La triquiñuelas de Cruyff, su suegro y el Barça para debutar hoy hace 45 años

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Con esta impecable volea marcó Cruyff su segundo gol oficial con la camiseta del Barça / Archivo

Javier Rodríguez Marzo

Javier Rodríguez Marzo

Hoy es día de clásico. Otro 28 de octubre para recordar (o no) en el Camp Nou, pero, sin duda, no tan significativo como el de hace 45 años, una fecha que marcó la historia del Barça.

A las cinco de la tarde de aquel día de 1973, el ‘Liceo’ barcelonista tuvo el placer de presenciar el debut oficial de Johan Cruyff como jugador del Barça.  Nadie podía imaginar “y menos yo”, nos confesó el propio Johan en una entrevista,  “todo lo que pasó después. Ni soñarlo”...

Se disputaba la octava jornada del campeonato de una Liga que había comenzado fatal para el equipo de Rinus Michels, que solo aventajaba en dos puntos al colista Sporting.  El rival no presagiaba nada bueno. Parecía más un equipo de rugby que de fútbol. El Granada vestía por aquel entonces con franjas horizontales y en sus filas repartían a diesto y siniestro los defensas Montero Castillo y Fernández, éste último recordado por lesionar tiempo después al madridista Amancio...

Pero ni las patadas del uruguayo y el paraguayo, que alternaron el marcaje al holandés y provocaron la lluvia masiva de almohadillas de los indignados culés, aguaron la fiesta del debut.

Un Camp Nou lleno hasta la bandera (100.000 espectadores) vio ganar al Barça (Sadurní, Rifé, Torres, Costas, De la Cruz, Juan Carlos, Juanito, Asensi, Cruyff, Sotil y Marcial) por un contundente cuatro a cero.

Johan marcó dos goles. El primero lo habría anulado el VAR pues Marcial, que sirvió el centro que solo tuvo que empujar, estaba en claro fuera de juego; el segundo, sí que fue su primera obra de arte en blaugrana: una espectacular volea con la zurdaque dejó boquiabierto al meta Izcoa y al que sería su socio inseparable, Charly Rexach, que vio el tanto desde el banquillo.

Marcial y Sotil fueron los autores de los otros dos goles de un partido que impulsó al Barça a su primer título de Liga en 14 oscuros años y que tuvo su climax absoluto con el histórico 0-5 del Bernabéu. Desde el 4-0 al Granada hasta que fue campeón en El Molinón, el Barça encadenó 23 jornadas sin perder.

Pero llegar a aquella tarde de gloria, que los cronistas de la época coincidieron como el inicio de la ‘era Cruyff’, costó  sudores y un montón de millones (60, según el presidente Agustí Montal, 150 según otras fuentes).

El gran artífice de la operación fue el añorado gerente del club, Armand Carabén, que ni siquiera pudo descansar tras alcanzar un acuerdo con el Ajax para el fichaje de Cruyff el 13 de agosto de 1973.

INGENIO CONTRA LA BUROCRACIA

La federación holandesa puso todas las trabas inimaginables y no quería conceder el transfer hasta el mes de diciembre. Empeñado en acortar los trámites y en amortizar el elevado coste de la operación, Montal montó varios bolos por capitales catalanas y uno en el Camp Nou ante el Círculo de Brujas (6-0 con dos goles de Cruyff) que precipitaron los aconticimientos.

Johan quería debutar oficialmente a toda costa y, junto a su suegro y manager, Cor Coster, ideó una de sus estratagemas más sútiles y efectivas.

El aplastante argumento esgrimido ante sus compatriotas se basó en que no podía estar parado hasta diciembre cuando ese mes Holanda se jugaba la clasificación para el  Mundial 74’... Esa presión  y la oportuna invitación del club al secretario de la Federación holandesa a pasar unos días de relax en la soleada Barcelona obraron el milagro.

Nadie se olía el bombazo

Un milagro inesperado que soprendió a la prensa, que el 27 de octubre  de 1973 ni se olía la bomba.  Carabén, sí. Por la mañana estaba ya en la sede de la federación española en Madrid esperando el transfer.

Cuando llegó, avisó de inmediato a Agustí Montal, que se encontraba en el campo de Fabra i Coats, donde se rendía homenaje al afamado cazatalentos Josep Boter. Allí estaba también el propio Cruyff, que realizó el saque de honor de un partido que jugaron Kubala y Joan Manuel Serrat....

La noticia corrió como un reguero de pólvora y el impacto fue tal que en unas horas, y para felicidad de Vilaseca, jefe de taquillas,  la recaudación del partido ante el Granada pasó de dos millones de pesetas... ¡a siete! 

Lleno hasta la bandera y solo una queja, la de Joseíto, entrenador del Granada. “Tenía entendido que la FEF no abría los sábados”, dijo antes de jugar.

Tras el partido, ya no se hablaba de otra cosa que no fuera la exhibición del holandés. “Yo  estuve más pendiente de cómo jugaba él que de jugar yo”, confesó entre risas su compañero Juanito...