El trágico final del blanquiazul y azulgrana Luis Blanco

Dos imágenes de Luis Blanco Peyrona. Una con la camiseta del RCD Espanyo y otra con la del FC Barcelona

Dos imágenes de Luis Blanco Peyrona. Una con la camiseta del RCD Espanyo y otra con la del FC Barcelona / Archivo Jordi Puyaltó

David Salinas

David Salinas

Muy poco se sabía de Luis Blanco Peyrona, futbolista que defendió la camiseta del FC Barcelona entre 1922 y 1925. Hasta hace unos meses su segundo apellido era todavía una incógnita y a día de hoy tampoco se ha podido concretar su fecha completa de nacimiento.

Blanco había recalado en el Barça procedente del RCD Espanyol y tras pasar por Les Corts hizo una última y breve escala en el FC Badalona. Ganó tres Campeonatos de Catalunya, uno con el equipo blanquiazul y dos con el azulgrana, y la Copa 1924-25 también como barcelonista. Centrocampista duro y rocoso, destacó por su arrojo sobre los terrenos de juego.

También se sabía que siguió vinculado al mundo del balón como entrenador del Badalona Sabadell después de colgar las botas. Poco más. Su rastro se perdía en el tiempo hasta una efímera irrupción en 1937, con motivo de la Olimpiada Obrera de Amberes para armar una selección de fútbol. A partir de ahí su huella volvió a desaparecer.

Sin noticia alguna de Blanco durante décadas, su pista emergió 80 años después en el listado de procedimientos judiciales militares elaborado por la Generalitat de Catalunya, publicado en la Ley 11/2017 del 4 de julio, de reparación jurídica de las víctimas del franquismo.

Su expediente, sin embargo, no se abrió por razones políticas. Las diligencias instruidas contra él se iniciaron a raíz del suicidio de un chico que, como Blanco, estaba empleado en los almacenes La Saldadora.

La pesadilla para el que había sido futbolista empezó el 28 de marzo de 1939 y acabó de forma trágica el 30 de agosto del mismo año. Tenía 41 años. Fueron cinco meses de angustia y tormento. Una historia, sin embargo, todavía inacabada y con varias dudas por despejar.

El fútbol

Luis Blanco, hijo de Mariano y Josefa, nació en Barcelona en 1898. Su presencia en el RCD Espanyol se vincula desde 1913 a 1922. Empezó en los equipos juveniles y, poco a poco, fue progresando hasta consolidarse en el primero.

Una de sus experiencias iniciales con los mayores la vivió en un duelo contra el FC Barcelona el 19 de octubre de 1913, en un amistoso celebrado en el campo de la calle Industria con muchos suplentes en ambos bandos (4-2).

Por aquel entonces Blanco tenía 15 años. Su mejor temporada en el conjunto blanquiazul fue la 1917-18, en la que se proclamó campeón de Catalunya por vez primera. Blanco fue ganando peso específico en el equipo hasta consolidarse como capitán y pieza básica e indiscutible en la zona ancha.

La temporada 1922-23 pasó al FC Barcelona, haciendo su debut oficial el 8 de octubre de 1922 en un Sabadell-Barça (2-0) del Campeonato de Catalunya. En un cromo de la época, obsequio de Chocolates Piera & Brugueras, podía leerse en el reverso: "Acaba de ingresar en el FC Barcelona, después de su larga campaña en el RCD Espanyol, club en el que empezó a jugar. Generalmente ha desempeñado el puesto de medio centro, si bien ha actuado en distintas ocasiones de interior derecha o medio ala. Su juego se caracteriza por la dureza que le imprime, cualidad que le resta vistosidad. Domina a la perfección la técnica del pase y de cabeza ataca y defiende muy bien".

Blanco solo jugaría 13 partidos oficiales con la camiseta azulgrana, pero 104 amistosos (cuatro goles). Con el conjunto de Les Corts ganó el Campeonato de Catalunya 1923-24 y el 1924-25. También fue campeón de Copa 1924-25, aunque no jugó ningún partido.

La competencia en el equipo, tanto en la línea media como en la de ataque era feroz. Así, Blanco tuvo enfrente a jugadores de la talla de Samitier, Alcántara, Sancho, Carulla o Torralba que le cerraron el paso.

De hecho, solo fue titular el curso 1922-23, en el que jugó nueve de los diez partidos del Campeonato de Catalunya (fase regular) y el decisivo desempate en Vista Alegre (Girona) contra el Europa que acabó con derrota azulgrana por 1-0.

La falta de protagonismo en el FC Barcelona empujó a Blanco al Badalona. Allí apenas jugó una temporada. Debutó el 3 de agosto de 1925 en un amistoso veraniego contra el Avenç con victoria (3-1). Decidió colgar las botas en 1926, aunque siguió vinculado al equipo costeño como entrenador y masajista hasta el curso 1929-30. En Badalona dejó muy buenos recuerdos y se le hizo un partido de homenaje.

Siguió su carrera como técnico en el Sabadell, aunque por un reducido espacio de tiempo. Con el equipo arlequinado tuvo problemas de impago ante los que llegó a mediar la Federación Catalana.

Empleado en La Saldadora

La SaldadoraLa vida de Blanco continuó lejos del bullicio de los terrenos de juego y se centró en su trabajo de dependiente y Secretario del Consejo en los almacenes La Saldadora, sito en la calle Cardenal Casaña número 8 de Barcelona y en los que se despachaban "tejidos de todas clases".

Comprometido socialmente y siempre con un ojo mirando al mundo del deporte, se afilió al Centre Autonomista de Dependents del Comerç i de la Indústria (CADCI), asociación política, obrera y social, llegando a ser presidente de la sección de deportes. Desde esta posición impartió conferencias sobre gimnasia y deporte a finales de 1937, varias de ellas en ateneos populares.

Su cargo en el CADCI también lo llevó a la Olimpiada Obrera de Amberes en el verano de 1937, un movimiento nacido en 1925 alternativo a los Juegos Olímpicos tradicionales en el que se huía de la competición pura y dura y se apelaba al espíritu de superación del deportista. Al mismo tiempo, los organizadores rechazaban la comercialización del deporte y abogaban por el amateurismo de los participantes.

España, pese al conflicto bélico por el que pasaba, concurrió al evento con una selección de fútbol y Blanco fue uno de los comisionados junto a Alberto Sánchez (seleccionador) para organizar el equipo.

Un equipo en el que, con la guerra civil en marcha, solo pudo nutrirse con jugadores de clubs catalanes (Espanyol, Júpiter, Horta, Barcelona, Independiente, Gladiator Poble Nou, Sabadell y Gràcia) salvo uno del Valencia, Lerma.

España, después de superar a Polonia (por incomparecencia) y Bélgica (2-0) cayó en la final contra la URSS (1-2). Antes de regresar a España esta selección del bando republicano jugó un torneo en París denominado Copa Mundial de Fútbol de los Trabajadores. Ganó a Suiza en la semifinal (2-0) y volvió a perder contra la URSS (0-2) en una final que se anunció como la revancha de Amberes.

El silencio

Es entonces cuando se pierde la pista de Blanco. Hasta hoy. Confirmado su segundo apellido gracias a su relación con el CADCI y merced a la historiadora Neus Moran, su nombre completo apareció recientemente en el listado de procedimientos judiciales militares de reparación jurídica de las víctimas del franquismo. Las actuaciones en su contra dieron inicio el 5 de junio de 1939 tal y como consta en el sumarísimo de urgencia número 8.490 instruido contra él. Se lo acusó del delito de rebelión.

La pesadilla para Blanco, sin embargo, empezó el 3 de marzo de 1939, cuando Enrique Múnera, de 56 años, de profesión técnico en emparrillados, declaró en su contra. Aseguró que Blanco tenía obsesión en su hijo José de 19 años, también como Blanco trabajador en los almacenes La Saldadora.

Múnera denunció ante la justicia que Blanco ordenaba al joven "trabajos incompatibles con su estado de inutilidad física" y, además, recibía "constantes amenazas para que ejecutase sus órdenes". Todo ello derivó en el suicidio de José el 20 de noviembre de 1938.

Abrumado por la situación, José puso fin a su vida arrojándose desde la azotea de su casa, por el patio de luces. Otras voces apuntaron a la preocupación económica del joven, que en los últimos tiempos estuvo vendiendo todos los objetos de su pertenencia.

En cualquier caso, Blanco fue citado a declarar en comisaría y se presentó como natural de Barcelona, domiciliado en la calle Muntaner, de 41 años de edad y soltero. Dejó constancia que antes de la guerra no pertenecía a partido político alguno ni organización obrera.

Sí reconoció que con la colectivización de La Saldadora y la constitución del Comité de Control, fue nombrado a través de una Asamblea celebrada entre trabajadores miembro del Comité Obrero junto a otros dos compañeros que, por lo visto, se dieron a la fuga tras la entrada de las tropas nacionales a Barcelona.

Blanco aseguró que no tuvo problemas con el joven José Múnera, que desconocía que se hubiera quitado la vida y que, para hacer compatible su estado físico con su cometido en La Saldadora lo liberó de su plaza habitual para que atendiera el trabajo de vitrinas. También indicó que, a su juicio, el muchacho "padecía alguna anormalidad de tipo nervioso".

El 28 de marzo de 1939 llegó a la Comisaría de Investigación y Vigilancia del 4º sector un breve escrito del Comisario Jefe con el siguiente texto: "De las diligencias instruidas en esta Comisaría contra Luis Blanco Peyrona y de las investigaciones practicadas sobre el mismo resulta: Este individuo fue Secretario de la empresa La Saldadora en cuyo cargo ejerció tal persecución contra José Múnera, hasta que por fin en el mes de noviembre de 1938 puso fin a su vida suicidándose. Que denunciaba a personas de derechas al SIM (Servicio de Información Militar). Dios salve a España y guarde a V.S. muchos años".

Defensa

Blanco inició la batalla de su defensa y contactó con algunos jugadores con los que viajó a Amberes y París con motivo de la Olimpiadas Obreras para que intercedieran a su favor: AmigóGallegoSanmiguel... El guardameta del RCD Espanyol, Narciso Amigó, diez años menor que Blanco, reconoció tratos con el acusado, aunque "superficiales".

También corroboró que estuvo con él en Amberes y que aceptó ser miembro de la expedición con el fin, junto a otros jugadores y el propio Blanco, de pasarse a la zona nacional por Hendaya una vez que estuvieran en el extranjero.

Blanco, de todas formas, no dio este último paso por tener en Barcelona a su padre. Amigó, de todas formas, cerrada la declaración, hizo constar en la misma un apéndice en el que reconció que Blanco jugó en el RCD Espanyol, que era simpatizante del mismo hasta la fecha, que durante el periodo revolucionario había criticado a los rojos, que favoreció a personas afectadas al glorioso Movimiento y que le merecía el concepto de "buena persona".

Las declaraciones de algunos compañeros de Blanco no fueron tan favorables. En la de Juan José Felip, de 19 años, se le acusó de "hacer propaganda activa en sentido marxista" y de "despotismo" al ocupar su cargo de Secretario. También lo relacionó con el Socorro Rojo Internacional y que estuvo en las Olimpiadas de Francia y Rusia (se refería al torneo en París y al partido que jugó España contra la URSS, pero que se jugó en Amberes, no en Rusia). Acabó definiéndolo como "un rojo de los de acción muy contrario al Movimiento Nacional y peligroso para el nuevo Estado".

Por su parte, Enrique Múnera, padre del chico que se suicidó, el 25 de mayo de 1939, añadió más datos contra Blanco. Dijo que le constaba que durante el dominio Rojo había estado en Rusia (afirmación errónea) y Francia y que había denunciado a personas de derechas, como los señores apellidados Algueró (padre e hijo -este último trabajador de La Saldadora-) que fueron fusilados. El apoderado de La Saldadora tampoco lo ayudo en su declaración.

Blanco, a nuevas preguntas del Juez, desmintió que hubiera denunciado a nadie, que nunca perteneció al Socorro Rojo Internacional y que toda su vida había sido extremadamente aficionado a los deportes, especialmente al fútbol, habiendo sido campeón en Catalunya los años 18, 23 y 25. 

Agregó que no era nada extraño que, a petición de varios amigos suyos, como Amigó, Griñán y Sanmiguel (todos jugadores del RCD Espanyol) aceptara, durante el periodo rojo, seleccionar futbolistas de la España roja que tenían que representarla en la Olimpiada de Amberes de 1937, no persiguiendo con esto otro fin que el de incluir en dicho equipo a los citados amigos, a quienes interesaba enormemente formar parte del equipo para, una vez en el extranjero, pasarse a la "verdadera España", como así lo hicieron.

Alegó que él no hizo el tránsito de una España a otra porque en Barcelona había quedado su padre, de 72 años, solo y sin familiar alguno, faltándole además recursos económicos "y probablemente estando perseguido por las hordas rojas".

Agregó que dos personas del Comité Obrero de La Saldadora le avisaron que no cayera en la tentación de pasarse a la zona nacional porque "si no vuelves, tu padre se queda aquí". Y dejó muy claro que nunca había estado en Rusia.

Blanco sí contó con la ayuda de la portera de la finca donde residía, en la calle Muntaner. Mercedes Nervión, cuestionada por la Guardia Urbana de Barcelona, manifestó que nunca vio ninguna contrariedad del acusado con el Glorioso Movimiento Nacional y que su conducta política, social, moral y religiosa "es buena".

En el mismo sentido se expresó una vecina, Paquita García, que precisó que durante la guerra perteneció al Comité de control de la La Saldadora "en convenio con el propietario".

Finalmente, el 5 de junio de 1939 Luis Blanco fue acusado del delito de rebelión. Acabó en la prisión habilitada de San Elías de Barcelona, donde murió el 30 de agosto de 1939.

Según el acta de defunción fue a consecuencia de una "fractura de cráneo", aunque en un oficio fechado meses después, el 29 de febrero de 1940, que también forma parte del expediente, falleció "a consecuencia de un disparo de fusil hecho por uno de los centinelas del Ejército, que prestaba servicio en dicha prisión". Lo más probable es que fuera fusilado y rematado.

Otra sorpresa aparece en el acta de defunción en cuanto a su estado civil: "casado con doña Adelina Planas Carbonell". En todas las declaraciones que Blanco hizo en vida constó siempre como soltero. ¿Contrajo matrimonio durante su cautiverio?

Pese a la luz arrojada en el caso Blanco, muchas son todavía las incógnitas que siguen en el aire. Dudas que difícilmente ya podrán despejarse. 

Agredecimientos: Neus Moran (historiadora y autora del artículo 'El CADCI en guerra' para El Temps) y Jordi Puyaltó (historiador del RCD Espanyol).