

Es cierto, también, que el portero argentino cadista, Ledesma, estuvo soberbio. Y no podemos negar, claro que no, que el Barça lo intentó por activa y por pasiva, que asedió a los locales, que los encerró en su área y que nada le salió bien, porque incluso el gol azulgrana se lo marcó en propia puerta el defensa local Alcalá. Ya lo dicen, sin gol no hay paraíso.

Esta vez la paciencia no surtió efecto, por muchos extremos y delanteros que pusiera Koeman, porque el Barça acabó jugando con solo dos defensas, Alba LengletLos azulgranas saltaron ayer al terreno de juego con el equipaje negro, preludio del luto en el que está sumido ahora mismo el barcelonismo, incapaz de encontrar respuestas a una situación en Liga que no se vivía desde aquella temporada 87-88 con Luis Aragonés en el banquillo, el Motín del Hespéria y el título de Copa del Rey para tapar las vergüenzas. ¿Con qué título se taparán este año?