El último secreto de Kubala

Kubala y Caimel en la bodeguilla que el coleccionista del Barça tiene en su almacén de Pineda

Kubala y Caimel en la bodeguilla que el coleccionista del Barça tiene en su almacén de Pineda / ARCHIVO JOAN CAIMEL

David Salinas

David Salinas

El inigualable jugador del FC Barcelona, fallecido el 17 de mayo de 2002, hubiera llegado este miércoles 10 de junio de 2020 a los 93 años. Esta fecha nunca la olvidan sus hijos ni familiares. Tampoco Joan Caimelcoleccionista del Barça, amigo, ‘hermano’ y confidente del húngaro en sus últimos años de vida.

Kubala Caimel se conocieron por mediación de Manel Vila, propietario del Hotel Vila de Calella. “Laszi y Manel jugaban siempre a tenis, hasta que un día Manel me dijo que jugara yo, que él no podía por trabajo. Así se fraguó mi amistad con Laszi”, recuerda Caimel, para agregar que “cada fin de semana quedábamos para jugar y, durante las vacaciones, cada día”.

Entre 1990 y hasta el final de sus días, Kubala apenas faltó a la cita. Venía desde Lloret, sacaba la raqueta del maletero del coche y empezaba a jugar. “Tenía mucha clase, patinaba sobre la pista, como flotando por la arcilla”, recuerda Caimel, para agregar que “su físico lo hacía muy resistente. Casi siempre lo ganaba, pero me costaba lo mío…”.

Kubala tenía por costumbre jugar sin camiseta y con el pantalón corto arremangado hasta las ingles. Sin embargo, tras un cambio de junta directiva en el Club de Tennis Calella, se le advirtió que debía cubrirse. “Hizo poco caso” dice Caimel, para apuntar que “pedía la pista 3 porque desde las oficinas no se veía un fondo y lo aprovechaba para jugar desnudo. De lo que nunca se olvidaba era de aplicarse la protección solar”.

Paz

Tras el partido llegaba el vermut. Y para degustarlo, Joan tenía un reservado en los bajos de su vivienda: un local en el que almacenaba revistas, recortes y fotos de Kubala y disponía de una pequeña bodega en la que ambos mantenían interminables charlas y compartían secretos y revelaciones. La paz que buscaba el crack. “Le gustaba que le explicara la historia de las botellas. Tengo una de 1920… A veces él traía licor húngaro, pero eso era fuego. Imposible acompañarlo”.

Caimel tampoco olvida las pláticas deportivas con Kubala. “Contaba que en Bilbao lo lesionó Arieta y Mur le dijo que se fuera a la caseta, pero se negó. ¿Cómo voy a dejar al equipo con diez?, se preguntaba. Entonces no había cambios. Y también recordaba lo que le decía Arieta cuando regresó: Ahora te voy a romper de verdad…”. ¿Y qué le decían los rivales cuando protegía de esa forma tan suya el balón con el cuerpo? Caimel lo sabe: “Ya podéis darme patadas… os lesionaréis antes vosotros que yo”.

Confianza

La confianza entre Kubala Caimel llegó a tal punto que el que fuera jugador y técnico culé le confió sus recuerdos: “Me dio más de mil fotos personales, las de su nacimiento, las de la escuela… Me dio la última camiseta azulgrana que usó, el documento del campo de refugiados italiano, fechado en 1949, medallas… Este paso no los das si no confías plenamente en una persona”.

Caimel acumula el legado de Kubala en su pequeño almacén de Pineda. Siempre ha mantenido el sueño de poder exhibir todas las piezas del mito azulgrana en un museo para que sus admiradores y las futuras generaciones nunca se olviden de él. Para que redescubran a uno de los más grandes jugadores del Barça todos los tiempos.